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Marlon Brando

Marlon Brando, el actor que coleccionaba las cenizas de sus amigos

El protagonista de "El Padrino" tuvo una amistad obsesiva con el cómico Wally Cox

Wally Cox, entre Marlon Brando y Eileen Barton, en Las Vegas, en 1955
Wally Cox, entre Marlon Brando y Eileen Barton, en Las Vegas, en 1955La Razón

La escena tuvo lugar en el Valle de la Muerte, uno de los rincones más inhóspitos de Estados Unidos, un desierto situado en el sureste de California. Un pequeño grupo de personas se reunió allí en algún momento de septiembre de 2004 para cumplir la última voluntad de un hombre: esparcir sus cenizas y otras que el fallecido guardaba desde hacía años como un valioso y privado tesoro. Era la última voluntad de Marlon Brando quien quiso que lo que quedaba de él fuera esparcido junto con los restos incinerados de Wally Cox, un actor cómico que se convirtió en su amigo y en su obsesión.

Brando fue precisamente un hombre excesivo a lo largo de su vida, celoso de que transcendiera lo mínimo sobre aquello que quedaba en su ámbito más privado. Y Wally Cox formaba parte de ese pequeño grupo de leales al protagonista de “Un tranvía llamado deseo”, aquellos en los que confiaba para compartir confidencias sin saber que trascenderían, que se divulgarían por buscadores de titulares y exclusivas.

Los dos hombres fueron amigos desde la niñez, algo valioso para Marlon Brando quien siempre señaló que sus primeros años de vida fueron conflictivos. Desde el principio necesitó alguien en quien poder apoyarse y ese alguien fue Wally Cox. En realidad se llamaba Wallace Maynard Cox y era el hijo de la autora de novelas de misterio Eleanor Atkinson. Cuando sus padres se divorciaron, con diez años se mudó con su madre y su hermana a Evanston, en Illinois, donde no tardó en trabar amistad con otro niño del barrio llamado Marlon Brando. Se convirtieron en amigos para siempre, más allá de la muerte. La Segunda Guerra Mundial hizo que su familia regresara a Nueva York, ayudando a su familia vendiendo joyas. Pero fue en la universidad de la ciudad de los rascacielos donde encontró la que sería su vocación. Cox escribía monólogos cómicos, pero fue su compañero de cuarto en la universidad quien lo animó para que tomara clases de interpretación con Stella Adler. El compañero de cuarto era Marlon Brando. Algunos biógrafos del protagonista de “El padrino” sitúan este episodio como el momento en el que pudo iniciarse una relación sentimental entre los dos hombres.

Fue hace poco el gran productor musical Quincy Jones quien aportó nuevos datos sobre Marlon Brando. En 2018, en una entrevista con “Vulture”, Jones habló de que el actor “era capaz de hacerlo con cualquier cosa. ¡Cualquier cosa! Se lo haría con un buzón. James Baldwin. Richard Pryor. Marvin Gaye”. El músico, íntimo de Brando, expuso uno de los secretos mejor guardados del intérprete como era el de su bisexualidad. En el inédito tercer volumen de la saga sobre cotilleos “Hollywood Babilonia”, su autor Kenneth Anger dedica una especial atención a este aspecto de la vida del actor, pero el manuscrito sigue sin publicarse precisamente por ese capítulo maldito.

Wally Cox se casó tres veces, pero eso no impidió que Brando se obsesionara con él.

Dos de las esposas de Wally Cox reconocieron a “Los Angeles Times” que Brando no quería que hubiera ese matrimonio, que lo mejor es que su amigo estuviera solo, sin ninguna mujer a su lado. A Marlon Brando le divertía ponerlas a prueba para saber si se merecían seguir siendo la mujer de su amigo, aunque a Wally había momentos que todo eso le cargaba, como las llamadas a medianoche preguntando cualquier detalle, hasta cómo eran las relaciones sexuales del matrimonio.

“Si Wally hubiera sido una mujer, me habría casado con él y habríamos vivido felices para siempre”, le dijo Brando a un periodista. Igualmente curioso es el testimonio de Beauregard Houston-Montgomery quien asegura que un día, mientras compartían marihuana, el intérprete le confesó que Wally era “el amor de su vida y que su pijama estaba enmarcado sobre la cama de MB”. Las esposas de Wally Cox han rechazado que hubiera algún componente homosexual en la amistad entre Brando y Cox.

Pero esta historia tiene un giro inesperado cuando el 15 de febrero de 1973 encontraron muerto en su casa de las colinas de Bel Air a Wally. Solamente tenía 48 años. La autopsia aclaró que todo había sido como consecuencia de un ataque al corazón. Para Brando fue un golpe durísimo y quiso hacer lo imposible por rendir tributo al amigo desaparecido. Acudió a la casa de los Cox, pero entró por la ventana porque no quería ser visto por nadie. Estaba a punto de ganar el Oscar por “El Padrino”, pero eso le daba igual en aquel momento. A oscuras, se coló en la habitación donde había muerto Wally mientras en el gran salón de aquella casa estaban algunos de los nombres más representativos de Hollywood esperando para dar el pésame a la viuda, desde Vincent Price a Twiggy. Marlon Brando se fue tan sigiloso como había llegado.

Saphiro Cox quiso tener un detalle particular con Marlon Brando: sabía que le haría ilusión recoger las cenizas de Wally y esparcirlas por aquellos lugares en los que practicaba senderismo. Brando agradeció ese gesto y fue a la funeraria a recoger los restos del amigo muerto. La viuda no dudaba de que cumpliría su voluntad hasta que tres años más tarde descubrió en un artículo de la revista “Time” que aquello no era cierto. Brando, en esa entrevista, declaró que “era como mi hermano. No puedo decirte cuánto extraño y amo a ese hombre. Tengo las cenizas de Wally en mi casa. Hablo con él todo el tiempo”.

Pero Marlon Brando guardó hasta el final de sus días también las cenizas de otro amigo querido, el actor Sam Gilman. En este caso fue la viuda de Gilman quien le entregó una parte de ellas como recuerdo, aunque esperando que las dejara en algún lugar como recuerdo, pero no en casa. Ella siempre ha sospechado que le tenía celos por haberse casado con Gilman.

Lo que quedaba de los tres hombres fue esparcido en el Valle de la Muerte en 2004.