Independentismo

El separatismo mantiene la manifestación de la Diada pese al rechazo de epidemiólogos

La portavoz de la Generalitat defiende que se mantendrán las medidas de seguridad

El independentismo busca recuperar el pulso tras meses monopolizados por la pandemia y, para ello, quiere volver a tomar la calle pese a los evidentes riesgos de contagio del coronavirus. La Asamblea Nacional Catalana (ANC) ha decidido seguir adelante con su plan para la Diada –11 de septiembre–, que este año consistirá en organizar protestas descentralizadas frente a edificios de titularidad estatal. Las concentraciones, que se desarrollarán en 100 puntos de toda Cataluña, según estiman en la propia entidad –ya tienen 90 confirmados–, cuentan con el beneplácito de la Generalitat, que, a través del Procicat –órgano creado para gestionar las emergencias en Cataluña–, está trabajando en las medidas de seguridad con la ANC en las últimas horas. Ya el lunes, la Generalitat puntualizó que las manifestaciones quedaban eximidas de la prohibición de reuniones de más de 10 personas.

Las concentraciones se organizarán en torno a edificios del Estado ubicados en 62 municipios –Seguridad Social, Hacienda, Servicio Pública de Empleo Estatal (SEPE), juzgados, estaciones de Renfe e, incluso, la Universidad de Barcelona, tras acusar al rectorado de «unionista»–. Entre las medidas de seguridad que se contemplan están mantener las distancias de dos metros; poner geles a disposición de los manifestantes; usar mascarillas; o, regular los accesos con puntos de control para evitar aglomeraciones.

Con estas protestas, el independentismo trata de señalar al Estado como responsable de las dificultades de Cataluña y proyectar la independencia como única vía para prosperar y salir adelante. Es decir, de alguna manera sería rescatar el «España nos roba» que tanto ha estado agitando últimamente el presidente de la Generalitat, Quim Torra, al echar en cara a España el déficit fiscal, que el independentismo estima que se sitúa en 16.000 millones de euros, para paliar las consecuencias económicas de la emergencia sanitaria.

La manifestación está aún definiéndose y la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, ha asegurado esta mañana en «Rac1» que solo se suspendería si se decretara un estado de alarma y un confinamiento total. Poco antes, en «RNE», la portavoz del Govern, Meritxell Budó, había dejado la puerta abierta a una suspensión si la situación epidemiológica empeora, aunque desde la ANC consideran que cuenta ya con el plácet del Govern. Algunos epidemiólogos de referencia, como el jefe de epidemiología del Hospital Clínic de Barcelona, Antoni Trilla, han desaconsejado la manifestación, en la antesala de la vuelta al cole (14-O).

Trilla, en este sentido, aseguró ayer en “Rac1″ que “desde el punto de vista sanitario, lo más razonable es no manifestarse masivamente”. “Siempre que hay multitudes hay quein se puede saltar las medidas de seguridad. Lo ideal sería que la gente se manifieste de otras maneras”, sugirió.

“Entiendo que el 11-S es significativo, pero como médico, igual que hemos aplazado las fiestas mayores o que no podemos ir al fútbol, creo que este año cualquier manifestación debe quedar parada porque la situación epidemiológica es complicada y puede suponer un riesgo de aumento de contagios”, afirmó.

Lo cierto es que la manifestación tendrá lugar en un momento de máxima sensibilidad. Se celebrará tan solo tres días antes de la vuelta al colegio y en plena reincorporación a los puestos de trabajo, circunstancia para la cual el Govern está volcando todos los esfuerzos para que pueda llevarse a cabo sin problemas. Si bien, el aumento del riesgo de rebrote de los últimos días, unido al incremento de contagios han vuelto a disparar las alarmas en Cataluña, que parecía que había surfeado con éxito la segunda ola de principios de julio.