Coronavirus

La guerra en el Govern por la gestión partidista de la desescalada acentúa el malestar en la calle

Cisma entre JxCat y ERC por las filtraciones y los intereses cruzados en una reapertura que debe empezar el lunes

Las escuelas de música han protestado esta mañana en Barcelona contra la prolongación del cierre de sus instalaciones como contempla el Procicat
Las escuelas de música han protestado esta mañana en Barcelona contra la prolongación del cierre de sus instalaciones como contempla el ProcicatAlejandro GarciaAgencia EFE

A cuatro días de iniciar la desescalada de la segunda oleada del coronavirus, el Govern anda inmerso en una profunda guerra partidista entre JxCat y ERC por la gestión de un tema tan sensible y con tantos sectores implicados como la reactivación económica después de semanas de severas restricciones y cierres. Con los republicanos abandonando ayer por la mañana la mesa de negociación y sin un plan definitivo acordado –se espera que este mediodía se apruebe, casi sobre la bocina y tras una reunión de acercamiento de anoche–, la descoordinación entre los socios del Ejecutivo en plena precampaña electoral contrasta con el creciente malestar en la calle y la situación de crisis social derivada de la pandemia.

Por partes. El cisma entre republicanos y postconvergentes por el plan de desescalada empezó el martes a primera hora con la filtración del borrador propuesto por el departamento de Salut (ERC) y elaborado para discutirlo en el seno del Ejecutivo. Una información que difundió Rac 1 y que enervó a Esquerra hasta el punto de acusar directamente a sus socios de gabinete.

El «quid» de la cuestión es el contenido de la hoja de ruta en la que se estaba trabajando: incluía el mantenimiento de ciertas restricciones –por ejemplo, los bares y restaurantes sólo podían abrir al 30% y hasta las 17:00 horas– y se filtró antes de negociarlo con los sectores implicados. De hecho, desde el gremio de restauración pusieron el grito en el cielo y señalaron directamente a Salut argumentando que su plan con Empresa (JxCat) pasaba por poder abrir hasta las 23.00 horas. Sergio Delgado, subdirector general de Programes de Protecció Civil expresaba en Twitter que la filtración faltaba al respeto a los técnicos y al trabajo que hacen «desde hace meses», a la ciudadanía, que merece «certezas y no rumores», a las actividades económicas «afectadas por esta enorme crisis» y a las instituciones públicas.

Tras este toque de atención, ayer siguieron las noticias: la emisora Rac1 volvió a avanzar que el Govern habría modificado el plan de reapertura en una reunión el martes por la noche. La principal novedad era que la restauración podría abrir a partir del lunes hasta las 21.00 horas y con las terrazas al 100% y no al 30% . Esta segunda filtración que indignó a ERC hasta el punto de levantarse de la mesa de negociación, informar a la Prensa y acusar a JxCat. Las sospechas se dirigían al departamento de Empresa, al que le interesaría difundirlo para que los sectores implicados presionaran y así se relajaran las restricciones. Pero los postconvergentes lo negaron por completo.

El vodevil siguió durante la jornada coincidiendo con el pleno del Parlament, donde los socios del Ejecutivo continuaron con el cruce de reproches –Aragonès (ERC), presidente en funciones, suscribió las declaraciones del subdirector general de Programes de Protecció Civil– y la oposición estrechó el cerco ante la «mala gestión» y la politización de la desescalada. «Fracaso» y «vergüenza» fueron algunos de los adjetivos que más sonaron en la cámara catalana tras semanas de restricciones en la calle.

A última hora, los máximos responsables de cada formación, Meritxell Budó y Pere Aragonès, encabezaron una reunión de acercamiento con otros consejeros del Govern implicados -reemprendieron la de la mañana, de hecho- para tratar de cerrar la herida y amarrar un pacto in extremis sobre un plan de reapertura que debe ser ratificado mañana. Incluso el expresident Quim Torra tomó partido y llamó a limar asperezas públicamente

Y es que el clima de precampaña y la cercanía de las elecciones en Cataluña son, a la vez, causa y consecuencia de una guerra política que no ha hecho otra cosa que acentuar el malestar social en la calle, con el agravante de casos como el fiasco en las ayudas a los autónomos. Día tras día, varios de los sectores afectados se manifiestan ante el Palau de la Generalitat –ayer fueron las escuelas de música y representantes turísticos, además de la CUP, junto a varios colectivos de la izquierda– ante la falta de planificación. Los restauradores ya han levantado la voz y hasta las cámaras de comercio se han puesto en contra del Govern de JxCat y ERC. Las protestas se multiplicaron en Girona, Tarragona y Lleida.