Daños colaterales de la Covid
El confinamiento triplica la demanda de ayuda por anorexia y bulimia
Desde el inicio de la pandemia, se ha producido un aumento de casos, pero también de la gravedad y complejidad de los mismos
Una de cada veinte mujeres adolescentes sufre algún Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA) y éstos son la enfermedad mental más grave, con una tasa de mortalidad más alta. De hecho, en el caso de la anorexia nerviosa, esa tasa se sitúa en el 5%. Y si estas cifras ya son alarmantes, tal y como advierte la Associació contra la Anorexia y la Bulimia en el contexto del Día Internacional contra los TCA, la situación se ha agravado debido a la pandemia.
Una encuesta que llevó a cabo la entidad entre 2.328 alumnos de primero a cuarto de la ESO desde septiembre de 2019 a marzo de 2020, permite hacernos una idea de cuál era la situación pre COVID en el ámbito de los TCA. Según dicho informe, un 34% de las chicas encuestadas reconocía haber hecho una dieta para intentar adelgazar- por un 22% de los chicos- siendo ésta la conducta de riesgo más precipitante a la hora de desarrollar un TCA, especialmente si la dieta se realiza sin control. Además, entre estas chicas, un 55% decía haber acompañado esa dieta de conductas de riesgo, como la práctica obsesiva de deporte para perder peso o vómitos provocados.
En la misma línea, un 32% de las adolescentes admitía que su deseo sería adelgazarse- por un 15% de los chicos- y un 4,7% de los encuestados incluso reconocía que podía estar sufriendo un TCA, mientras que 29% comentaba que creía que algún compañero podría estar sufriéndolo.
Por último, la encuesta pone de relieve que el 42% de los adolescentes dice haber recibido críticas o burlas por parte de sus compañeros, de los cuales el 75% confirma que éstas están relacionadas con el aspecto físico. En este sentido, Sara Bujalance, directora de la Associació contra la Anorexia i la Bulimia, señala que «el modelo de belleza que tenemos actualmente es excesivamente delgado, en las pasarelas vemos a chicas con infrapeso, por lo que es el modelo de belleza más peligroso de la historia». Además, añade que «se ha normalizado el estar a dieta, pero además se ha promovido la idea de que hay que estar delgada para que te quieran y que cualquiera puede estar delgado y el que no lo consigue es por falta de fuerza de voluntad». Todo ello hace que las mujeres, especialmente, sufran mucha presión en lo que se refiere a su peso y en las adolescentes se suma además su especial vulnerabilidad, por no contar éstas con el espíritu crítico propio de los adultos.
Así pues, si bien las cifras de incidencia entre septiembre de 2019 y marzo de 2020 se mantuvieron estables respecto a años anteriores, durante ese período sí que se registró un «aumento de la franja de edad en la que se inicia el trastorno». «Si antes la media era de 12 años, en los últimos años estamos observando que empiezan a desarrollar TCA a edades más tempranas, sobre los 9 o 10 años, y eso es principalmente porque tienen acceso a internet de forma más precoz y porque se está adulterizando la infancia», explica Bujalance, quien sin embargo apunta que el verdadero cambio en el ámbito de los TCA se ha producido a raíz de la pandemia.
De hecho, «de marzo a junio de se triplicaron las demandas de ayuda que recibimos respecto al mismo periodo del año anterior, mientras que en junio y julio, se duplicaron». señala la directora de la asociación, quien al respecto comenta que «si en 2019 registramos 1950 demandas, prevemos cerrar el 2020 con unas 5 mil». «El COVID está pasando factura a la salud mental». sentencia.
Y este incremento del volumen de demandas se explicaría, principalmente, por dos razones: el confinamiento permitió la detección o descubrimiento del trastorno alimentario por parte de los familiares del paciente y, por otro lado, aquellas personas que ya reunían elementos para desarrollar TCA lo acabaron desarrollando por las propias circunstancias del confinamiento y un complicado acceso al sistema sanitario».
Pero además, como indica Bujalance, «no solo ha aumentado el número de casos, sino que también lo ha hecho la gravedad de los mismos». «A raíz de la situación de los últimos meses, ha habido muchos ingresos en las unidades de tratamiento por una situación agravada y un aumento de la complejidad de los casos». En este sentido, señala que «las personas que ya tenían una cierta adherencia al tratamiento y éste ya estaba en fase avanzada cuando se produjo el confinamiento pudieron seguir bien con las sesiones telemáticas, pero para quienes acababan de empezarlo o tenían una escasa vinculación a éste, fue más difícil mantenerse bien».
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