Música

De Mecano a Wagner. Visitando la discoteca de Salvador Dalí

LA RAZÓN accede a la colección de discos que guardaba el pintor surrealista en Port Lligat y Púbol y que ahora se conservan en la fundación del artista en Figueres

Salvador Dalí junto a una litografía de John Lennon en una exposición del cantante en Nueva York en 1970
Salvador Dalí junto a una litografía de John Lennon en una exposición del cantante en Nueva York en 1970larazon

La obra de Salvador Dalí está íntimamente ligada a la música. En algunas de sus primeras composiciones nos encontramos, por ejemplo, referencias a la sardana y al compositor Pep Ventura mientras que en sus últimos cuadros aparecen instrumentos destrozados. Por el camino, son muchos los óleos y los dibujos donde surgen guitarras o pianos, referencias a Beethoven o Wagner, ecos operísticos o del rock más contundente, además de canciones populares o las actuaciones en los café-concierto. Así que resulta lógico preguntarse si el padre de los relojes blandos tenía discos en su taller de Port Lligat o en el castillo de su musa Gala en Púbol.

Este diario ha podido acceder al fondo musical que reunió el artista y que se conserva en la Fundació Gala-Salvador Dalí de Figueres. Son los discos que el matrimonio Dalí guardó a lo largo de su vida. Entramos en la discoteca personal del pintor surrealista. Vamos a conocer que escuchaba. Lo primero que nos llama la atención es que Dalí era ecléctico en sus gustos musicales. Si bien es cierto que hay un predominio importante de compositores clásicos, especialmente Bach, Beethoven y Wagner, tampoco faltan algunas propuestas arriesgadas muy de acuerdo con el espíritu del protagonista de este reportaje.

Empecemos por el principio y ese principio está en lo que escuchaba el niño Salvador Dalí en la Rambla de Figueres. Fue allí donde se familiarizó con la sardana y la cobla, en especial, con las de su paisano Pep Ventura. En la colección encontramos un disco de la Cobla Miramar en la que se interpretan temas de Ventura, pero también de Jaume Cristau –autor de la sardana «Sa barretina d’en Dalí»–, Antoni Juncà o Florenci Mauné. No se puede olvidar que Dalí realizó un retrato de Pep Ventura y que uno de sus primeros cuadros reproduce esta danza. Es la pintura titulada «La sardana de las brujas».

Una de las grandes pasiones musicales de Dalí fue Johann Sebastian Bach como lo demuestra el importante número de copias que hay de algunos de los trabajos del autor alemán barroco. Desde los «Conciertos de Brandeburgo» –interpretados por la Hamburger Kammerorchester– pasando por «La Pasión según San Mateo» y «La Pasión según San Juan», además de curiosidades como algunas composiciones adaptadas a la guitarra de Narciso Yepes, la presencia de este músico es importante. En su autobiografía «Diario de un genio», escrita en 1952 Dalí escribe que «pongo a Bach en mi electrófono al máximo de su volumen. Pienso a veces que mi cabeza va a estallar de un momento a otro».

Probablemente sea Richard Wagner el nombre de un músico más íntimamente ligado con el imaginario daliniano. Nunca ocultó su fascinación hasta el punto de firmar las escenografías de algunos ballets basados en este autor, como fueron «Bacanal» (1939) o «Tristán loco» (1944), o decorar la piscina del castillo de Púbol con una serie de bustos del compositor alemán. En la discoteca daliniana encontramos varias óperas wagnerianas, como «El oro del Rhin», «Lohengrin», «Tristán e Isolda», «El ocaso de los dioses», «La Walkiria» o «Parsifal». Todo ello interpretado por la Vienna Philharmonic Orchestra o la Berliner Philharmoniker. Del otro gran nombre alemán, Ludwig van Beethoven también hay pocos ejemplos entre las grabaciones conservadas en Figueres, limitándose a la «Missa solemnis» por la Berliner Philharmoniker o la Sinfonía número 9 por la Chicago Philarmonic.

De otros compositores resalta una «Norma» de Bellini interpretada, entre otros, por Montserrat Caballé y Plácido Domingo, o «Los pescadores de perlas» de Bizet, con Alfredo Kraus y la orquesta del Liceu. Tampoco faltan Mozart, Stravinsky, Ravel, Satie o Mendelssohn, entre otros.

Fuera de lo clásico, Dalí tuvo a lo largo de su larga carrera contacto con algunos músicos. Uno de ellos fue el francés Charles Trénet, con quien le unió una buena amistad. Al pintor le gustaba tararear el más conocido de los temas del cantante, «La mer» y en Port Lligat escuchaba esa canción, disco que se ha conservado. en su colección.

De carácter distinto es Alice Cooper, el rockero al que Dalí convirtió en el protagonista de un holograma cilíndrico. Los dos se hicieron amigos después de que el pintor acudiera a uno de sus conciertos en 1973.. Dalí tenía un ejemplar de «School’s out», un disco publicado en 1972. Por otro lado, también tenía ejemplos de música electrónica, como lo demuestra la presencia de Jean-Michel Jarre y Johannes Neumann.

Al final de su vida, el grupo Mecano le dio un gran protagonismo al artista dedicándole el tema «Eugenio Salvador Dalí». Y sí, es verdad, el pintor, ya en la recta final de su vida, escuchaba el tema. En su colección hay un ejemplar de «Descanso dominical», el álbum en el que se presentaba esa canción.

En el catálogo daliniano también encontramos un disco en la que el poeta Paul Éluard, el primer marido de Gala, recita algunos de sus poemas, además de a Rimbaud y Lorca. Precisamente, relacionado con el poeta granadino una grabación que es la que Dalí quiso escuchar en la habitación del hospital de Figueres en el que murió. Fue su última voluntad y afortunadamente se guarda en la fundación que lleva su nombre. Recogida por Joan Prat de los Mozos, el que fuera su último fisioterapeuta, era la música interpretada por el violinista del restaurante Maxim’s de París, aquellos temas que escuchaba en sus noches de fiesta por Madrid con Lorca.