Iceta

Iceta, un convencido federalista para resolver el rompecabezas catalán

El líder de los socialistas catalanes, nuevo ministro de Política Territorial tras ceder el testigo de la candidatura a la Generalitat a Salvador Illa

El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, en el Parlament.
El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, en el Parlament.Quique GarciaEFE

Cercano a Pedro Sánchez, Miquel Iceta (Barcelona, 1960) toma el mando del Ministerio de Política Territorial con el reto bajo el brazo de resolver el rompecabezas catalán del «procés». Convencido federalista, Iceta defiende una reforma que delimite las competencias autonómicas de forma mucho más clara que hasta ahora y, como medida inmediata para desinflamar la crisis política catalana, también se ha mostrado próximo al indulto a los presos independentistas.

Desde que tomara el mando del PSC en 2014, Iceta ha renovado y reflotado a un partido que se encontraba a la deriva tras el último gobierno de José Montilla en la Generalitat en 2010. Tras desprenderse del ala nacionalista del partido –liderada, entre otros, por Ernest Maragall–, Iceta reordenó la nave socialista, desterró cualquier opción de referéndum de autodeterminación –propuesta que el PSC había contemplado en 2012– y ha llegado incluso a sacudir los cimientos de algunos «consensos» en Cataluña en torno a aspectos claves para el nacionalismo como la inmersión lingüística -la enseñanza exclusivamente en catalán en la escuela pública-. En el Congreso de 2019, los socialistas catalanes plantearon una revisión que, finalmente, quedó muy suavizada por las presiones que recibieron.

Iceta también ha dado muestras de su firmeza frente al independentismo liderando batallas jurídicas tanto en el Parlament como en los tribunales, aunque siempre ha abogado por el entendimiento, circunstancia que, en una sociedad tan polarizada por el «procés», ha tenido poca aceptación y menor reconocimiento en los dos bandos.

En cualquier caso, Iceta es un hombre de partido que siempre ha emergido cuando el PSC lo ha necesitado: tanto cuando la formación estaba en la cumbre –entre 2003 y 2010 ostentó todo el poder en Cataluña: gobernó la Generalitat y los ayuntamientos de las cuatro capitales de provincia (Barcelona, Girona, Lleida y Tarragona)– como cuando ha estado en el abismo durante la última década. Político destacado y respetado pese a la controversia que muchas veces genera su figura, Iceta ha acabado abrasado en las llamas del «procés». Como consecuencia de ello, ha decidido dar un paso al lado para ceder el testigo de la candidatura al empuje de Salvador Illa, con quien las opciones para reconquistar la Generalitat son elevadas,

Su trayectoria política comenzó cuando todavía era menor de edad, en los albores de la democracia. Se alistó al Partido Socialista Popular de Cataluña de Enrique Tierno Galván en septiembre de 1977 y, un año más tarde, se afilió al PSC-cuando se creó el partido-. Desde el 1978 hasta 2014, Iceta ha ido creciendo en las entrañas del partido, como estratega, y siempre ha tenido un papel relevante en la parte menos visible: ha participado en las campañas electorales de Raimon Obiols, Narcís Serra, Joaquim Nadal, Pasqual Maragall y, sobre todo, de José Montilla.

Los servicios prestados de Iceta al PSC son muchos y muy variados. Con Montilla tuvo un papel relevante, pero también determinante al ser autor del eslogan de campaña “Fets i no paraules” (Hechos y no palabras) en las elecciones catalanas de 2006 que tanto resultó ya que permitió al PSC mantener la presidencia de la Generalitat. Antes, cuando Montilla era alcalde de Cornellà -ciudad que colinda con Barcelona-, le reclutó para ejercer de portavoz del grupo municipal entre el 1987 y el 1991 cuando Iceta apenas había pisado la ciudad. También conoce La Moncloa, ya que trabajó junto a Narcís Serra cuando fue vicepresidente del Gobierno en los 90, y ha pasado por el Congreso como diputado entre 1996 y 1999.

Pero el mayor compromiso lo ha demostrado cuando dio el paso al frente 2014 en un momento en que el PSC se hundía. Salvó los muebles de un partido con escisiones, y al que muchos ya habían puesto en la estantería que acoge los libros de historia. Con Iceta en cabeza, los socialistas se han reorganizado y se han reforzado: tanto es así que, pese a que el PSC ha perdido escaños en el Parlament con respecto a su antecesor (Pere Navarro), también ha podido crecer en votos. En 2017 superó los 600.000 sufragios, el mejor registro desde 2006.

Este cambio de tendencia también se ha producido con Illa entre bambalinas, que es el secretario de Organización del PSC. Illa se ha encargado de ir recosiendo al partido territorialmente y junto a Iceta forman un buen tándem. Incluso Iceta puso en circulación en el PSC unas chapas, que daba a todo aquel que venía con un problema, «El que digui Salvador» –Lo que diga Salvador–. Con Illa al frente de la candidatura, el PSC también busca arañar votos entre los indecisos, que pueden decantar la balanza electoral.

Esta maniobra también se da por una pirueta del destino y puede rebotarle de frente a Esquerra. Y es que los republicanos bloquearon el paso de Iceta al Senado, donde era el elegido por Pedro Sánchez para ser el presidente de la cámara alta. Ahora, este movimiento puede dañar las aspiraciones electorales de ERC, que competirá con el PSC por la victoria.