La modernista Casa Clapés de Antoni Gaudí, en venta

Entre 1988 y 1900, Antoni Gaudí, tras haber trabajado en la Casa Vicens, empezó a idear otro nuevo proyecto en el barcelonés barrio de Gràcia. En este caso se trataba de lo que tenía que ser el domicilio y el taller del pintor Aleix Clapés, situado en el número 125 de la calle Escorial 125. Clapés fue un colaborador de Gaudí, con el que trabajó, por ejemplo, en algunos de los tapices destinados a la Pedrera. El edificio proyectado por el gran arquitecto modernista se conoce hoy como la Casa Clapés e increíblemente está en venta.

Una importante mobiliaria, Engel & Völkers, la acaba de sacar al mercado por la espectacular cantidad de 1.815.000 euros. Cuenta con una superficie habitable de 586 metros cuadrados en los que hay tres dormitorios y cuatro baños. Al interior puede accederse tanto por el el garaje techado con espacio para tres coches, así como por un jardín -que cuenta con 500 metros- o por la puerta principal del edificio. La actual Casa Clapés todavía conserva las baldosas originales. Sin embargo, cabe precisar que lo que se vende no es todo el conjunto arquitectónico sino una parte, la mitad inferior.

La casualidad ha hecho que en estos días se dedique en el Palau Güell una exposición a la obra de Aleix Clapés, uno de los actos con los que se ha querido celebrar el primer centenario del fallecimiento del pintor. Aleix Clapés fue el pintor de cabecera de Eusebi Güell, el principal mecenas de Gaudí, durante varios años. Le precedió Manuel Ferrán Bajona (Barcelona, 1830-1896), que hasta entonces había sido el autor de los retratos de buena parte de su familia. Con Clapés, Güell quiso desplegar, en palabras del comisario de la muestra Josep Casamartina, el mito propio de príncipe de Cataluña heredero de “La Atlántida”, “versificada por Jacint Verdaguer, con el mecenazgo de su suegro, Antonio López, el marqués de Comillas”. Amigo de sus contemporáneos Santiago Rusiñol y Ramon Casas, la vida de Clapés es un misterio, aunque sí se sabe que fue íntimo amigo de Antoni Gaudí, hasta que la amistad quedó rota en 1911. El pintor murió arruinado a los setenta y cuatro años mientras pintaba unos murales en el Instituto Mental de Santa Creu. Con la venta de la que fuera su vivienda. hoy convertida en una lujosa residencia, también se vende una parte de la historia artística y patrimonial de la capital catalana.