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La factura del “procés”: siete investiduras fallidas en 10 años en Cataluña

Aragonès es el quinto candidato a la presidencia de la Generalitat que sufre un revés en el Parlament en la última década

El candidato de ERC a la presidencia de la Generalitat, Pere Aragonès, en las escaleras del Parlament durante un receso de la segunda sesión del debate de su investidura
El candidato de ERC a la presidencia de la Generalitat, Pere Aragonès, en las escaleras del Parlament durante un receso de la segunda sesión del debate de su investiduraEnric FontcubertaEFE

Tras casi una década de «procés» –iniciado oficialmente en 2012 con la primera multitudinaria manifestación de la Diada–, hay numerosos indicadores económicos, sociales o políticos que permiten hacer un claro balance de las consecuencias del tsunami independentista. En este sentido, los efectos sobre la política catalana se pueden medir con distintos datos, pero hay dos que destacan por encima del resto: las cuatro elecciones autonómicas celebradas desde 2012 (que sale a una media de una cita con las urnas cada dos años y tres meses cuando las legislaturas están previstas para durar cuatro años) y las siete investiduras fallidas en diez años.

En concreto, con los dos intentos frustrados de Pere Aragonès, son siete desde 2015. El «procés» ha impactado de lleno sobre el conjunto de la sociedad, pero también en el seno del independentismo, que ha acentuado y visibilizado sus guerras fratricidas durante los últimos años.

Artur Mas (2): las dos primeras investiduras fallidas tuvieron como protagonista a Artur Mas en los plenos celebrados el 10 y 12 de noviembre de 2015. El expresidente de la Generalitat, bajo la coalición de Convergència y Esquerra con la marca JxSí, venció en las elecciones, pero se quedó sin la mayoría absoluta y quedó en manos de la CUP. Pese a que lo intentó por todos los medios –incluso proponiendo someterse a una moción de confianza a los diez meses–, no hubo manera: los anticapitalistas enviaron a Mas a la «papelera de la historia», tumbaron su investidura y emergió la figura de Carles Puigdemont como relevo a última hora para evitar una repetición electoral.

Carles Puigdemont (1): el expresidente de la Generalitat consiguió ser investido a la primera el domingo 10 de enero, aunque sobre la bocina ya que habían pocas horas de margen para que se agotara el plazo previsto y se convocaran elecciones de forma automática. Sin embargo, Puigdemont, ya en Bélgica, no pudo ser reelegido porque se topó con Roger Torrent: el expresident del Parlament tumbó la voluntad del líder de JxCat de ser investido de forma telemática el pasado 30 de enero de 2018. El pleno estaba ya convocado, pero Torrent lo dejó en suspenso a última hora ante las advertencias judiciales.

Jordi Turull (1): el exconseller y ahora encarcelado en Lledoners por un delito de sedición se encontraba en aquel momento aún en calidad de investigado. Turull entró en prisión preventiva el 2 de noviembre de 2017 y salió el 4 de diciembre, justo a las puertas del inicio de la campaña electoral del 21-D. Visto que Torrent tumbó la investidura a distancia de Puigdemont, JxCat propuso a Turull como alternativa y se sometió a un pleno el 22 de marzo de 2018. Sin embargo, se encontró con el rechazo de la CUP, que se abstuvo en la votación y tumbó la investidura. Al día siguiente, Turull estaba convocado a una vistilla en el Tribunal Supremo, que dictó de nuevo la prisión provisional y se quedó sin opción a la segunda votación.

Quim Torra (1): el expresidente de la Generalitat apareció como tercera alternativa tras las investiduras fallidas de Puigdemont y Turull. Torra no consiguió tampoco convencer a la CUP en la primera votación (12 de mayo de 2018) y fue investido a la segunda por mayoría simple, gracias a los 66 votos a favor de JxCat y ERC y la abstención de los cuatro diputados cuperos.

Pere Aragonès (2): el aún vicepresidente de la Generalitat en funciones de president venció a JxCat en las elecciones del 14 de febrero y ha alcanzado un acuerdo con la CUP para la investidura, pero ahora ha encallado con Puigdemont. El líder de JxCat quiere retener mando y poder en el independentismo y pretende que Aragonès le ceda la coordinación y liderazgo del «procés», entre otras cosas. También hay otras carpetas por abordar en unas negociaciones que están llenas de obstáculos, entre los cuales destacan las desconfianzas y malas relaciones entre partidos.