Cuenta atrás

JxCat trata de ganar tiempo en plena rebelión interna con un acuerdo de mínimos con ERC

Los posconvergentes, divididos sobre el desenlace de la investidura de Pere Aragonès

La falta de acuerdo entre JxCat y Esquerra ha vuelto a poner de manifiesto la guerra que libran ambas formaciones por el liderazgo del independentismo desde hace tiempo. Si bien, poco a poco, a medida que el enredo se va haciendo mayor y el calendario se va estrechando –tienen hasta el 26 de mayo para evitar una repetición electoral–, la guerra entre los dos partidos puede acabar derivando en una batalla interna en JxCat.

El partido de Carles Puigdemont, creado en julio de 2020 y todavía por estabilizarse, fue planteado como una organización con miembros que solo tenían como único punto en común la voluntad por acelerar la independencia de Cataluña, pero con mucha variedad ideológica –se puede encontrar desde el liberal Joan Canadell a una diputada de la órbita de la CUP como Aurora Madaula– y estratégica. Esta composición tan heterogénea –buscando máxima transversalidad– se ha convertido ahora en un escollo para tejer una postura unitaria en un momento en que el «procés» ha perdido fuerza y la gestión ha pasado a primera línea por la pandemia.

Así, mientras un sector apuesta por el «cuanto peor, mejor» y defiende poner las cosas difíciles a Esquerra con tal de imponer su línea beligerante contra el Estado y flirtean con una repetición electoral o con marcharse a la oposición, hay otro sector –bautizado como institucional y, entre ellos, se encuentran consellers como Meritxell Budó, Damià Calvet o Miquel Sàmper– que defiende mantener el poder de la Generalitat y llegar a un acuerdo con ERC. Los republicanos, en privado, lamentan constantemente las dificultades que están teniendo para negociar con JxCat por la división que tienen internamente: de hecho, es una de las principales causas que detectan sobre la lentitud y complicaciones en la negociación. De ahí, que, entre otras cosas, hayan lograr prácticamente cerrar un acuerdo en determinados momentos y poco después quede hecho trizas.

¿Y Puigdemont? El expresidente de la Generalitat ha tratado de mantenerse alejado del día a día de las negociaciones –sí que es informado de las cosas, pero evita tomar parte–. Puigdemont quiere proyectarse como líder del independentismo y, para ello, intenta inhibirse de la refriega partidista. Quien está liderando las negociaciones en JxCat es el secretario general, Jordi Sánchez, cada vez más cuestionado internamente porque las negociaciones no han llegado a buen puerto y tampoco supo gestionar bien la integración del PDeCat.

En esta tesitura, JxCat ha tratado de ganar tiempo hoy con un acuerdo de mínimos con ERC y la CUP, que incluye cuatro puntos muy ambiguos para «desencallar» el inicio de legislatura: dar una respuesta a la crisis social y económica; defensa de los «derechos fundamentales»; construir un gran Acuerdo Nacional por la autodeterminación; y, crear un órgano de coordinación.

Pese a este acuerdo, en la reunión mantenida hoy entre las tres formaciones separatistas, Esquerra mantuvo su planteamiento de gobierno en solitario y JxCat sigue exigiendo una coalición. En paralelo, la ANC ha convocado una manifestación para el domingo y Jordi Cuixart (Òmnium) ha salido a exigir un acuerdo y cargar contra los «insultos» que se están profiriendo entre las distintas opciones del separatismo.