Historia

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Durruti: el misterio de una bala perdida y una tumba vacía

Todavía no se ha aclarado uno de los grandes enigmas de la Guerra Civil: ¿quién mató al dirigente anarquista?

Se cumplen 85 años de la muerte de Buenaventura Durruti
Se cumplen 85 años de la muerte de Buenaventura Durrutiarchivo

Es uno de los grandes enigmas de la Guerra Civil, pero junto a este hay otro. Son dos cuestiones en una: una bala perdida y una tumba con interrogante. Buenaventura Durruti murió en extrañas circunstancias a los pocos meses del estallido de la Guerra Civil. Fue un 20 de noviembre de 1936, curiosamente el mismo día en el que José Antonio Primo de Rivera era fusilado, cuando una bala perdida acabó con Buenaventura Durruti en Madrid.

Nos tenemos que trasladar a un día antes, al 19 de noviembre. La guerra ha empezado a mostrar su rostro más cruel, algo que Durruti había constatado en el frente de Aragón. Tras luchar allí, con sus columnas marchó hacia un Madrid que estaba conociendo el asedio de los sublevados. Este militante anarquista, nacido en León, en 1896, tampoco se ocultaba a la hora de emplear la violencia para defender sus ideales, lo que le valió ser detenido en diversas ocasiones, deportaciones y exilio, incluso durante los años de la Segunda República. Con el golpe de Estado en Marruecos y Canarias el 17 de julio y al día siguiente en la Península, Durruti se pone al lado de los republicanos y participa de una manera activa en la defensa de Barcelona. Es allí donde el día 20 falleció su querido compañero Francisco Ascaso tras recibir un balazo, hecho que fue un duro golpe para el protagonista de este artículo.

Las primeras semanas de la contienda le permitieron constatar a Durruti las varias batallas internas que se producen entre los anarquistas. Eso lo anima a alejarse de Barcelona y marcharse hasta Zaragoza formándose la recordada columna Durruti formada por 8.000 hombres. No lograrán liberar la capital aragonesa por falta de medios, pero sí consiguen hacerlo con pueblos cercanos donde se establece el comunismo libertario. Su columna, en noviembre, se trasladará a Madrid con su líder a la cabeza y será allí donde conocerá la muerte.

¿Qué ocurrió el 19 de noviembre de 1936? Alrededor de las once de la mañana ha concedido una entrevista para el noticiario filmado del PCUS y que serán las últimas imágenes que se tengan de él con vida. Dos horas más tarde, en la calle Isaac Peral, Buenaventura Durruti recibe un disparo en el pecho mientras entra en un automóvil, conducido por Julio Graves y con el sargento José Manzana. Cae al suelo desplomado y mortalmente herido. Es llevado inmediatamente a una habitación del Hotel Ritz, convertido en provisional hospital para las milicias catalanas. Tras doce horas de agonía, finalmente fallece en los primeros momentos del día 20, a las cuatro de la mañana. Muchos, al saber la noticia de la muerte de su líder, comienzan a proclamar que hay que vengarlo, pero ¿de quién?

Hay tantas hipótesis que parece imposible saber la verdad, desde una bala perdida a que se le hubiera disparado la pistola a Durruti. Los testigos presenciales, desde el primer momento, entraron en contradicciones tal vez con el objetivo de ocultar los muchos conflictos internos que se vivían dentro del anarquismo. Julio Graves es probablemente el más fiable de todos, explicando mucho tiempo después al periodista Cánovas Cervantes que alrededor del coche al que debía subirse Durruti caía una «lluvia de balas» que «arreciaba más cada vez. De la gigantesca mole colorada del Hospital Clínico, los moros y los guardias civiles disparaban con mayor ahínco. Al llegar a la portezuela del vehículo, Durruti se desplomó. Su pecho se hallaba traspasado. Manzana y yo descendimos del coche y le metimos dentro del mismo, sin pérdida de tiempo. Di la vuelta al coche, maniobré de la manera más rápida que pude, y me dirigí hacia Madrid, en dirección al Hospital de las milicias catalanas, en donde habíamos estado hacía poco. Y esto es todo».

Uno de los miembros de la columna Durruti en Madrid, Antonio Bonilla, no dudó en señalarle a Juan Llarch, autor del imprescindible «Matar a Durruti», que el líder anarquista fue asesinado por José Manzana. «La bala que hirió a Durruti salió del “naranjero” que portaba Manzana en su hombro. Cuando se bajaron del coche para hablar con los jóvenes que, en número de cinco, se encontraban cerca del chalet que ocupábamos y se dispusieron luego a seguir mi auto, que estaba parado más abajo. Manzana abrió la portezuela del Packard para que Durruti entrara en el automóvil y, cuando Durruti se hallaba encorvado para entrar en él, se le deslizó a Manzana el “naranjero” desde el hombro, dando en el estribo del coche, disparándose, de ahí que resultara el chaquetón de Durruti chamuscado por el fogonazo a corta distancia, entrándole la bala por debajo de la tetilla, rozándole el corazón».

Durruti fue enterrado en el cementerio de Montjuïc de Barcelona. Se esperaba que descansara con Ascaso en un futuro mausoleo construido en memoria de ambos. La inhumación fue complicada porque al depositar el féretro en la tumba asignada se descubrió que era muy pequeña por lo que hubo que buscar otra. En 1937 se presentó el mausoleo donde también se colocaron los restos de Ferrer i Guardia. Con el final de la guerra, los restos se perdieron y el monumento desmantelado. Actualmente la tumba de Durruti está vacía.