Cataluña
Un año del 14-F: Sin resultados en la mesa de diálogo ni inversiones en Cataluña
Un año de las elecciones catalanas Aragonès, incapaz de lograr réditos en la negociación con el Gobierno y criticado por los proyectos económicos tumbados
«No me preocupa la actitud de JxCat con la mesa de diálogo porque no tienen ninguna alternativa. Si la tienen, que la expliquen». Estas son palabras que se repiten muy a menudo en el Palau de la Generalitat para mantener la defensa de la negociación con el Gobierno a pesar de los intentos de boicot y las presiones de los posconvergentes. La paciencia de Pere Aragonès parece inagotable pese a los continuos regates del Gobierno, aunque tiene margen para aguantar frente a JxCat y la CUP porque, un año después de las elecciones del 14 de febrero, el independentismo, varado en la lucha cainita de los partidos, ha perdido toda capacidad de amenaza.
Lo cierto es que la mesa de diálogo era el principal icono de la nueva legislatura, pero se ha reunido tan solo una vez en el último año y no ha registrado ningún avance. La Moncloa tiene pocos incentivos con la mesa de diálogo ya que el independentismo está en una fase inofensiva y puede aducir que ha cumplido ya con su parte para desinflamar la crisis catalana después de indultar a los presos. En Esquerra presionan por volver a reunir el foro, pero también es cierto que es una cuestión que se ha ido diluyendo en la agenda del partido, como demuestra también que han empezado a desligarlo de las negociaciones en el Congreso. Los republicanos andan también muy volcados en la gestión tras años de desgobierno en Cataluña y la herencia de Quim Torra, pese a que, de momento, Aragonès tampoco está sobresaliendo en este apartado. Más bien al contrario, está proyectando mucha indecisión y falta de liderazgo.
Hay voces que en el partido hablan claramente de su preferencia por volver a situar en la agenda debates de carácter más social y económico, como los Juegos Olímpicos o el Aeropuerto, y escapar de la espiral de división que genera el «procés» entre las formaciones independentistas. Reconocen el daño que hace a las propias instituciones catalanas y al prestigio de la política episodios como el de Laura Borràs, que, después de atacar a ERC y CUP tras retirarle el escaño a Pau Juvillà para evitar una desobediencia al Estado, el sábado por la noche participó del corte de la avenida Meridiana en Barcelona pese a que había una prohibición expresa del propio Govern. Un desafío que ha causado mucha indignación. En cualquier caso, el contexto para poner freno al «procés» es muy favorable para Esquerra por la desmovilización independentista en la calle. En estos momentos, la presión es únicamente de la CUP, con cada vez menos influencia y tirón, y de JxCat, sumido en una profunda división y obligado a replantear su estrategia y aparcar su versión activista para proyectarse como un partido de gestión si quiere recuperar la Generalitat, pero tienen poca fuerza.
En este marco, Aragonès dará una conferencia este lunes para explicar la hoja de ruta, donde se abordará también cómo reenfocar el «procés» después de que el president se haya reunido en los últimos días con los partidos y entidades independentistas. Si bien, tanto la ANC, como JxCat y la CUP están muy alejados de la posición dialogante de ERC y apuestan por la confrontación y la materialización de la independencia o la celebración de un nuevo referéndum. En JxCat aspiran a que Aragonès dé en esta conferencia un golpe encima de la mesa ante los portazos del Gobierno a la negociación (al estilo de Artur Mas o Carles Puigdemont con su «referéndum o referéndum»), aunque parece muy lejos que dé un bandazo y se preste a los ultimátums que le reclaman.
En cualquier caso, el «procés», muy desinflado, apenas tiene capacidad para desgastar a Aragonès. De hecho, en este último año, lo que más capacidad de erosión tiene para el president es su cuestionable gestión, que se ha convertido en su flanco débil. Desde que fuera investido en mayo, ha dejado escapar un megaproyecto como la ampliación del Aeropuerto de El Prat y su ambigüedad y falta de liderazgo con los Juegos Olímpicos de Invierno para 2030 hace tambalear la candidatura de Cataluña y resta opciones frente al Comité Olímpico Internacional.
Ambos proyectos, además, se da la circunstancia que han contrapuesto a Esquerra y JxCat. Aragonès mostró dudas con la ampliación del Aeropuerto y eso dio pie a que AENA retirara los 1.700 millones de euros de inversión por la poca fiabilidad que generaba la Generalitat y ahora la situación se puede reproducir con las Olimpiadas. El president, preso del temor a la oposición de sus socios de la CUP y Comunes, también está mostrando poca convicción con los Juegos Olímpicos y eso puede ser un elemento que acabe dinamitando todo. En paralelo, JxCat defiende con fuerza ambos proyectos, lo que también da una idea de que las diferencias entre ambos partidos se van haciendo también más ruidosas en el eje ideológico, más allá del «procés». Este es un ámbito en el que Esquerra también se siente mucho más cómodo y que sí podría acabar allanando una ruptura en el Govern entre Esquerra y JxCat, aunque ese extremo se antoja por ahora muy lejano pese a las malas relaciones entre ambas formaciones.
Lo cierto es que Cataluña, muy castigada económicamente por el «procés» (se cayeron grandes proyectos como la Agencia Europea del Medicamento) y por la pérdida de empresas industriales, no está para desperdiciar ningún tipo de inversión. Tampoco está para la escasa proactividad de Aragonès para atraer las empresas que se marcharon por el 1-O, que puede acabar pasando factura.
Tampoco se puede decir que Aragonès no haya intentado sobresalir durante este año. Por ejemplo, con la sexta ola marcada por Ómicron, trató de anticiparse adoptando medidas para intentar liderar en España la gestión de la pandemia frente al protagonismo arrollador de Isabel Díaz Ayuso. Sin embargo, también le ha acabado saliendo mal porque las medidas adoptadas fueron muy impopulares (cierre del ocio nocturno y toque de queda) y mal medidas, lo que le ha hecho recular muy pronto.
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