Municipal

Colau veta los negocios fantasma: prohíbe los supermercados y expulsa a las cocinas

Barcelona aprueba un plan de usos para regular estos negocios que han proliferado con la pandemia

Vecinos afectados por una “ cocinas fantasma “
Vecinos afectados por una “ cocinas fantasma “Ruben MóndeloLa Razón

Era un secreto a voces que el Ayuntamiento de Barcelona buscaba una forma de regular una actividad económica que ha proliferado con la pandemia: los supermercados y cocinas fantasma. Así, el gobierno municipal de Ada Colau ha aprobado inicialmente un plan de usos que prohíbe la apertura de nuevos supermercados de esta índole y limita el radio de acción de las cocinas a la Zona Franca y el Besòs. Es una normativa en la que el ejecutivo municipal lleva trabajado durante el último año y que cobró trascendencia pública cuando los vecinos y entidades alzaron la voz contra dos proyectos de cocinas fantasma en Sant Martí y Les Corts.

Estos negocios, a grandes rasgos, podría definirse como locales, o incluso naves, reconvertidos en supermercados o incluso en multitud de micrococinas, sobre el papel, de diferentes restaurantes para satisfacer la creciente demanda de la comida a domicilio. Y cerrados al público. Ya que de su existencia dan cuenta el enjambre de motoristas que los frecuenta.

Según ha explicado la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, acompañada de la concejala de Comercio, Montserrat Ballarín, hoy se ha publicado en el BOPB la aprobación inicial del plan de usos. Ahora el Ayuntamiento abre un período de un año hasta aprobarlo definitivamente y acabar de consensuar la normativa con entidades, vecinos y grupos políticos. Por ahora, ERC ya se ha mostrado favorable. El portavoz de la formación, Jordi Coronas, ha avisado de que “Barcelona no es una ciudad fantasma, sino de vida. Lo que Barcelona hace mejor es el comercio de proximidad”. Hasta su aprobación definitiva, el Ayuntamiento mantendrá la suspensión de licencias actual para abrir súper y cocinas fantasmas.

La restricción más dura que prevé el plan de usos es para los supermercados fantasma (es decir, aquellos locales que operan como un supermercado, pero destinados exclusivamente al reparto a domicilio). En estos casos, en la ciudad no podrá abrir ninguna otra parte de los ya existentes, que sí podrán seguir funcionando porque tienen una licencia vigente.

Los súper fantasma ya existentes, no obstante, sí tendrán que pedir un permiso específico nuevo para legalizar el reparto a domicilio y tendrán que habilitar –en caso de no tener– un espacio en el interior de los locales para que descansen los repartidores y dejen aparcados las bicicletas o patinetes eléctricos. “Los repartidores deben disponer de espacios dignos donde poder descansar entre reparto y reparto, y deben poder ir al lavabo”, ha explicado Ballarín.

Las cocinas fantasma, expulsadas

El plan de usos que ha aprobado inicialmente Barcelona, así pues, también marca las reglas del juego para poder abrir cocinas fantasma o macrococinas en la ciudad: sólo podrán hacerlo en los polígonos industriales de la Zona Franca y del Besòs, y lejos de edificios residenciales. Así, el gobierno municipal quiere poner punto y final a las quejas de decenas de vecinos de la ciudad, que se han sentido amenazados por el intento de abrir negocios de este tipo en Les Corts y en Sant Martí.

Más allá de tener que ubicar las cocinas fantasma en suelo industrial, existen otras condiciones para poder recibir el visto bueno del Ayuntamiento. Por ejemplo, tendrán que hacerlo en calles que tengan al menos 25 metros de ancho, y tampoco podrá haber más de una macrococina o cocina fantasma en un radio de 300 metros. Al igual que los súper, las cocinas fantasma tendrán que reservar un espacio en el interior de los locales para los repartidores a domicilio (10 m² por cada 100 m² construidos).

El negocio de los platos preparados también se ve afectado por el plan de usos que inicialmente ha aprobado la Comisión de Gobierno de Barcelona. El texto prevé que puedan abrir nuevos sin condicionante geográfico; ahora bien, sí prevé algunas limitaciones. Los locales tendrán que tener un máximo de 300 m², no podrá haber más de uno en un radio de 100 metros y, en el caso de los locales de entre 100 m² y 300 m², deberán establecerse en calles de más de siete metros de ancho.

Al igual que el resto de negocios, para reparto a domicilio de comida habrá que pedir un permiso específico al Ayuntamiento, que obligará a reservar un espacio de estancia para los repartidores y sus vehículos (5 m² por cada 100 m² construidos).