Inédito

El álbum fotográfico perdido de Picasso

Un conjunto de imágenes del pintor malagueño, algunas de ellas desconocidas, forman parte del archivo de la Kootz Gallery de Nueva York

Samuel Kootz durante su primera visita a Picasso en diciembre de 1946
Samuel Kootz durante su primera visita a Picasso en diciembre de 1946Smithsonian

La Smithsonian Institution es una de esas instituciones estadounidenses que, además de acoger una red de museos, también contiene archivos imprescindibles para conocer algunos aspectos de la historia del país norteamericano. Es aquí precisamente donde se guardan los fondos documentales de una importantísima galería de Nueva York que tuvo entre sus artistas a Pablo Picasso. Nueva información de la colaboración entre el artista malagueño y la Kootz Gallery ha sido localizada por este diario en los fondos de la sala depositados en la Smithsonian Intitution. Son imágenes de las visitas que Samuel M. Kootz, en ocasiones acompañado de su esposa Jane Ogden Kootz, realizó al autor de «Les demoiselles d’Avignon». Algunas de las numerosas fotografías conservadas en este archivo se reproducen aquí por primera vez.

Picasso disparando en broma a su galerista Samuel Kootz
Picasso disparando en broma a su galerista Samuel KootzSmithsonian

Samuel M. Kootz fue uno de los grandes galeristas estadounidenses de todos los tiempos, apostando por el expresionismo abstracto. En las salas de su Kootz Gallery presentó trabajos de algunos de los nombres más importantes del siglo pasado, ya fueran jóvenes promesas o veteranos consagrados. De esta manera pudo construir una escudería artística formada, entre otros, por Robert Motherwell, Willem de Kooning, Adolph Gottlieb, Georges Braque, Fernand Léger, David Hare, Georges Mathieu o Tony Rosenthal. Pero la gran estrella era Picasso.

Los Kootz durante su visita a Picasso en La Californie
Los Kootz durante su visita a Picasso en La CalifornieSmithsonian

Un pequeño grupo de fotografías nos muestran a Samuel M. Kootz en su primera visita al taller de Picasso en la parisina rue des Grands Augustins, el mismo en el que fue pintado «Guernica». Para Kootz fue importantísimo poder viajar hasta la capital francesa y convencer a Picasso para ser su galerista en Estados Unidos. Que aquello era fundamental lo quiso también reflejar en una serie de fotografías que probablemente fueron realizadas durante el primer encuentro con Picasso en diciembre de 1946. En su imprescindible libro «Conversaciones con Picasso», el fotógrafo Brassaï apuntó cómo fue ese encuentro. Tras ver los cuadros que había en el taller, Kootz confesó a Brassaï que no le gustaban mucho los cuadros porque no eran lo suficientemente abstractos. Pese a ello hubo acuerdo, algo que cerró el galerista bajo el visto bueno del secretario del pintor, Jaume Sabartés. Tanto Picasso como Sabartés aparecen en algunas de las imágenes que se conservan en el archivo.

Jaume Sabartés, secretario de Picasso, en una imagen del archivo de la Kootz Gallery
Jaume Sabartés, secretario de Picasso, en una imagen del archivo de la Kootz GallerySmithsonian

El 27 de enero de 1947, Kootz Gallery inauguró la primera exposición monográfica dedicada a Picasso tras el final de la Segunda Guerra Mundial, todo un acontecimiento para el mundo artístico de la ciudad de los rascacielos. Se vendieron todos los trabajos expuestos. Kootz tuvo la exclusividad durante unos años de la producción picassiana en suelo estadounidense. Con lo logrado con la venta de los cuadros del malagueño, Kootz pudo invertir en la representación de los jóvenes creadores del momento.

En el archivo se ha encontrado otra remesa de imágenes que forman parte de otra visita a Picasso, en esta ocasión en junio de 1965. Ya no es el oscuro taller parisino sino el muy luminoso universo que el pintor había logrado crear en su finca de La Californie, en la Costa Azul. El objetivo era conseguir nuevas obras de Picasso con las que poder organizar una gran exposición.

Picasso bromeando con sus amigos en su taller
Picasso bromeando con sus amigos en su tallerSmithsonian

Las imágenes, en las que el galerista aparece acompañado de su esposa y de otra persona que no hemos podido identificar, recogen muy bien la confianza y amistad existente entre marchante y su artista principal. Picasso bromea con su amigo y colaborador, además de mostrarle sus trabajos más recientes.

Hay alguna fotografía curiosa, como aquella en la que Picasso juega a disparar con un rifle al mismo Kootz, como si se tratara de un cazador detrás de su pieza. Pero que se llegó a un acuerdo satisfactorio para las dos partes lo demuestra el hecho que en octubre de ese 1965, Picasso volvió a ser la estrella de una exposición en la Kootz Gallery en la que se ofrecían catorce pinturas del artista.