Siglo XXI
El nuevo Zoo de Barcelona empieza a coger forma
El mítico Aquarama se derribará para construir en su lugar una reserva de animales
El Zoo de Barcelona se ha convertido en una patata caliente para cualquier administración municipal. El modelo de animales enjaulados no casa con las sensibilidades actuales, pero no deja de ser una instalación muy apreciada con los más pequeños. Por ello, desde hace años, el Ayuntamiento intenta reconvertirlo en una suerte de modelo híbrido. Es decir, un espacio con animales pero solo para aquellas especies protegidas que puedan reproducirse en la naturaleza. Por lo que difícilmente podrán verse elefantes una vez mueran los actuales. En este proceso, el Zoo derribará este junio el Aquarama y construirá en su lugar una reserva para animales donde se ubicarán diversas especies temporalmente mientras se reforman sus recintos.
Según ha avanzado Betevé, la reserva se inaugurará a principios de 2023 y será una zona con dormitorios, condicionada para alojar a las diferentes especies de manera temporal. Además, está previsto derribar el delfinario (actualmente en desuso) después de que los tres últimos delfines que vivían se trasladaran a Atenas (Grecia) en julio de 2020, aunque todavía no hay fecha concreta para su derribo. El Aquarama fue sin duda uno de los símbolos del zoo del siglo pasado. Fue el hogar, por ejemplo, hasta 1994 de la orca Ulises.
A lo largo de sus más de 125 años de historia, el Zoo de Barcelona ha ido evolucionando en paralelo a la sociedad. Aunque siempre ha tenido vocación científica y divulgativa, esta tarea define especialmente el presente y el futuro de un equipamiento que durante décadas puso el foco en los animales exóticos y el entretenimiento. El Abuelo, las elefantes Baby y Júlia, el gorila albino Copito de Nieve, y los populares espectáculos del Orca Ulises y los delfines que tanta gente recuerda no podrían ser a día de hoy las estrellas del Zoo.
La zona del Sahel es una de las ultimas incorporaciones del equipamiento que propone una visita diferente, inmersiva. Todo el zoo será así. Aunque todavía no se ha acabado y se está tardando más de la cuenta, con el plan estratégico ya aprobado y el rumbo marcado, se espera que el desarrollo de esta área avance a mejor ritmo.
En este sentido, la idea es que el Sahel se extienda hasta las cebras, que crezca todavía más. La siguiente actuación prevista es la creación de un centro de interpretación que, según fuentes municipales, se desarrollará el año que viene (hay otros proyectos inminentes: el centro de interpretación de Komodos, un espacio de acogida en el acceso de Wellington, mejoras en la zona de jirafas, tapires e hipopótamos...).
El director del zoo, Antoni Alarcón, ha explicado a Betevé que el derribo del Aquarama supondrá un momento muy simbólico en la historia del equipamiento. “Ulises se fue en 1994, hace relativamente poco, y aquí hubo colas de barceloneses para despedirle”, recuerda Alarcón. Una situación, dice, constata que los tiempos han cambiado mucho. “Hoy en día es impensable un espacio como el Aquarama en el Zoo de Barcelona, que quiere estar alineado con los zoos modernos y que tiene como principal objetivo la conservación de la diversidad”. Tras el traslado del Ulises, el Aquarama fue el habitáculo de delfines, focas y leones marinos. En 2015 quedó en desuso. Una vez derribado, el enorme espacio que liberará -de unos 3.000 metros cuadrados- será una reserva para animales que se inaugurará a principios del 2023. Será una zona con dormitorios, acondicionada para albergar todo tipo de especies de forma temporal, cuando sea necesario porque se están realizando reformas en sus recintos. De hecho, el zoo ya trabaja en la reintroducción en el medio natural de diversas especies autóctonas de Cataluña, como el tritón del Montseny y el buitre leonado. Los tres últimos delfines que vivían en el delfinario del Zoo de Barcelona ─nuik, Tumay y Blau─ dejaron el recinto en julio de 2020 y se fueron hacia el Attica Zoological Park de Atenas. El Ayuntamiento tomó esta decisión después de que en 2015 se decidiera dejar de realizar exhibiciones de cetáceos en el parque porque se consideró degradante para los animales.
El delfinario, como el Aquarama, estaba en desuso aunque se inauguró se inauguró en 1968, el día de la Mercè de ese año. Se trataba de uno de los primeros recintos de este tipo de Europa y estaba formado por dos instalaciones: una cerrada para el invierno, con gradas encaradas a una piscina principal, y una abierta, de forma circular ─el Aquarama─ con un gran tanque central al aire libre y dos plantas dedicadas a la exhibición de peces a su alrededor.
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