Desafío
Puigdemont monta un “gobierno fake” para proclamarse “autoridad nacional” de Cataluña
Recrea un ejecutivo parainstitucional con consejeros y cargos propios para preparar un nuevo episodio de “confrontación” y desplegar su red internacional
“Me niego a ir por el mundo repartiendo tarjetas de una república inexistente”. Son palabras de Carles Puigdemont en las horas previas al 27 de octubre de 2017, cuando el dirigente se debatía entre impulsar la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) o convocar elecciones. Entonces apeló a la inexistente “República de Freedonia” de Groucho Marx –de la película “Sopa de Ganso”– para asegurar que no quería ser presidente de un país irreal, inventado y virtual. Ahora, casi cinco años después y con el “procés” en sus horas más bajas, Puigdemont se ha constituido su propio “gobierno fake” para relanzar el desafío y pasar de la “resistencia” a la “confrontación”. Este viernes incluso se ha hecho la “fotografía de familia” en un acto en la localidad de Ribesaltes, muy cerca de Perpiñán.
Puigdemont, proclamado por su propio Parlamento fantasma presidente del Consell per la República –una entidad que él mismo fundó–, encabeza el ejecutivo con dos nuevas incorporaciones: Teresa Vallverdú, abogada penalista, que se encargará del Despliegue Reglamentario; y Montserrat Corrons, vocal de la junta de Òmnium Cultural que asumirá la cartera de Apoyo a los Consejos Locales. Siguen, entre otros, el eurodiputado Toni Comín, el exconsejero de Cultura Lluís Puig y Aurora Madaula, dirigente de Junts y actualmente en la Mesa del Parlament. También están la exdiputada de ICV Carme Garcia y el cantautor Lluís Llach.
De hecho, el “gobierno fake” de Puigdemont simula un ejecutivo al uso con cargos y responsabilidades repartidas, habla de “legislatura” (2022-2024) y tiene una hoja de ruta llamada «Preparem-nos» –un documento estratégico– en la que deja claro su propósito: “El Consell per la República actúa como Autoridad Nacional, liderando el proceso de independencia y representando a nivel internacional los intereses de la República Catalana”.
En este sentido, los próximos pasos son hacer pública una “declaración política” para dar paso al “mandato” consiguiente. La premisa: “volver a la ofensiva” con el fin de “culminar el proceso iniciado el 1-O”. Y para ello, Puigdemont y su círculo se basarán en el mencionado documento estratégico para trasladar una serie de “propuestas concretas” a partidos y entidades independentistas.
Una maquinaria que Puigdemont ha engrasado tras lanzar su estrategia internacional al margen de la Generalitat, que también pasa por la creación de una red mundial de colaboradores que vayan “picando puertas” y expliquen el proceso independentista, como anunció hace dos meses mediante la creación de lo que llamó un “Ministerio de Exteriores libre”.
Eso sí, el equipo que rodea a Puigdemont es casi monocolor, totalmente descompensado en términos independentistas ya que los perfiles próximos a Junts están sobrerrepresentados –tanto el presidente, Puigdemont, como el vicepresidente, Comín, son eurodiputados del partido–, mientras que los nombres de ERC brillan por su ausencia. La CUP tampoco está aunque un cargo de Poble Lliure –una de sus facciones internas– sí pertenece al cónclave de Puigdemont. Este desequilibrio deriva de las fuertes discrepancias que mantienen los dos socios del Govern, posconvergentes y republicanos, con respecto a la estrategia independentista y con el expresidente exigiendo pilotar el “procés” desde Waterloo.
De hecho, el propio Puigdemont ha llamado a las bases independentistas a romper con los partidos en un claro desafío a ERC y al president Pere Aragonès. “Esto [por el «gobierno fake» constituido] nos da libertad para plantear las relaciones con los partidos de una nueva manera”, ha avisado Toni Comín.
“El presidente Carles Puigdemont ya está en Cataluña (Norte)”. Con este intento de juego de palabras Josep Lluís Alay (su mano derecha, en el punto de mira por los contactos de Rusia) ha anticipado un acto que se ha llevado a cabo en la localidad de Ribesaltes, muy cerca de Perpiñán, donde curiosamente Marine Le Pen ha cerrado la campaña electoral de la primera vuelta de las elecciones francesas.
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