Verano
Las cinco playas casi secretas de la Costa Brava
Recorrido de norte a sur por algunos de los enclaves más bonitos del Mediterráneo
Este fin de semana empieza oficialmente la temporada álgida del verano, la doble quincena mágica -la última de julio y la primera de agosto- marcada en rojo en el calendario por el sector turístico, que cruza los dedos tras la pandemia. El “sol y playa” es una de las fórmulas preferidas por los turistas que acuden a Cataluña en busca de aires mediterráneos. Y aquí la Costa Brava emerge como destino infalible, una zona especialmente atractiva por su orografía con grandes acantilados, pequeñas calas recónditas y bosques de pinos que llegan prácticamente a la arena.
Su gran extensión permite emprender varias rutas, desde los clásicos -Tossa de Mar, Palamós, L’Escala, Cadaqués, Portbou- a lugares más recónditos y apartados, lejos de las hordas de turistas que invaden puntos calientes como Lloret de Mar o Platja d’Aro. Tierra de Dalí y de Pla, estas cinco opciones garantizan un chapuzón tranquilo en uno de los epicentros turísticos del Mediterráneo.
Cala Jugadora: Quizás una de las más recónditas de Costa Brava, enmarcada en un entorno de privilegio como el Cap de Creus. Pertenece al municipio de Cadaqués y está pocos kilómetros Faro, el punto más oriental de la península ibérica. Además, se encuentra muy cerca de Cala Fredosa, otra de las posibilidades de la zona.
Aiguablava: Enmarcada dentro del municipio de Begur, unos kilómetros al sur del Cap de Creus, aparece una cala de postal, con aguas turquesas y bosques que rodean los acantilados. También destaca la vecina Sa Tuna en una exclusiva zona con varios restaurantes, chiringuitos y hoteles de primer nivel.
Cala Estreta + Cala de S’alguer: La zona de Palamós y sus alrededores es una de las mejores opciones de la Costa Brava pese a no tener la pompa de Cadaqués ni la mística del Cap de Creus. En este conjunto destacan dos playas: a la primera se llega por el sendero que une la playa del Castell -también muy recomendable, mucho más amplia y a pocos metros del poblado ibérico que le da nombre- con Calella de Palafrugell; y la segunda también se puede acceder desde el mismo Castell o bien desde la Fosca, con parada obligada en la Pineda d’en Gori.
Cala Futadera: La última opción de norte a sur en este recorrido es Tossa de Mar y sus inmediaciones, con varias calas como la citada Futadera o Cala Bona. Todas son de pequeño tamaño y permiten gozar de la propia ciudad de Tossa, un municipio costero que presume de gastronomía local y paisajes al Mediterráneo.
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