De la ANC

El Govern se divide ante la Diada más convulsa

Los consejeros de ERC secundan a Aragonès y no estarán en la manifestación, mientras Junts sí acudirá en tromba

Justo cuando se cumplen cinco años de las leyes de ruptura que el independentismo forzó y aprobó en el Parlament en 2017 en una imagen de insólita unidad, el Govern actual vuelve a evidenciar sus costuras ante una de las citas más importantes del año para el nacionalismo: la Diada. La manifestación de la ANC se ha convertido en el nuevo quebradero de cabeza de los partidos que conforman el Ejecutivo, con ERC borrándose de la cita y Junts asistiendo en tromba y señalando a sus compañeros de gabinete.

Pere Aragonès ya anunció a finales de la semana pasada que no acudirá a la movilización que cada año organiza la ANC y culpó a la entidad de «dividir» al independentismo. No lo harán ni él, ni previsiblemente Oriol Junqueras, ni los consejeros de Esquerra en la Generalitat. Una ausencia para denunciar la deriva «autodestructiva» que a su juicio está tomando la ANC con sus planteamientos unilaterales y contrarios a los partidos políticos.

ERC secunda el planteamiento del president Aragonès –«La ANC ha optado por excluir, dividir y hacer pequeño al movimiento independentista», repiten– y fue el propio Junqueras quien salió al paso de las críticas y defendió ayer la postura del partido: lamentó que la manifestación que organiza la entidad para la Diada del 11 de septiembre «va en contra de muchos independentistas» y del partido «mayoritario del independentismo», en referencia a Esquerra.

Además de Aragonès, ninguno de los titulares republicanos de los departamentos del Ejecutivo catalán acudirá a la manifestación, por lo que la presencia del Govern se limitará al vicepresidente de la Generalitat y conseller de Políticas Digitales y Territorio, Jordi Puigneró, y el resto de dirigentes de Junts. Una información confirmada tras varios días de rumores, con Esquerra en el punto de mira y el Ejecutivo tratando de cerrar filas y pidiendo unidad de puertas hacia fuera ante una fotografía de división total para la Diada. De hecho, por parte de los posconvergentes también estarán el secretario general, Jordi Turull, y previsiblemente la ex presidenta del Parlament y responsable del partido, Laura Borràs, además de los principales cuadros de la formación.

Junts se han desmarcado desde el primer momento de la nueva guerra abierta entre ERC y la ANC y busca usar la Diada para alimentar su estrategia de confrontación de cara al otoño que se avecina. En su horizonte aparece el debate de política general que se celebrará la última semana de septiembre en el Parlament y en el que lanzarán otro órdago a Pere Aragonès al exigirle un cambio de rumbo del «procés», un mensaje que quieren empezar a cuajar desde esta misma Diada.

Si ERC y Junts andan a la greña por la estrategia, el rumbo del Govern e incluso su presencia en la Diada, la profunda herida del independentismo se hace aún más honda teniendo en cuenta a la ANC. La nueva presidenta de la entidad advirtió ayer a los partidos de que, si no dan un giro y superan su «autonomismo», la asociación promoverá una «lista de país» alternativa en las próximas elecciones catalanas.

Si en las Diadas posteriores a 2017 el independentismo evidenció sus divisiones internas cada vez con mayor intensidad, en esta edición ya se están traduciendo en un cruce de reproches público, que amenaza con una mayor desmovilización en una manifestación que ha ido perdiendo fuelle en los últimos años. En 2019, el año antes de la pandemia, la cita de la ANC en Barcelona congregó a 600.000 personas, menos de la mitad que en el momento álgido del «procés». Hace ahora 12 meses, la Diada fue de mínimos y apenas sumó a 100.000 manifestantes en las calles. Donde sí se espera una presencia transversal de las fuerzas soberanistas es en el acto político que organizará Òmnium Cultural y al que acudirá Aragonès.

La CUP, por su parte, organizará su propia protesta el domingo por la tarde en Urquinaona y pide al Govern de ERC y Junts «pasar página y abrir un nuevo ciclo de ruptura con el Estado».