Historia y ocultismo
El día que el líder de las temibles SS nazis ignoró a la Moreneta en Montserrat para buscar el Santo Grial
Heinrik Himmler no tuvo suerte en su casa y captura el mítico elixir de la eterna juventud en el corazón de Cataluña
Teniendo en cuenta la larga tradición de mitos, leyendas y demás historias del corazón espiritual de Cataluña, la abadía de Montserrat, y la fascinación del nazismo por el ocultismo, los caminos tenían que entrecruzarse. Y ocurrió, en 1940.
Para comprenderlo del todo, nos tenemos que remontar al siglo XIX, y más concretamente a la ópera “Parsifal” de Richard Wagner, el compositor favorito de Adolf Hitler. En la obra se habla de Montsalvat (Monte de la Salvación), en el que se custodia el Santo Grial, el elixir de la eterna juventud.
El vínculo entre ambos montes nunca ha quedado claro, pero sí que es cierto que en la primera representación de “Parsifal” en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona el decorado estaba basado en Montserrat y su peculiar paisaje. De ahí a que llamase la atención del nazismo más ocultista había un paso.
El gran protagonista de la visita fue ni más ni menos que el número 2 del régimen, el jefe de las temibles SS, Heinrich Himmler. El líder nazi dedicó gran parte de la excursión a preguntar por el Santo Grial a los monjes de la abadía, que al parecer desconocían por completo su paradero.
Tal era la fijación de Himmler, que ignoró a la Moreneta, la virgen del santuario, y ni llegó a besarla.
Las SS tenían una sección ocultista llamada Ahnenerbe y cuyo objetivo era ni más ni menos que investigar sobre el origen de la raza aria, dentro de lo cual entraba buscar reliquias (unas más reales que otras) de la religión. De hecho, Hitler llegó a tener en su posesión la supuesta lanza con la que se atravesó a Jesús en la Cruz, que según la leyenda daría el destino del mundo a las manos que la poseyeran. Con esas intenciones, entonces, se presentó Himmler en Montserrat, donde fue recibido por el padre Ripol.
El nazismo daba crédito total a la historia o leyenda, según la que los templarios depositaron el Santo Grial en Montserrat, o en el pequeño pueblo del sur de Francia llamado Montsegur. Himmler optó por buscarlo en el corazón espiritual de Cataluña, pero sin éxito alguno.
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