Armas y letras

Cuando Josep Pla se topó con el fascismo de Mussolini

El escritor ampurdanés fue testigo de excepción del ascenso de los totalitarismos en Italia

Mussolini se dirige a las masas desde sus dependencias en la Plaza Venecia de Roma
Mussolini se dirige a las masas desde sus dependencias en la Plaza Venecia de Romalarazon

En estos días, Italia es la protagonista de la actualidad internacional tras los comicios que se celebraron el pasado domingo y que dieron la victoria al partido Hermanos de Italia, encabezado por Giorgia Meloni. No son pocas las voces que han visto ciertos paralelismos entre lo que sucede ahora en ese país con lo que vivió hace casi cien años, con la llegada al poder de Benito Mussolini. Para comprender si eso es así, lo mejor es ir a las fuentes, buscar un testimonio directo de una de las etapas más tristes y dramáticas de la historia italiana. Alguien que lo vivió en primera persona y escribió sobre el tema fue un periodista llamado Josep Pla.

El autor de “El quadern gris” pudo como reportero ser el cronista de algunos de los acontecimientos más destacados del tiempo que le tocó vivir. De esta manera pudo reflejar en sus crónicas, en sus papeles dispersos, la ascensión de Hitler en Alemania, la proclamación de la Segunda República en España o la marcha hacia Roma de las camisas negras de Mussolini. Por otra parte, no se puede olvidar que Pla siempre sintió una gran fascinación por Italia, casi su segunda patria.

Josep Pla en Llofriu, Girona
Josep Pla en Llofriu, GironalarazonLa Razón

Benito Mussolini, en 1919, se había aprovechado del descontento imperante en Italia para crear un movimiento político llamado Fasci italiani di combattimento, lo que será el germen del Partido Fascista. En marzo de 1921, las “camisas negras” de Mussolini desfilaron por Milán con motivo del funeral por las víctimas del atentado anarquista del Teatro Diana. De esta manera, el movimiento fascista no ocultaba su odio y desprecio hacia las izquierdas, a la vez que se hacían con el apoyo de las grandes fortunas industriales italianas. Muy poco después, en el mes de mayo, Mussolini conseguía ser diputado. Era la plataforma perfecta para alcanzar un poder buscado y deseado a toda costa, especialmente mediante el uso de la violencia. Cuando el 2 de agosto de 1922, las izquierdas organizaron una huelga general con la que quieren protestar contra la violencia de las “camisas negras”, los fascistas de Mussolini pusieron en marcha su respuesta más radical. A finales de octubre de ese año, Mussolini y los suyos tomaban el poder por la fuerza. El rey Víctor Manuel, en vez de declarar el estado de sitio, decidió pedir al líder fascista que formara gobierno. Un día más tarde, Mussolini entraba en la capital italiana en una puesta en escena que ha pasado a la historia como la Marcha sobre Roma.

Pla lo vio todo y lo contó, en ocasiones buscándose serios problemas, hasta el punto de que el gobierno italiano pretendió expulsarlo por sus críticas crónicas por cuanto sucedía en el país transalpino. En una carta a su hermano Pere, de septiembre de 1922, el escritor apuntaba que estando en Italia “estuve a punto de ser expulsado por el gobierno a causa de los artículos sobre el fascismo. Me salvó Matons [se refiere a August Matons, ingeniero agrónomo y ensayista], quien hizo que el cónsul de Italia en Barcelona diera buenos informes y se suspendiera la encuesta”. Por ese motivo, Josep Pla añadía a continuación que “en Italia, hoy, no se puede hablar claro”.

Sí habló claro en sus textos de lo que vio en Italia y, eso estaba claro, no le gustó nada aquello. Eso es lo que demostró en algunos artículos. Es el caso de un artículo en el que recuerda como un día, leyendo las páginas del diario “La Nazione di Florencia” se encontró con el anuncio de “la gran concentración fascista que se estaba produciendo sobre Milán, con gente llegada de toda el área del valle del Po y de la Alta Italia”. En la citada información se indicaba que todo aquello estaba siendo dirigido personalmente por Mussolini. Así que una vez se acabó el desayuno, Pla se fue hasta la Piazza Mentana. “Estaba negra de gente, la concentración humana era muy espesa. Cantaban el himno fascista. El Giovinezza. Puede que lo cantaran con un aire ligeramente expectante, pero lo hacían con cierto aplomo y en medio del jolgorio general”, rememoró Pla.

Una vez en la plaza, se encontró casualmente con uno de los principales dirigentes del partido de Mussolini, Aldo Finzi, y que en ese momento estaba saliendo de su domicilio. El periodista Josep Pla no pudo evitar acercarse. “Me dijo con gran vivacidad lo que yo quería preguntarle:

Non ne parlamo più, caro signore! Il Re è d’accordo, Auguri! Arrivederci ..

Salí del creciente empalago patriótico de la Piazza Mentana y me dirigí al centro de la ciudad”.

El 2 de enero de 1925, en “La Publicitat” hacía balance de lo que estaba haciendo Mussolini desde el poder. Allí reconocía que el líder fascista “hoy es prisionero de su política doble. Ha querido aplicar la tradicional política italiana del vuelco de vals en la política exterior”. Por todo ello, concluía con un reconocimiento: “Se ha equivocado. El horror a los ricos y la tendencia a la insinceridad organizadora le ha hecho perder el partido y la oposición. Tenía los elementos para pasar a la historia con un plumero revolucionario, y quedará como un vulgar ambicioso vagamente spumante”.