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Las altas temperaturas del verano provocan una fuerte plaga de ratas en Barcelona

Los avistamientos de estos roedores han crecido en la ciudad respecto el año 2021

Ratasjunto a un montón de basura, en Barcelona
Ratasjunto a un montón de basura, en BarcelonaLa Razón

El verano del 2022 será recordado por las elevadas temperaturas, pero también por las plagas, especialmente de cucarachas y roedores, que han hecho saltar las alarmas en diferentes ciudades ante lo que parece un problema de salud pública. En Barcelona, las ratas han sido noticia en los medios de comunicación y las redes sociales han ido cargadas de imágenes en las que campaban a sus anchas, incluso a plena luz del día, por el casco antiguo y por lugares tan turísticos como la plaza Cataluña. “Las reglas del juego están cambiando y todo apunta hacia una progresiva proliferación”, advierten los expertos de EZSA Sanidad Ambiental, empresa con 40 años de experiencia en el control de plagas.

Los datos lo confirman. Solo en Barcelona, EZSA ha recibido en lo que va de año un total de 409 llamadas de urgencia por problemas con roedores. Es un 43,51% más que en el mismo periodo de 2021, cuando se registraron 285. En algunos meses, como mayo y julio, el incremento de avisos supera casi el 100% respecto al mismo mes del año pasado.

Pero los roedores, aun siendo la plaga protagonista de este verano barcelonés, no han sido la única pesadilla. También las cucarachas han tenido este verano mayor presencia. Animadas por el calor, que acelera la eclosión de los huevos, y con las cloacas como incubadora favoreciendo su ritmo de reproducción, las cucarachas han generado más llamadas de emergencia, según EZSA. Así, en la capital catalana el número de avisos recibidos por estos insectos, entre enero y julio,se ha disparado un 74,68% con respecto al mismo periodo del año pasado.

El aumento de las temperaturas y las humedades con motivo del cambio climático hacen que estén aumentando los nichos y que mejoren los momentos de mayor actividad metabólica de estos animales”, explica Ignacio Santamarta, director de Innovación de EZSA. Además, el confinamiento durante la pandemia por covid-19 generó nuevos hábitos entre los roedores que, acostumbrados a evitar la presencia humana, se habituaron a salir a las calles y fueron perdiendo el miedo al contacto con las personas.

“Y, por otra parte, el uso de los rodenticidas con materia activa, debido a los cambios en la legislación ha provocado que esta técnica de control esté cada vez más limitada y sometida a condiciones mucho más severas, lo que provoca que el control de poblaciones sea más complejo”, añade Santamarta.

Barcelona no es un caso excepcional, sino fruto de un cúmulo de circunstancias que se han convertido en caldo de cultivo y que podría repetirse en cualquier otra ciudad. Entre los factores implicados destacan la humedad ambiental, relacionada con el cambio climático, pero también los años del alcantarillado de la ciudad, el estado de las instalaciones, la limpieza de las calles, etc. Ciutat Vella es una de las zonas más afectadas, especialmente el Raval, el Gòtic, el Born y la Barceloneta, y ello tiene mucho que ver con la antigüedad de los edificios y el estado de los bajantes y canalizaciones, donde estos animales e insectos encuentran recovecos adecuados para su proliferación.

También la presencia del ser humano es un factor importante para la proliferación de plagas. En Barcelona, como ocurre en otras grandes urbes, la elevada densidad de población y el desembarco constante de turistas genera nichos de alimento que favorecen la aparición de múridos y blátidos y dificulta su control. De ahí la importancia de la colaboración ciudadana para mantener la limpieza de las calles y hacer una gestión adecuada de los residuos.

“No existe un motivo único para toda la ciudad sino que en algunas zonas proliferan más las plagas por motivos concretos y es en esos en los que pueden y deben focalizarse los esfuerzos”, recomienda Santamarta.