Historia del mechero (con récord Guinness español incluido)

Un encendedor, también llamado mechero, fosforera, chisquero, fuego o yesquero, es, por definición, un dispositivo portátil que genera una llama y se puede usar para encender una variedad de artículos, como cigarrillos, encendedores de gas, fuegos artificiales, velas o fogatas. Consiste en un recipiente de metal o plástico lleno de un líquido inflamable o gas comprimido, un medio de ignición para producir la llama y alguna disposición para extinguir la llama. Alternativamente, un encendedor puede funcionar con electricidad, utilizando un arco eléctrico o un elemento calefactor para encender el objetivo.

La forma más primitiva de encendedor consistía en lo que se llamaba pedernal, eslabón y yesca. Puede considerarse como tal porque todos los elementos se llevaban juntos en un recipiente. La piedra era pedernal, que se golpeaba con un trozo de hierro (generalmente un eslabón de una cadena) produciendo chispas que encendían un manojito de fibras vegetales secas (yesca). Se apagaba cuando se consumía la yesca.

Los primeros encendedores modernos, digamos, eran una suerte de pistolas de chispa que usaban pólvora. De ello tenemos testimonio gracias a la viajera turca Evliya Çelebi que visitó Viena en 1662 como miembro de una misión diplomática otomana y admiró los encendedores que allí se fabricaban: “Encerrados en una especie de cajita hay yesca, acero, azufre y madera resinosa. Cuando se golpea como la rueda de un arma de fuego, la madera estalla en llamas. Esto es útil para los soldados en campaña”. El químico alemán llamado Johann Wolfgang Döbereiner inventó un prototipo de mechero industrial en 1823 y a menudo se le llamaba lámpara de Döbereiner. Este encendedor funcionaba pasando gas hidrógeno inflamable, producido dentro del encendedor por una reacción química, sobre un catalizador de metal de platino que a su vez hacía que se encendiera y emitiera una gran cantidad de calor y luz.

Las bases para los mecheros modernos se estaban asentando. En 1909 el austro-húngaro barón Carl von Auer von Welsbach inventó la piedra de mechero y en 1932 el estadounidense George Grant diseñó un mechero sumamente manejable y útil que llamó Zippo, muy usado por los soldados en la Segunda Guerra Mundial. La compañía Zippo tuvo que utilizar el material disponible para la producción de sus mecheros, un acero de grado secundario. Los primeros 1942 encendedores Zippo empezaron a corroerse por la humedad. Para solucionarlo decidieron recubrir las cajas exteriores con una pintura negra pesada y tratarla al horno, la que le aportó cierta textura y gran protección, esto dio lugar a una estructura superficial arrugada, que más tarde sería llamada Black Crackle. En 1945 salió al mercado el primer mechero de gas líquido que no necesitaba mecha. Y en 1971 la empresa Bic lanza al mercado el primer encendedor con llama ajustable, por lo que los encendedores actuales tienen un depósito de combustible, una piedra que provoca la chispa por roce con una rueda estriada, el gas que brota de un inyector, y un mecanismo para apagar la llama por cese de suministro de combustible. Los encendedores más modernos ya no utilizan piedra, sino un sistema piezoeléctrico que por el impacto con un cuarzo produce una chispa.

En este contexto, hace una década, en 2014, el español José Pérez Richarte, natural de Barcelona obtuvo récord Guinness con el encendedor más pequeño del mundo. Las medidas son: 11 (alto) x 6 (ancho) x 2.4 mm de grosor. No llega ni a un gramo de peso, 870 miligramos, y tiene una capacidad de depósito de 4 mililitros cúbicos de gasolina.

El propio inventor recuerda en su blog que “la presentación al Guinness fue para mi la parte más compleja ya que tuve que enviar toda la documentación planos, fotografías, declaración de personas públicas relevantes o documento notarial, todo esto traducido a inglés por un traductor jurado y su firma en todas las hojas que porta la documentación, también me solicitaron la maqueta o una maqueta ciega a escala real de iguales dimensiones”. No obstante, lo consiguió y así ha quedado recogido.