Medio Ambiente

Barcelona, segunda ciudad de Europa en mortalidad por calor

El análisis de Imperial College y LSHTM atribuye la mayoría de fallecimientos al cambio climático. La capital catalana se queda solo por detrás de Milán en el ranking

BARCELONA, 17/08/2025.- Turistas se refrescan en la fuente de Canaletas este domingo en Barcelona. Cataluña afronta este domingo la jornada con mayor riesgo de incendios de todo el año, ya que se prevé el pico de la ola de calor con temperaturas extraordinariamente altas en todo el territorio que en algunos puntos superarán los 40 grados, según ha alertado Protección Civil de la Generalitat. EFE/Alejandro García
Calor en BarcelonaAlejandro GarciaAgencia EFE

Barcelona se ha situado como la segunda ciudad europea con más muertes durante la ola de calor que azotó el continente entre el 23 de junio y el 2 de julio de 2025, según un análisis rápido elaborado por un equipo de científicos del Imperial College London y la London School of Hygiene & Tropical Medicine. La investigación, centrada en 12 grandes urbes europeas, estima que en Barcelona fallecieron 340 personas por causas vinculadas a las altas temperaturas, de las cuales 286 se atribuyen directamente al calentamiento global, lo que equivale al 84% del total en la ciudad condal.

El estudio, presentado como una evaluación de atribución en tiempo casi real, sitúa a Milán como la ciudad más afectada por el exceso de mortalidad impulsado por el cambio climático, con 317 muertes, seguida de Barcelona (286) y París (235). Londres (171), Roma (alrededor de 160) y Madrid (108) ocupan los siguientes puestos en un balance que, en conjunto, refleja el impacto desigual del calor extremo en la población urbana europea. En total, los investigadores calculan 2.300 muertes vinculadas al calor en las 12 ciudades, de las que aproximadamente 1.500 —el 65%— no se habrían producido sin el aumento de temperaturas causado por la crisis climática.

Más allá del cómputo, el informe subraya un patrón que los científicos califican de «asesino silencioso»: la mayoría de estas defunciones no aparecen de forma inmediata en registros oficiales como muertes por calor, y su dimensión real solo se revela mediante análisis epidemiológicos que relacionan temperatura y mortalidad diaria. La señal de atribución al cambio climático es, según los autores, nítida: en las ciudades analizadas, la ola de calor fue entre 1°C y 4°C más cálida que en un mundo sin el calentamiento antropogénico, y ese exceso térmico disparó los fallecimientos entre personas vulnerables, especialmente mayores de 65 años, que concentraron cerca del 90% de las muertes.

El caso de Barcelona destaca por su combinación de exposición y vulnerabilidad. Pese a registrar temperaturas medias algo inferiores a las de Madrid durante parte del episodio, la mortalidad atribuible al cambio climático fue notablemente mayor en la capital catalana. Los autores apuntan a posibles diferencias estructurales —como la proporción de viviendas unipersonales, el estado del parque de vivienda, la disponibilidad de refrigeración y el efecto isla de calor urbano— que podrían amplificar el riesgo local. También señalan que la llegada temprana de la ola, a inicios del verano, pudo pillar a la población menos aclimatada, un factor conocido por aumentar el impacto sanitario.

Eventos extremos,

El trabajo, en línea con la literatura científica reciente sobre atribución de eventos extremos, combina observaciones meteorológicas, contrafactuales climáticos (qué habría ocurrido sin calentamiento global) y funciones exposición-respuesta entre temperatura y mortalidad basadas en décadas de datos. Mediante esa comparación, estima el «exceso» de muertes atribuible al cambio climático. Los investigadores insisten en que se trata de estimaciones prudentes y transparentes: no pretenden sustituir los balances oficiales, sino ofrecer una aproximación rápida y metodológicamente sólida para guiar decisiones de salud pública y políticas urbanas. Las conclusiones tienen implicaciones inmediatas. En el terreno de la mitigación, refuerzan el mensaje de que reducir de forma acelerada las emisiones de combustibles fósiles es una medida de salud pública, además de climática, dado que cada décima de grado menos reduce el riesgo de mortalidad por calor. En adaptación, abogan por planes específicos para barrios vulnerables: ampliación de refugios climáticos, redes vecinales para localizar y asistir a personas mayores que viven solas, horarios flexibles de trabajo en exteriores, mejoras de aislamiento y ventilación en viviendas, incremento de áreas verdes y soluciones de sombreado, y protocolos sanitarios que anticipen picos de demanda.

Para los responsables, el episodio de junio-julio de 2025 no es una anomalía aislada, sino un anticipo de veranos cada vez más cálidos e intensos en Europa, con especial incidencia en la cuenca mediterránea. El riesgo, advierten, crecerá a medida que las olas de calor se intensifiquen, se adelanten en el calendario y se prolonguen. De no modificarse la trayectoria actual, Barcelona podrían ver incrementarse tanto la frecuencia como la severidad.