Barcelona

La eterna maldición del Liceu de Barcelona

El mítico teatro ha sufrido 2 incendios, una inundación y un atentado en sus dos siglos de Historia

El mítico indendio de 1861
El mítico indendio de 1861Google

Muchos sucesos negativos han sucedido en el Gran Teatre del Liceu en sus dos siglos de historia, quizá demasiadas, e incluyen incendios y un atentado. El fuego más reciente, ocurrido en 1994, aún flota en la memoria de la ciudad.

Concretamente, se ha calcinado dos veces, en 1861 y 1994. Aún se recuerda la tremenda conmoción en el rostro de Montserrat Caballé, llorando al ver arder su segunda casa. Donde ahora se alza el teatro más famoso de Barcelona, hubo antiguamente un convento de trinitarios descalzos, algo muy habitual en el siglo XIX. Ocurría lo mismo con el convento de Sant Josep, ublicado en el actual mercado de la Boquería.

Los monjes tuvieron que recuperar el convento, que había sido apropiado por los soldados de Napoleón, pero al poco tiempo se quemó, y los clérigos abandonaron el lugar. Finalmente, el teatro fue construido en 1844 e inaugurado tres años más tarde. El recinto resultó quemado 17 años después, e el transcurso del carnaval de 1861, lo que destruyó el edificio casi por completo. La maldición siguió con la bomba del Liceo, un atentado perpetrado por el anarquista Santiago Salvador en 1893 y en el que murieron 20 personas. El Liceu se quemó por última vez en 1994, cuando una chispa prendió en el telón del escenario y provocó que el teatro ardiera hasta sus cimientos. Fue construido de nuevo y reinaugurado en 1999. Esta sería a grandes rasgos la historia maldita del famoso teatro.

El Liceu siempre se concibió como una casa para la música y el teatro. Sus orígenes se remontan a 1837, en la Sociedad Dramática de Aficionados. Esta edificó su sede sobre las ruinas de un convento arrasado por un incendio en ese mismo siglo. Durante las obras se encontraron restos de los citadosantiguos monjes, lo que ya aportó misterio al recinto. También se rumorea que en el pasado se practicaron rituales paganos, muy mal vistos en el siglo XIX.

Aparte de la burguesía y la clase alta de la ciudad, en el recinto se celebraban todo tipo de fiestas, también para los ciudadanos humildes. Una de las más populares era la de Carnaval. En la edición de 1861, se declaró un incendio que destruyó por completo la sala y el escenario. De nuevo, corrió el rumor de que era una maldición de los monjes, hartos de tanta celebración pagana.

Las labores de reconstrucción apenas duraron un año. Una gran inundación las redujo a nada. Finalmente, el Liceu se reabrió en 1862, pero la tranquilidad duraría poco. Eran años de pistolas en las calles.

El 7 de noviembre de 1893, un anarquista lanzó dos bombas desde la platea mientras se estrenaba el “Guillermo Tell” de Rossini. Era el estreno de la temporada de invierno y ahí se encontraban las grandes fortunas catalanas. Camuflado entre las butacas, en el quinto piso, se encontraba Santiago Salvador. Poco después del inicio del segundo acto, arrojó dos bombas hacia la platea. La primera estalló provocando la muerte de 20 personas. La segunda no llegó a detonar pero la tragedia, una vez más, volvía a los escenarios.

El atentado era una respuesta a la muerte de Paulino Pallás Latorre, que dos meses antes había intentado asesinar al General Martínez Campos con dos bombas. En vez de huir, se dejó detener y condenar al grito de viva la anarquía. Salvador, por su parte, se dio la fuga. La policía le encontraría meses más tarde escondido en casa de un amigo. Le ejecutaron a garrote vil.

Después de un siglo de tranquilidad, el 31 de enero de 1994, La Rambla despertaba con el Liceu en llamas. Aquella imagen se grabaría en la sociedad catalana, que sufrió un duro impacto emocional. Las obras de reconstrucción duraron poco más de cinco años. La fachada del edificio se reprodujo tal y como se planteó en el siglo XIX.