Turismo descontrolado

Barcelona decreta el toque de queda en los búnquers del Carmel

El Ayuntamiento ha colocado vallas y el espacio cerrará cada noche a las 19.30 horas

Vistas de Barcelona desde los búnquers del Carmel
Vistas de Barcelona desde los búnquers del CarmelCC

Hace algo más de una década, el Ayuntamiento tuvo la idea de repartir el turismo, y sus molestias, por diferentes barrios de la ciudad. Uno de esos proyectos fue adecentar y promocionar los búnquers del Carmel. Con el tiempo y las redes sociales, este espacio se ha convertido en una suerte de espacio de peregrinación para jóvenes turistas que, botella en mano, aprovechan las vistas para disfrutar del atardecer. La situación, sin embargo, se ha desmadrado y el Ayuntamiento ha optado por decretar una especie de toque de queda. Ayer fue el último día en el que los búnquers del Carmel estarán abiertos al público 24 horas. Desde hoy, todas las noches estará prohibido el acceso al recinto. El espacio cerrará a las 19.30 h en verano y a las 17.30 h en horario de invierno con el objetivo de poner fin a las fiestas ilegales y botellones que generan tantas molestias a los vecinos. Por tanto, los turistas y barceloneses que subieron este lunes por la noche contemplaron la última puesta de sol dentro de este emblemático espacio.

Ya hace tiempo que el Ayuntamiento de Barcelona planteó cerrar los bunkers, pero los trabajos se terminaron la semana pasada. La valla mide dos metros de altura y está formada por barras de acero que rodean todo el recinto museográfico. Hay seis puertas de acceso y su actuación ha tenido un coste de 1.600.000 euros.

La Guardia Urbana será la encargada de desalojar las baterías antiaéreas y cerrar sus puertas a las 19.30h. De hecho, el dispositivo policial que en las últimas semanas ha estado activo en la zona se mantendrá, aunque adaptado a la nueva realidad del espacio. Esta vigilancia continuará al menos hasta octubre.

La concejala de Horta-Guinardó, Rosa Alarcón, considera que es necesario un período de cierre estricto para plantear después una flexibilización enfocada a los vecinos. Ha explicado reiteradamente que lo que quiere conseguir el distrito es que se haga efectivo un cambio de usos y que el espacio deje de tener un uso recreativo y de fiestas ilegales, por ser un espacio para la cultura y la memoria histórica. "Si en un tiempo conseguimos gobernar la colina de la Rovira, podremos plantear cambios". Alarcón también apuntó que no es una medida inamovible, que habrá que evaluarla, y que más adelante se podrán realizar cambios, sobre todo para flexibilizar el acceso a los vecinos.

La medida ha generado todo tipo de opiniones. Las más críticas la cuestionan por considerar que es una privatización del espacio público, pero también hay vecinos que confían en que pueda solucionar los problemas de convivencia que generan las fiestas en este espacio.