
Opinión
Biografías de escritores
Lope de Vega, aparte de sus dos matrimonios, mantuvo relaciones amorosas con varias mujeres

En estos días de exámenes (o como se les llame en la nueva jerigonza de los insufribles pedagogos), vuelven a la memoria (esa facultad ahora tan desasistida y desdeñada por culpa de los susodichos) algunas de las cosas que aprendimos (y por eso las podemos recordar) en la ya tan lejana adolescencia, la edad más feliz, o infeliz, según.
Así, por ejemplo, y ciñéndonos a una de las asignaturas que solían caer más simpáticas, la de literatura, no se le ha olvidado a uno que Garcilaso de la Vega, además de poeta, era soldado (hombre a la vez de armas y de letras: el ideal renacentista) y murió a los 35 años, a consecuencia de las heridas sufridas en el asalto a una fortaleza del sur de Francia (la de Muy, en Provenza).
Tampoco que Fray Luis de León, a pesar de su condición de fraile agustino, fue procesado por la Inquisición: se le acusaba de no cumplir las normas de la Iglesia sobre comentarios y traducciones de la Biblia, y estuvo en prisión casi cinco años, al cabo de los cuales fue declarado inocente.
Ni que Lope de Vega, aparte de sus dos matrimonios, mantuvo relaciones amorosas con varias mujeres, como Micaela Luján, su segunda amante, de la que tuvo cinco hijos; que a los 52 años se ordenó sacerdote y que dos años más tarde se enamoró de una joven casada, Marta de Nevares, de la que también tuvo varios hijos.
Que Cervantes participó como soldado en la batalla de Lepanto, y en ella, a causa de las heridas, perdió el uso de la mano izquierda; que al regresar a España desde Nápoles fue apresado por los piratas turcos y estuvo cautivo en Argel durante cinco años; que una vez liberado, y tras serle denegada la solicitud para marchar a las Indias, ejerció de recaudador de provisiones para la Armada Invencible y, más tarde, de recaudador de impuestos; que en ambos cargos tuvo problemas con la justicia y por dos veces fue llevado a la cárcel de Sevilla, donde empezó a concebir el Quijote.
En fin, que Espronceda, como buen romántico, murió muy joven, a los 34 años; que Bécquer falleció también a la misma edad, luego de una vida pobre y bohemia salpicada de varios desengaños amorosos; que Larra, insatisfecho de su vida y de su entorno social, y desesperado por la ruptura de relaciones con Dolores Armijo, su gran amor, se suicidó a los 28; que, en sus últimos años, Galdós pasó apuros económicos, perdió la vista y sus enemigos ideológicos impidieron que se le otorgara el Premio Nobel; que Unamuno era un consumado maestro de la papiroflexia, el arte de hacer pajaritas de papel; que Valle-Inclán, de inconfundible figura con sus largas barbas y melena, perdió el brazo izquierdo en una discusión de café con su amigo Manuel Bueno…
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