Opinión
Cambiar algo y que todo siga igual
Es lo que le pasa a la educación por estar sujeta a los intereses y vaivenes de la política
Se conocen ya las principales propuestas del comité de expertos convocado por el Departament d’Educació con el fin de poner remedio al descalabro del informe PISA. De entre las más de 150 medidas que al parecer figuran en el informe remitido a la Conselleria, destacan las siguientes: incrementar los recursos docentes y no docentes, es decir, aumentar el presupuesto; revisar el modelo de formación del profesorado; promover un pacto nacional contra la segregación escolar y por la inclusión y la equidad; avanzar hacia una educación a tiempo completo; identificar y definir los aprendizajes básicos para cada ciclo educativo… Se habla también de bajar las ratios de alumnos, de elaborar un estudio sobre el impacto de las horas lectivas y no lectivas en los resultados de aprendizaje, de incrementar las aulas de acogida, de procurar unos horarios escolares saludables que favorezcan el aprendizaje…
El discurso y la cosmética de siempre, ideas biensonantes, lucimientos para la galería. Pero llama la atención, y es lo más preocupante, que la comisión no haya hablado, por ejemplo, de restablecer el orden y la disciplina en las aulas, algo que resulta comprensible, pues cómo va a descender ningún experto acreditado a discutir sobre cuestiones así, tan reaccionarias y trasnochadas, que van además intrínsecamente ligadas a otra también olvidada, y por las mismas razones: la autoridad del profesor, resquebrajada en la teoría y en la práctica desde hace tiempo. O de rescatar la enseñanza basada en la adquisición de conocimientos (al contrario, el portavoz del grupo se ha referido a la necesidad de “focalizar la acción docente en el enfoque competencial de los aprendizajes fundamentales”) y recuperar el nivel de exigencia. Sobre este último punto, declaraba hace poco el exministro que llevó a Portugal a la excelencia educativa: “España debe apoyar a los alumnos con dificultades, pero sin rebajar el nivel”.
Tampoco parece que se habla en el susodicho informe de reivindicar el valor de la memoria, abolida en el vocabulario pedagógico al uso y desterrada de los métodos y el trabajo docentes (sabemos lo que somos capaces de recordar, pero el sistema educativo actual lleva años formando a generaciones de alumnos a los que prácticamente no se les exige aprender nada de memoria). Ni de premiar los méritos y el esfuerzo, ni de inculcar la idea del deber, también expulsado de la escuela, ni de priorizar los libros y la escritura a mano sobre las pantallas y los teclados.
“Las conclusiones del grupo de expertos están precocinadas”, advirtió el sindicato Ustec cuando se constituyó el comité. Ahora, con la convocatoria de elecciones, tal vez ni serán servidas. Es lo que le pasa a la educación por estar sujeta a los intereses y vaivenes de la política. Y así nos va.
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