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Los catalanes que aparecían en la agenda de Picasso
El artista conservó una serie de páginas con las direcciones de sus amigos de Cataluña
A lo largo de su vida, pese a que Francia se convirtió en su residencia y no pudo volver a pasar la frontera tras el final de la Guerra Civil, Pablo Picasso mantuvo vivos sus lazos con Cataluña. Fueron muchos los contactos que el pintor conservó, además de los nuevos tras la contienda que lo mantenían en contacto con una tierra fundamental para su formación como hombre y como artista. Este diario ha podido consultar la primera de las agendas personales de Picasso que se conservan entre sus papeles en el museo que lleva su nombre en París. Así que ahora podemos saber qué catalanes aparecían en esas páginas.
Manuel Pallarès es uno de los nombres más habituales. Amigos desde la infancia, desde el primer encuentro en la clase de Anatomía en la Llotja de Barcelona, Pallarès fue un ejemplo de fidelidad hasta el final. Él fue el responsable de una de las experiencias más importantes en la formación del joven Picasso, como fue la estancia en Horta de Sant Joan o, como la bautizó el pintor, Horta d'Ebre a finales de junio de 1898. El pintor retrató a Pallarès en varias ocasiones y fue uno de los habituales, ya durante la vejez, en Mougins y Notre Dame da Vie.
Miquel Figuerola i Aldrofeu fue un escritor catalán al que Picasso conoció durante su juventud en Barcelona. Responsable de varias zarzuelas, además de fotógrafo, era conocido por su seudónimo de Fialdro. Aparece en una de las primeras agendas de direcciones de Picasso.
El pintor Ricard Canals fue de gran ayuda para el joven Picasso en sus primeras estancias en París. Ambos se habían conocido en Els Quatre Gats y, según Pierre Daix, fue importante para que el malagueño se introdujera en el aprendizaje de las primeras técnicas como grabador, técnica en la que pasó a ser luego uno de los grandes maestros del siglo XX. A partir de 1904, ya en la capital francesa, los dos se convirtieron en inseparables. A ello se le sumó la gran amistad entre las parejas de estos artistas en ese tiempo: Fernande Olivier y Benedetta Bianco Coletta, la señora de Canals.
Jaume Sabartés fue el amigo fiel de Picasso, su secretario personal y el guardián de sus secretos. Autor de uno de los primeros estudios rigurosos sobre el artista, su nombre lo encontramos en numerosas agendas picassianas de teléfonos y direcciones.
Benet Soler i Vidal. En las hojas del cuaderno, Picasso apunta sencillamente Soler Sastre. Se llamaba Benet Soler i Vidal y tenía su establecimiento en Portal de l'Àngel, no muy lejos de Els Quatre Gats. Se sabe que el artista, en sus años de bohemia y con poco dinero encima, intercambió ropa por cuadros hasta el punto de realizar el retrato de la familia del sastre en 1903.
Ramon Pichot fue otro de los artistas que se convirtieron en inseparables de Picasso desde sus encuentros en la cervecería Els Quatre Gats. Casualidades de la vida, los Pichot tenían su vivienda, a finales del siglo XIX, en la calle Montcada, la misma donde hoy está el Museu Picasso de Barcelona. Los dos prolongaron su amistad en París donde Pichot se hizo amante de Germaine, la que fuera obsesión suicida de Carles Casagemas, el gran amigo del joven Picasso. El malagueño rindió homenaje a Ramon Pichot, tras su muerte, en el cuadro “La danza” donde aparece retratado.
El gran escultor Pau Gargallo, otro habitual de la cervecería, fue decisivo en la introducción de Picasso en el mundo de la escultura. Él se retrató junto con Picasso, Reventós y Nonell en una serie de relieves que pueden verse en la fachada del cine Bosque de Barcelona. Vivió en el Bateau Lavoir, el célebre inmueble de Montmartre, en el que Picasso pintó “Las señoritas de Aviñón”.
Del doctor Ricardo Galí i Lalande poco se sabe, salvo que era un especialista en tuberculosis y que era un buen coleccionista de arte que guardaba piezas, por ejemplo, de Isidre Nonell. Picasso apuntó que tenía consulta en el número 54 de la calle Pelayo.
Pocos periodistas hay en la agenda primera de Picasso. La excepción es Frederic Pujulà quien además fue escritor, además de impulsor del esperanto. Fue el autor de una elogiosa crítica de la segunda exposición de Picasso en Els Quatre Gats.
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