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La crisis del pequeño comercio en Cataluña: 11.000 establecimientos han bajado la persiana en 10 años

El auge del comercio electrónico y el encarecimiento de los alquileres son las principales causas de la notable pérdida de establecimientos en las calles catalanas

Hilera de comercios cerrados en Madrid
Hilera de comercios cerrados Luis DíazLa Razón

Entre 2014 y 2024, Cataluña ha perdido un total de 10.886 comercios, lo que supone una caída del 11,5% según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Este descenso es indicativo de un fenómeno más amplio que afecta a gran parte de España, aunque Cataluña se sitúa por debajo de la media nacional, que registra una pérdida del 14,3% de los establecimientos comerciales en el mismo período.

El INE destaca que las comunidades más afectadas por este cierre masivo son Castilla y León, Galicia, País Vasco, Aragón y Asturias, donde la reducción supera el 19%, mientras que Melilla y las Islas Baleares son las regiones donde la caída ha sido más moderada, con un 5,5% y un 7,8% respectivamente.

En cifras totales, Cataluña contaba en 2014 con aproximadamente 94.400 establecimientos comerciales (sumando comercio minorista, restauración y servicios). En 2024, esa cifra se ha reducido hasta cerca de 83.500. Esta caída tiene un impacto directo en la actividad económica, el empleo y la vida social en los municipios.

El Mapa Comercial de Cataluña 2022, elaborado por el Departamento de Empresa, proporciona una radiografía detallada de la situación local en municipios de más de 20.000 habitantes. Este estudio incluye no solo los comercios tradicionales, sino también establecimientos de restauración y servicios, con el objetivo de captar el dinamismo real de la actividad comercial en cada zona.

De acuerdo con este informe, los municipios con mayor proporción de locales vacíos son Les Franqueses del Vallès, con un 51% de sus locales desocupados, y Reus, con un 47%. A continuación se sitúan Sant Feliu de Guíxols (43%), Olesa de Montserrat y Manlleu, ambos con un 41% de locales vacíos. En contraste, municipios como Gavà, Molins de Rei, El Masnou, Sant Andreu de la Barca y Sitges presentan entre un 90% y un 95% de locales en activo, mostrando que la situación puede variar mucho de un territorio a otro dentro de Cataluña.

Este mapa comercial evidencia que la pérdida de comercio no es homogénea y está muy vinculada a factores locales, como el tejido económico, la demografía o la gestión urbanística.

Un factor determinante en la crisis de los comercios presenciales es el fuerte crecimiento del comercio electrónico en España. Según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), las ventas online se han duplicado en los últimos cinco años, impulsadas por la digitalización y el cambio de hábitos de consumo. Esta transformación digital ha facilitado que muchos consumidores prefieran comprar a través de plataformas digitales, donde encuentran comodidad, variedad y precios competitivos. Sin embargo, esta tendencia ha tenido un efecto devastador para muchos pequeños comercios, incapaces de competir con las grandes cadenas y los gigantes del comercio electrónico.

Alquileres

Además del comercio online, otras variables explican el cierre de negocios en Cataluña. Entre ellas destaca la subida constante de los precios de los alquileres en las principales zonas comerciales, que encarece la viabilidad de los pequeños comercios. Muchos establecimientos han tenido que cerrar porque no podían asumir el coste creciente del local.

Otro aspecto crítico es la falta de relevo generacional en el sector. Según estudios recientes, muchos jóvenes consideran que trabajar en comercio no ofrece un estatus social atractivo y evitan empleos que implican horarios irregulares o fines de semana, lo que dificulta la continuidad de los negocios familiares. Este problema demográfico se traduce en el envejecimiento de los propietarios y en la pérdida gradual de negocios históricos que no consiguen encontrar sucesores. La desaparición de tiendas y establecimientos no solo perjudica la economía local, sino que afecta profundamente a la cohesión social de los barrios y pueblos. El comercio de proximidad actúa como punto de encuentro y relación entre vecinos, ayudando a crear tejido social.

Marta Angerri, directora general de Comercio de la Generalitat, ha destacado en diversas ocasiones que «establecimientos como las panaderías o los pequeños comercios cumplen una función esencial en la vida diaria, siendo a menudo el único contacto social para muchas personas».

Conscientes del problema, la Generalitat de Cataluña, junto con muchos ayuntamientos, está implementando políticas para apoyar al comercio de proximidad y frenar el cierre masivo de establecimientos. Estas iniciativas incluyen ayudas económicas, campañas de promoción para atraer emprendedores, y medidas para facilitar el relevo generacional.