
Entrevista
Cristina Iglesias: "De Gaudí he aprendido su profunda libertad"
La reconocida artista presenta una gran exposición en la Fundació Catalunya La Pedrera

Bajo el título “Pasajes”, la artista Cristina Iglesias, uno de los grandes nombres internacionales del arte contemporáneo, inaugura una sorprendente e inmersiva, en el mejor sentido de la palabra, exposición en la Fundació Catalunya La Pedrera en la que su obra juega con la naturaleza y con el universo de Gaudí creando un diálogo fascinante y único. Es una de las mejores propuestas expositivas de la temporada en Barcelona de la mano de quien también puede ser una de las responsables de la decoración de la fachada de la Gloria en la Sagrada Familia.
¿Qué ha representado para usted la posibilidad de dialogar con Antoni Gaudí en la Pedrera?
Es una suerte poder hacer esta exposición que dialoga, como dice, con Gaudí y que además es una de las pocas veces que se ha dejado todo el espacio abierto [de la sala de exposiciones de la Pedrera]. Hemos podido trabajar con un espacio que increíble, con unas columnas que dialogan con una obra que hemos hecho expresamente para la ocasión. El resto son veinte años de mi carrera, pero no es una exposición que pretende enseñar toda la obra o desde el comienzo. Volviendo a su pregunta, dialogar con Gaudí es una oportunidad para mí y, sobre todo, en esta casa que es fantástica, especialmente teniendo en cuenta que hablamos de alguien que tenía cierta inspiración en la naturaleza pero también en la fantasía.
Además de Gaudí, la naturaleza juega un papel muy importante en este recorrido su propia obra.
Es verdad y eso es algo que me une a él. La verdad es que también he descubierto más cosas de Gaudí habitando esta esta casa suya. Por ejemplo, estos techos no los conocía. Había visto alguna imagen de las columnas, pero cuando vine aquí por primera, cuando había una exposición en las que estaban tapadas, me pareció tan fascinante que dije que quería que se vieran, que dialogaran con él. Respecto a la naturaleza es verdad que siempre me ha interesado mucho el paisaje y crear paisaje.
En esta exposición se pueden tocar las obras, cosa que no es muy habitual.
Siempre digo que, por favor, dejen tocar. Hay varias piezas que hay que sentirlas también con el tacto, como también pueden escucharse, como es el caso de las fuentes, porque hay un sonido que te da una medida del tiempo que va cambiando. También está lo visual, ese ilusionismo de espacios que parecen que son reales y te das cuenta que no lo son. Volviendo a lo que me comentaba, lo táctil también añade esa capa de percepción extra, pero también en el sentido de que es una exposición que de alguna manera es muy interactiva.
¿Es una manera de que la obra sea abierta y que la pueda completar el visitante?
Absolutamente. Creo siempre en el hecho de que la obra esté abierta a que el espectador con su imaginación la acabe o, digamos, la interprete a su manera. Es también una obra que, por ejemplo, habla de la lentitud porque te pregunta cuánto tiempo vas a estar mirando un pozo vaciarse o que vuelva a subir el agua. La obra trabaja mucho con la memoria que ya traemos con nosotros, por lo que crea una nueva memoria.
Ha empezado a dialogar con Gaudí en la Pedrera. ¿Cómo quiere hacerlo en la Sagrada Familia?
Es una incógnita y también un grandísimo reto muy atractivo y muy interesante. Todo ello desde una perspectiva nueva con un lenguaje también más abstracto pero que es muy cercano a Gaudí. Estoy ahora mismo trabajando en ese proyecto.
¿Qué ha aprendido de Gaudí que no supiera trabajando en esta exposición?
Su profunda libertad. Con Gaudí te das cuenta como en el proceso improvisaba. Era un gran ingeniero, pero también muy amateur, alguien que se mueve entre el arquitecto y el artista, por lo que es gratificante estar con él. Me gusta mucho su profunda libertad.
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