
Exposición imprescindible
Cuando el arte hace de lo local lo universal
Una exposición establece un diálogo entre las obras de José Luis Serzo y Benjamín Palencia

A principios de los años 30, antes de que empezaran a sonar los primeros tambores de guerra, en este país nuestro se pensó en hacer un arte que ponía los ojos en el mundo, aunque el corazón permanecía aquí. Eso es lo que hizo la conocida como Escuela de Vallecas, todavía objeto de controversia entre académicos y gente sabia que no quieren darle la validez que se merece. Pero el hecho innegable es que Alberto Sánchez y Benjamín Palencia, con el respaldo de nombres como Maruja Mallo, Rafael Alberti o Federico García Lorca, desde Cerro Almodóvar, buscaron reinventar el arte buscando que lo local fuera universal.
En estos días la Galeria Marc Domènech de Barcelona revive el alma de aquella propuesta, aunque llevándola a nuestros días, un hecho que parte del diálogo plástico que se crea entre la obra de Benjamín Palencia y la actual de José Luis Serzo. El título de la exposición es toda una declaración de intenciones: «Preludio de una III Escuela de Vallecas». Por un lado podemos ver cuadros de Palencia, en su mayoría de los años treinta, con una mirada intensa y moderna al medio rural. Por su parte, Serzo reconstruye la huella de Palencia, junto con Alberto Sánchez y Maruja Mallo, releyendo sus movimientos pictóricos.
Serzo, en conversación con este diario, explicó que ver su pintura junto con la de Palencia «es emocionante. Ha sido una conversación fluida con y para Palencia, con quien considero como un abuelo artístico, además de intentar recuperar el espíritu de la llamada Escuela de Vallecas. Además me lanzo a ambicionar una tercera escuela, aunque haya críticos que pongan en duda la primera. La escuela estuvo allí porque la obra también estuvo allí, también tenemos sus testimonios».
Cuando se le pregunta a Serzo por la relevancia de la Escuela de Vallecas apunta que «fue uno de los momentos más importantes del arte español de principios del siglo XX, una aportación castiza por dos jovenzuelos, Alberto y Benjamín , que quisieron hacer un arte de tanta calidad como el que se hacía en París. Era una quimera porque era un David contra Goliat». Sin embargo no estuvieron solos y ambos estuvieron acompañados de varios creadores de su misma generación, tanto del mundo del arte como el de las letras. «Esa ambición se vio reflejada en la obra de todos ellos. Hay una etapa vallecana en Maruja Mallo, Pancho Lasso o Luis Castellanos, como también en la poesía de Rafael Alberti o Miguel Hernández. Puede que algunos lo trajeran de casa, pero esa poética la cristalizaron gracias por esos paseos en el cerro testigo. Ellos fueron pioneros en el caminar, en la reivindicación de la materia», explicó el pintor quien también resaltó, por parte de la Escuela de Vallecas, que «fueron los primeros en meter la materia rural, algo que luego florece en el informalismo o o el arte póvera porque exaltaban los elementos más pobres y atractivos del mundo rural. Estas aportaciones son algo que está todavía por valorar».
El proyecto nace de una feliz idea del crítico de arte Juan Manuel Bonet, uno de los grandes sabios en esta materia que tenemos en este país, quien se dio cuenta de los paralelismos existentes entre las pinturas de Serzo y Palencia. «Fue Bonet quien se da cuenta que estoy imbuido por el espíritu de Palencia, por lo que me dijo que por qué no hacer un diálogo con él. Cuando empezamos a hacer juego con similitudes, pensaba que no las encontraría, pero hay muchas coincidencias, algunas nacidas de manera fortuita», añadió Serzo. A ello se le sumó acceder al archivo personal de Palencia y poder consultar su documentación artística y personal.
Esta lectura del pasado no se limita a la exposición. «Quiero que siga con grandes instalaciones y una obra de teatro que estoy escribiendo. Quiero animar a artistas del presente a crear esta tercera escuela. Me encantaría escribir otra página en el libro de arte de la historia de España», concluyó Serzo.
Coincidiendo con la exposición, Turner acaba de publicar un libro que podría considerarse como el catálogo de la exposición aunque en realidad es mucho más. «Serzo vs. Palencia» contiene las piezas presentes en la muestra, pero también un imprescindible texto de Juan Manuel Bonet que nos permite conocer las interioridades y el contexto de la conversación entre los dos pintores. A ello se le suman unas «Notas a vuelapluma para un preludio vallecano» en las que Serzo trata de aclarar lo que considera como «una deuda pendiente» que tenía desde sus inicios como pintor.
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