Memoria histórica
El dibujante que no hacía ninguna gracia a Franco
Un nuevo libro recupera la vida y la obra del humorista gráfico que se convirtió en una de las primeras víctimas de la dictadura tras el final de la Guerra Civil
Las dictaduras son una cosa que no hace ni pizca de gracia. Los dictadores no invitan a la risa ni a la diversión. Así que no es extraño que a Franco no le temblara el pulso para poner en marcha una maquinaria represiva que tuvo entre sus víctimas a un humorista gráfico. Se llamaba Carlos Gómez Carrera, pero fue conocido por su seudónimo: Bluff. Ahora un libro escrito por René Parra y publicado por El Nadir recupera la obra y la vida de este creador que fue uno de los grandes nombres del humor en los años republicano. Eso es lo que encontramos entre las páginas de «Bluff. La muerte de un dibujante».
En los últimos años se ha escrito y recuperado mucho de la memoria del dibujante, pero uno de los aspectos más importantes de este ensayo es que trata de aclarar algunos aspectos de la biografía que habían quedado tergiversados u ocultos, especialmente los relacionados con su final. A la vez, este volumen es una aproximación a las revistas que durante la República y la Guerra Civil trataron de hacer humor, como el mítico semanario «Gutiérrez», «La Risa» o «La Traca».
Fue precisamente en esta última publicación, una revista satírica que se atrevía a hacer humor con todo, donde Bluff fue más conocido. Dirigida por Vicente Miguel Carceller, la publicación tenía un objetivo populista, como lo demostró con los centenares de miles de ejemplares que lanzó a los kioscos. Cuando tiene lugar el golpe de Estado, en julio de 1936, «La Traca» no lo duda y se pone al lado de los republicanos. Lo hace con una serie de viñetas en las que los militares sublevados son sus principales objeto de crítica, como un Franco de quien se cuestiona su sexualidad o un Queipo de Llano a quien se dibuja como un borracho.
La investigación de René Parra nos permite seguir los pasos de Bluff después de ser detenido una vez concluyó la contienda bélica. Había tratado sin éxito de huir, aunque su cuñada dudaba de que esto fuera así porque Bluff «confiaba en que sería cierta la (...) promesa del caudillo». Franco había prometido que quienes no tuvieran «manchadas sus manos por el asesinato o el robo, nada habían de temer de la justicia nacionalista». Eso no pasó con el dibujante que fue detenido en su domicilio el 28 de abril de 1939. Fue llevado a la Cárcel Modelo de Valencia junto con otros miembros de «La Traca».
Se conservan las declaraciones de Bluff en la que admitía ser el autor de «célebres dibujos ridiculizando a Queipo y Franco». El dibujante también alegó que en el pasado había demostrado en sus dibujos que era contrario a Azaña, además de haber colaborado en medios de centroderecha o derecha con varios chistes, como «La Libertad» o «Gracia y Justicia». Bluff creía que solamente le caerían doce años de cárcel. Se equivocó: fue condenado a muerte.
Cuando se lo llevaban para matarlo, Bluff decía que había dibujado lo que le habían mandado. Fue asesinado con otras personas y sus cuerpos fueron arrojados a una fosa común.
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