Investigación médica

Una edad biológica envejecida aumenta el riesgo de morir por la rotura de una aneurisma cerebral

Un estudio pone de manifiesto que una mayor edad biológica empeora el pronóstico de los pacientes con hemorragia subaracnoidal, mientras que el rejuvenecimiento de la misma aumenta las posibilidades de sufrir un vasoespamo, una de las complicaciones más frecuentes asociadas a estos casos

Imagen del tratamiento de una aneurisma
Imagen del tratamiento de una aneurismaHospital del Mar

La hemorragia subaracnoidal es un tipo de ictus que, pese a no ser el tipo más frecuente ya que solo representa el 5% del total, afecta sobre todo a una población más joven y está muy asociado a alta mortalidad y un elevado grado de incapacidad, de manera que tiene un gran impacto tanto para el paciente como para la sociedad.

Éste se produce por la rotura de una aneurisma cerebral, que son pequeñas malformaciones que se producen en las paredes de las arterias intracerebrales; son similares a un pequeño globo, que tiene tendencia a romperse y sangrar.

El origen de estas malformaciones en ocasiones está asociado a una susceptibilidad genética, pero además se conoce que hay una serie de factores muy relacionados con esta afectación, entre los que destacan principalmente el tabaquismo y la hipertensión, los cuales se podrían controlar para evitar que ese aneurismas crezcan y, sobre todo, que se rompan.

Sin embargo, aún existe bastante desconocimiento acerca de otros factores que puedan asociarse a esta patología, que afecta especialmente a mujeres, la cuales representan dos tercios del total. En este contexto, investigadores del Hospital del Mar, en colaboración con el Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras, han publicado en Journal of Neurology, Neurosurgery & Psychiatry los resultados de un estudio que arroja más información al respecto.

La edad biológica, la clave

"Hemos usado un tipo de estudio de epigenética, que es la edad biológica, que está muy relacionada con los hábitos de vida, como el tabaquismo, el alcohol o el ambiente, y los factores de riesgo como la hipertensión y la diabetes", explica al respecto el doctor Adrià Macías-Gómez, quien aclara que "independientemente de la edad cronológica del individuo, éste puede presentar una edad biológica más envejecida o más rejuvenecida" y ésta última puede variar en función de los hábitos de vida y factores medioambientales.

Así, en el marco de esta investigación, se tomaron muestras de sangre de 277 personas tratadas en el hospital entre 2007 y 2020, cuya edad media era de 55 años, para analizar su edad biológica mediante diferentes herramientas que permiten cuantificarla a partir de la epigenética, que es la parte de la información genética que se puede ver modificada por hábitos de vida y factores externos.

A partir de ahí, los investigadores estudiaron "si había alguna relación entre esta edad biológica y la aparición de complicaciones en esta hemorragia y el riesgo de mortalidad y mal pronóstico", indica el Macías-Gómez. En concreto, en este trabajo se han tenido en cuenta dos de las complicaciones más frecuentes tras la hemorragia subaracnoidal, como son el vasoespasmo, que es un estrechamiento de las arterias del cerebro que se produce en los días posteriores a la hemorragia y que está muy relacionado con la aparición de más discapacidad y mayor pérdida funcional, y la isquemia cerebral retrasada. Concretamente, en la cohorte estudiada, el 51% de los individuos sufrió vasoespasmo, uno de cada cuatro padeció isquemia, el 20,6% murió en el primer año tras el episodio y el 19% sufrió secuelas.

Evitar el envejecimiento

Y los resultados de esta investigación, en la que se ha contrastado la edad biológica de los participante en el estudio con su edad cronológica, revelan que "aquellos pacientes con una edad biológica rejuvenecida, tienen más riesgo de presentar vasoespasmo, y que quienes tienen una mayor edad biológica respecto a la cronológica o real, es decir que están envejecidos biológicamente, tienen significativamente un mayor riesgo de morir por la aparición de esta patología", señala el investigador.

De hecho, en el marco del estudio se comprobó que los pacientes que acabaron falleciendo, tenían una edad biológica de 1,1 años más de lo que les correspondería por su edad cronológica, por lo tanto, estaban envejecidos, mientras que quienes sufrieron un vasoespamo tenían una edad biológica de entre 1 y 1,2 años menos de lo que les pertocaría, de manera que estaban rejuvenecidos. Sobre la isquemia cerebral retardada, que es otra de las complicaciones que pueden aparecer tras el episodio y consiste en la aparición de lesiones isquémicas en el cerbero, es decir zonas que se han quedado sin irrigación sanguínea y acaban muriendo, en este estudio no se ha encontrado una asociación clara con la edad biológica.

Estos resultados, más allá de incidir en la importancia de la prevención para evitar este tipo de afectaciones, ya que la epigenética son una serie de mecanismos modificables, invitan a valorar y estudiar si, mediante terapias de edición de ADN, entre otras, se podría modificar la edad biológica para mejorar el pronóstico de los pacientes que sufren una hemorragia subaracnoidal. "Quizá, en un futuro, pueda haber algún tipo de tratamiento que permita rejuvenecer esa edad biológica para mejorar el pronóstico", comenta Marcía-Gómez, así como, "si se pudiera mirar esa edad biológica fácilmente, podríamos monitorizar a esos pacientes rejuvenecidos para ver que esta complicación, el vasoespasmo, no aparece y estar más atentos por si, llegado el momento, es necesario poder instaurar tratamientos". En cualquier caso, tal y como señala el doctor, "aún no estamos en ese momento. Falta investigación al respecto y sería un planteamiento más de cara al futuro"