Oncología y deporte
El ejercicio físico, especialmente en el agua, mejora la calidad de vida de las supervivientes de cáncer de mama
Un estudio demuestra que la actividad en el agua es igual de efectiva que en seco, pero solo la primera favorece una adherencia a largo plazo
El ejercicio físico tiene grandes beneficios a nivel de salud física y mental y puede ser una herramienta efectiva para favorecer la recuperación y el bienestar de los pacientes oncológicos que han superado la enfermedad.
Sobre esta hipótesis, profesionales del Hospital del Mar, la Fundación Claror, a través de Claros Marítim, y el TecnoCampus han llevado a cabo un estudio que avala los beneficios del ejercicio físico entre mujeres que han superado un cáncer de mama y además determina que los ejercicios terapéuticos acuáticos son igual de efectivos que los que se realizan en seco en lo que respecta a la mejora de la calidad de vida y de la función física y, adicionalmente, garantizan una mayor adherencia a largo plazo a estos programas de actividad física.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores seleccionaron a 28 supervivientes de una cáncer de mama, a algunas de las cuales se les asignaron ejercicios en seco y a otras, en el agua, en dos sesiones semanales durante tres meses.Se estudió su estado antes y después del inicio del programa para comprobar que, tras el trabajo guiado y adaptado por fisioterapeutas expertos en ejercicio terapéutico, los síntomas de las participantes en el estudio se redujeron un 18% entre aquellas que hicieron ejercicios en agua y un 35% entre las que lo hicieron en tierra. Además, también se observó un aumento de su funcionalidad del 14% en el primer caso y del 7% en el segundo y de la capacidad cardiorrespiratoria del 8% y del 11%, respectivamente.
En cuanto a la fuerza muscular, la investigación puso de manifiesto que las mujeres supervivientes de un cáncer de mama que habían realizado ejercicio terapéutico en el agua la incrementaron en los brazos un 22% y en las piernas, un 26%, por un 10% y un 39% en el caso de aquellas que hicieron ejercicio en seco. En ambos casos, además, se evidenció una mejora de la composición corporal, tanto por lo que respecta al porcentaje de grasa como en lo relativo a la musculatura, que fue especialmente significativa entre las participantes que realizaron actividad acuática.
En definitiva, el estudio puso de manifiesto, en primer instancia, que “las capacidades físicas de las mujeres supervivientes de un cáncer de mama mejoran igual con la práctica de ejercicio terapéutico en seco y en agua, aunque a priori pueda parecer que en el medio acuático no se trabaja tanto”, comenta Marta Coll, del Área de Bienestar y Salud de Claro Marítim.
Mismo resultado, mayor adherencia
Pero además, este trabajo demostró que, una vez concluido el programa, aquellas mujeres que habían llevado a cabo ejercicio dentro del agua mantuvieron una alta adherencia a largo plazo e incluso incrementaron la actividad física moderada o vigorosa por semana, algo que no se observó en el grupo que trabajó en seco.
Por lo tanto, “ambos tipos de ejercicios son efectivos en las mujeres que han superado un cáncer de mama, pero el trabajo en el agua se presenta como una buena alternativa al ejercicio terapéutico en seco porque ofrece una mayor adherencia y el medio acuático facilita los movimientos, algo especialmente relevante entre aquellas mujeres que, a raíz de la extracción de los ganglios de la axila como parte del tratamiento, sufren una inflamación del brazo o linfedema”
✕
Accede a tu cuenta para comentar