
Política
"Embajadas", "país" y cesiones: el PSC asume el discurso soberanista de ERC
Pese a su pasado abiertamente unionista, Salvador Illa adopta parte del lenguaje y las reivindicaciones del independentismo para darle estabilidad al Govern

El Govern de Salvador Illa planea ampliar su red de delegaciones en el exterior, conocidas popularmente como “embajadas catalanas”, en las próximas semanas. Así lo confirmaba el conseller de Unión Europea y Acción Exterior, Jaume Duch, en una entrevista con la Agencia Catalana de Noticias (ACN) a principios de esta semana, adelantando la apertura de nuevas oficinas, incluida una en China, y la reubicación de otras que actualmente cubren varios países.
La medida llega apenas tres semanas después de que el Ejecutivo catalán aprobara su Plan de consolidación de las delegaciones, que fija las bases para reforzar la estructura y funcionamiento de estas oficinas. Aunque oficialmente no tienen rango diplomático, la Generalitat las presenta como instrumentos para la promoción económica y cultural, mientras que sus detractores las consideran un gasto político innecesario destinado a proyectar a Cataluña como un sujeto internacional.
La red de delegaciones exteriores nació y creció durante los gobiernos independentistas, siendo uno de los símbolos del procés. Tras el paréntesis de 2017 con el artículo 155, muchas fueron reabiertas y ampliadas. Ahora, con el PSC al frente, lejos de reducirlas, el Govern ha optado por mantenerlas e incluso expandirlas, aunque con un discurso menos abiertamente secesionista y más enfocado a “temas que preocupan a todos”, según Duch.
Sin embargo, esta continuidad en la política exterior no es un caso aislado: forma parte de un patrón más amplio en el que el PSC ha asumido parte del discurso de ERC y del independentismo en general.
El cambio de discurso
Desde que llegaron al Palau de la Generalitat, los portavoces socialistas han incorporado expresiones habituales en el vocabulario soberanista: Cataluña como “país”, la necesidad de “avanzar en autogobierno” o referencias a la comunidad como si fuera una entidad política totalmente desligada del resto de España.
Es cierto que, en paralelo, el PSC sigue hablando de Cataluña como parte de España, y subraya su aspiración de convertirla en “motor” y “líder económico” del país. Pero el viraje discursivo es evidente, y parece pensado para mimetizarse con ERC y atraer a su electorado.
Otro gesto hacia el electorado soberanista se ha visto en el idioma. Al inicio de la legislatura, era común ver a los portavoces socialistas intervenir en español en el Parlament y en actos públicos. Pero las críticas de Junts, ERC y la CUP, que llegaron a acusarles de ser “el PSC más españolista de la historia”, llevaron a un giro: ahora, las intervenciones públicas únicamente en catalán son prácticamente la norma.
Otra de las críticas que le ha hecho el independentismo es la de ser un mero instrumento de Pedro Sánchez, representando los intereses del PSOE y no los de Cataluña, y haber convertido a La Generalitat en un satélite de La Moncloa. Se le ha reclamado, en definitiva, que gobierne Cataluña con "sentido de país", y no como un mero apéndice de España.
Reivindicaciones calcadas a las de ERC
El acercamiento no se limita a la retórica. Illa y los suyos han hecho suyas algunas de las principales demandas de ERC: el traspaso de Rodalies y la creación de una financiación singular para Cataluña. Hasta hace poco, el PSC no reivindicaba nada similar; ahora, sin apenas explicación, han asumido la idea de que lo mejor es que Cataluña gestione directamente Rodalies y disponga de un modelo financiero diferenciado.
Eso sí, en ocasiones matizan que este esquema podría ser “extrapolable” a otras comunidades, una ambigüedad que les permite no imitar totalmente al rupturismo.
Illa, un unionista en un papel incómodo
Pese a todo, Illa y el PSC no son independentistas. De hecho, Salvador Illa fue uno de los rostros más visibles del constitucionalismo en 2017, participando en manifestaciones de Societat Civil Catalana. Desde esa entidad reconocen que Illa “no está cómodo” con este papel, y que su postura personal es mucho más firme a favor de la unidad de España de lo que aparenta en la actualidad.
La explicación es puramente aritmética: la actual situación parlamentaria obliga al PSC a cuidar su relación con ERC para garantizar apoyos clave en las votaciones. El resultado es un partido que, sin abandonar su base unionista, adopta buena parte del discurso y las banderas soberanistas para sobrevivir políticamente.
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