Historia

Esclavitud: el motor económico de la Barcelona industrial del siglo XIX

Las investigaciones históricas han documentado más de 360 expediciones de embarcaciones catalanas con esclavos entre 1790 y 1845

1720. Barcelona en un grabado de Joseph Friderich Leopold
1720. Barcelona en un grabado de Joseph Friderich LeopoldLa Razón

La ciudad que hoy deslumbra con su modernismo y arquitectura singular esconde tras su esplendor un pasado vinculado al tráfico de personas que contribuyó significativamente a la acumulación de capital que transformó la capital catalana.

En el siglo XIX, mientras muchas naciones europeas avanzaban hacia la abolición de la esclavitud, Barcelona se convirtió en un importante puerto para el comercio de esclavos, especialmente con destino a Cuba. La participación activa de empresarios, navieros y capitanes catalanes en este infame negocio constituye una de las páginas más oscuras de la historia de Cataluña y está en el origen de muchas de las fortunas que protagonizaron la industrialización catalana durante dicho siglo.

Las investigaciones históricas han documentado más de 360 expediciones de embarcaciones catalanas con esclavos entre 1790 y 1845, lo que evidencia la considerable participación de comerciantes y grandes familias del Principado en este negocio, que continuó de manera clandestina después de su prohibición en 1820. Durante el período legal (1790-1820), al menos 146 embarcaciones catalanas participaron en el tráfico, representando el 24,7 % de los barcos negreros españoles.

El triángulo del comercio humano

El sistema operaba mediante el llamado "comercio triangular": los barcos partían de Barcelona con manufacturas, las intercambiaban por esclavos en las costas africanas, y luego transportaban estos esclavos principalmente a Cuba, donde eran intercambiados por productos coloniales como azúcar, algodón y melaza, que regresaban a Barcelona. Este tráfico triangular constituyó un triple estímulo para la industria catalana, creando nuevas industrias y mercados.

"Entre 1820 y 1867, período de la trata clandestina, se tienen noticias de que en Cuba fueron desembarcados de manera ilegal al menos 700.000 esclavos", señala uno de los estudios históricos más relevantes sobre este tema. A pesar de los riesgos que implicaba esta actividad ilegal —principalmente por la persecución de la marina británica—, los beneficios podían alcanzar un 200 % sobre la inversión realizada.

Los nombres detrás del negocio esclavista

Familias como los Vidal-Quadras, Conill, Xifré, Goytisolo, López, Samà y Güell hicieron al menos una parte de sus fortunas comerciando con personas. Sus apellidos, que hoy adornan calles, plazas y monumentos de Barcelona, esconden un pasado vinculado a la explotación humana.

Los investigadores han identificado a capitanes específicos que pilotaron barcos negreros como Josep Carbó, Agustí Cunill Sala, Esteve Gatell Roig, Josep y Pere Mas Roig, y Jaume Tintó Miralles. También armadores como Antonio López, Josep Canela Raventós, Salvador Samà y Jaume Torrents Serramalera organizaron expediciones de trata de personas.

Personajes como Josep Xifré y Casas, primer presidente de la Caixa de Ahorros y Monte de Piedad de Barcelona (antecedente de La Caixa), fue propietario de esclavos y financiero de este comercio. Joan Güell, cuyo monumento aún perdura en la intersección de Gran Via y rambla de Catalunya, fue otro destacado participante en este sistema.

La Barcelona que se construyó con el tráfico de esclavos

El documental "Negrers, la Catalunya esclavista", retransmitido por TV3, reveló cómo los catalanes estuvieron directa o indirectamente involucrados en el transporte de unos 700.000 esclavos desde África Occidental al Caribe. Este programa ha provocado un importante debate en la sociedad catalana actual, obligando a confrontar este pasado largamente silenciado.

El capital acumulado por estos empresarios transformó radicalmente el paisaje urbano de Barcelona. "¿Son el modernismo, la Exposición Universal, los edificios de Gaudí o el Eixample producto del tráfico de esclavos?", se pregunta el documental. La respuesta, probablemente afirmativa al menos en parte, resulta incómoda pero necesaria.

Las decenas de propiedades, palacios, fábricas y viviendas lujosas que comenzaron a formar parte del patrimonio de aquellos que comerciaban con seres humanos son hoy parte del atractivo turístico de la ciudad. Su dinero se tradujo en poder con acciones en algunas de las principales compañías y bancos de Barcelona, como el Banc Hispanocolonial, la Sociedad Catalana para el Alumbrado por Gas, o el Banc de Barcelona.

Entre resistencia y complicidad: la postura oficial catalana

Barcelona fue también uno de los principales núcleos de presión en defensa de la esclavitud dentro del Imperio español. El Círculo Hispano-Ultramarino de Barcelona, creado en 1871, canalizó los principales esfuerzos antiabolicionistas registrados en la capital catalana hasta 1880. Esta entidad, liderada inicialmente por Juan Güell y Ferrer y posteriormente por Antonio López, se opuso activamente a las reformas abolicionistas.

Sin embargo, también existieron movimientos abolicionistas en la ciudad. En 1865 se creó la Sociedad Abolicionista Española y se fundó el periódico "El Abolicionista". El 22 de diciembre de 1872, una manifestación presidida por un pendón rojo con letras doradas que leía "Abolición inmediata de la esclavitud" recorrió las calles de Barcelona.

Un pasado que comienza a reconocerse

La participación de los comerciantes catalanes en el tráfico de esclavos ha sido un terreno por el cual la historiografía catalana tradicionalmente ha pasado de puntillas. Sin embargo, recientemente, Barcelona ha comenzado a confrontar este pasado a través de exposiciones, rutas turísticas e iniciativas que documentan la herencia de la esclavitud en la ciudad.

El Museu Marítim de Barcelona ha organizado la exposición "La infamia", basada en un proyecto museográfico que analiza la participación catalana en la esclavitud colonial. Asimismo, la asociación Memoria BCN realiza desde 2016 rutas por la ciudad siguiendo el hilo conductor de la herencia de la esclavitud en Barcelona.

Este reconocimiento tardío pero necesario permite a la ciudad enfrentar uno de sus capítulos más oscuros, visibilizando cómo parte de la riqueza y el esplendor urbano de la Barcelona moderna se construyó sobre el sufrimiento de cientos de miles de seres humanos esclavizados.

Si bien Barcelona no fue el principal centro mundial del tráfico de esclavos (posición ocupada por puertos como los de Liverpool, Bristol, Nantes o Burdeos), sí jugó un papel significativo en el contexto español, especialmente en el comercio con Cuba. La participación catalana, aunque menor en volumen que la de otros países europeos, fue notable por su intensidad y por el impacto económico que tuvo en el desarrollo posterior de la ciudad.

El legado de este oscuro capítulo permanece inscrito en las calles, edificios y monumentos de Barcelona, recordándonos que detrás de la belleza y prosperidad de una ciudad a menudo se esconden historias de explotación y sufrimiento que merecen ser conocidas y reconocidas.