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Seguridad

Este particular delito cae notablemente en Barcelona: un 29,9% desde 2018

Los últimos datos de delincuencia de la ciudad de Barcelona son buenos

Mossos d'Esquadra EUROPAPRESS

Los hurtos dentro de los autobuses de Barcelona han experimentado un nuevo retroceso este 2025. Entre enero y octubre, estos delitos han caído un 3,3% respecto al mismo periodo del año anterior, y un 29,9% en comparación con 2018. La tendencia a la baja, según los Mossos d’Esquadra, responde a la intensificación de la vigilancia policial desplegada en el transporte público de la capital catalana.

El subinspector Eugeni Tarjuelo, jefe de la Unidad de Seguridad Ciudadana del Área Regional del Transporte Urbano (ARTU), ha detallado estas cifras durante un operativo especial coordinado desde la sala de Control de Bus de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB), en el Triangle Ferroviari. Pese al descenso, los hurtos siguen siendo un fenómeno constante: cada día se registran de media 16 en la red de autobuses, y el 92% de ellos son robos al descuido. Todo ello en una red que cerró 2024 con 719.000 usuarios diarios.

Intensificación policial y operativo Vetra

Para combatir este fenómeno, los Mossos han llevado a cabo este jueves el dispositivo Vetra—el tercero de este año—, que ha movilizado a unos 200 agentes, en colaboración con la Guardia Urbana, la Policía Nacional, personal de TMB y seguridad privada. La operación, desarrollada entre las 11.00 y las 20.00 horas, se saldó con 10 detenidos, 10 denuncias penales y otras 10 administrativas.

Entre los arrestados, que acumulan 90 antecedentes, hay dos menores por un delito menos grave de hurto, tres por hurto leve y atentado contra la autoridad, tres más por motivos de extranjería y catalogados como delincuentes habituales en autobuses, uno detenido para su ingreso en prisión y otro por un delito contra la salud pública.

Durante la jornada, los agentes de paisano —los conocidos como Furas— han recorrido distintos puntos de la ciudad con el objetivo de detectar a los llamados DARP (Delincuentes Activos con Riesgo de Persistencia). Según Tarjuelo, estos delincuentes suelen actuar camuflados, con gorras, bufandas o gafas falsas, visten ropa oscura y a menudo trabajan en grupos organizados de dos a cuatro personas. Otros operan en solitario, con un perfil más maduro y experimentado.

Una de las señales que alertan de su presencia es el uso de la conocida “muletilla” —un jersey o chaqueta que disimula la mano que ejecuta el hurto—, así como mochilas aparentemente vacías, movimientos sincronizados con otros cómplices o largas esperas en marquesinas sin subir a ningún autobús.

Víctimas potenciales y percepción de seguridad

Aunque cualquier pasajero puede ser víctima de estos delitos, las personas mayores, los usuarios que suben con carritos de bebé o los turistas con maletas son especialmente vulnerables por la distracción o la carga que llevan.

Desde TMB, el responsable del Centro de Control del Triangle, Guillem Camarasa, ha destacado que toda la flota cuenta ya con cámaras de videovigilancia, instaladas progresivamente durante 2023. Este sistema, asegura, permite una coordinación más eficaz con los Mossos y contribuye a mejorar la percepción de seguridad, que “no es un elemento crítico”, aunque sigue siendo una prioridad para garantizar un servicio de calidad.

Una tendencia a la baja que se consolida en toda la ciudad

El descenso de los hurtos en autobuses es solo una pieza más de un patrón más amplio: Barcelona lleva dos años registrando una caída sostenida de la delincuencia. Un cambio que coincide con la nueva etapa política abierta tras la salida de Ada Colau del Ayuntamiento y que se ha reflejado en los datos presentados tanto por la Junta Local de Seguridad como por los distintos distritos.

A finales del pasado curso político, la Junta Local de Seguridad ya presentó un balance en el que la mayoría de índices delictivos mostraban retrocesos generalizados. Aunque la multirreincidencia continúa siendo el principal desafío —especialmente en delitos contra el patrimonio—, los datos confirman una mejora clara en la seguridad ciudadana.

La semana pasada se publicó también el balance específico de Ciutat Vella, el distrito con mayor presión delictiva de toda España. Allí, los delitos han caído un 13,3% entre octubre de 2024 y septiembre de 2025, pasando de 44.430 a 38.513. La tasa de resolución ha subido un 4,1 puntos y se sitúa en el 46,7%, aunque aún por debajo de la mitad de los casos.

El teniente de alcalde de Seguridad y concejal del distrito, Albert Batlle, lo atribuyó a una estrategia “clara y coordinada” entre Mossos d’Esquadra, Guardia Urbana y Ayuntamiento, con más presencia policial, más agentes de paisano y un trabajo comunitario reforzado con los vecinos. De hecho, la Guardia Urbana ha intensificado patrullas en 38 puntos durante el día y 24 por la noche, y los Mossos duplicaron efectivos en febrero con el Pla Confiança, dirigido a frenar hurtos y robos violentos.

En paralelo, Ciutat Vella continúa centrando esfuerzos en combatir el narcotráfico: 51 puntos de venta desmantelados y 72 detenidos desde enero, además de siete arrestos en asociaciones cannábicas usadas como tapadera.

El papel del plan Kanpai y el giro en la política de seguridad

A nivel metropolitano, el plan Kanpai, impulsado por la Conselleria d’Interior de la Generalitat, también está dando resultados positivos. El dispositivo, diseñado para reforzar la presencia policial en puntos estratégicos del área de Barcelona, ha contribuido a reducir hurtos, robos violentos y actividad multirreincidente. Este plan ha hecho que, en este 2025, se haya expulsado de Cataluña a 265 delincuentes multirreincidentes.

Su eficacia apunta hacia un factor político nada menor: el PSC ha tomado la seguridad como una prioridad estratégica, marcando distancias con las etapas anteriores de ERC y Junts, donde los propios cuerpos policiales y colectivos vecinales denunciaban falta de recursos, coordinación insuficiente y ausencia de una estrategia clara frente al delito urbano.

Hoy, los datos avalan un cambio de rumbo. Con más presencia policial, dispositivos coordinados y un enfoque preventivo sostenido, Barcelona encadena dos años de mejora en sus indicadores de seguridad. Y los hurtos en autobús —un delito especialmente cotidiano— son el último ejemplo de ello.