Visitas imprescindibles

Estos son los cinco castillos que hay que visitar en Barcelona

A lo largo de la provincia hay fortalezas con mucha historia y que pueden ser conocidas in situ

Una imagen del castillo de Montjuïc
Una imagen del castillo de MontjuïcZambrano González, VicenteDISE

Entre la historia y la leyenda, entre la joya arquitectónica y el testimonio de un tiempo pasado, la provincia de Barcelona guarda algunos castillos que merecen ser visitados. Estas son algunas de las principales fortalezas que pueden visitarse.

1. Castillo de Montjuïc. Coronando la montaña de Montjuïc, este castillo es ahora un imponente mirador que ofrece la posibilidad de tener una visión en 360 grados de Barcelona. Esta antigua fortaleza militar estuvo durante décadas en manos del Ejército hasta que el Ministerio de Defensa la pasó a la ciudad. Concebido originalmente como un fortín, en 1694 pasó a convertirse en un castillo que iría creciendo y reformándose con el paso del tiempo, especialmente en 1751, con la participación del ingeniero militar Juan Martín Cermeño que dio orden de acabar con todo lo que quedara del viejo fortín. El castillo fue prisión militar y en su foso fueron ejecutadas numerosas personas, como el pedagogo Francesc Ferrer i Guardia o el presidente de la Generalitat Lluís Companys. Hoy la gestión del castillo es del Ayuntamiento de Barcelona.

2. Castillo de Santa Florentina. Situado en Canet de Mar, está considerado como una joya desconocida del arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner, aunque originalmente era una construcción del siglo XI que, a su vez, se construyó sobre una antigua villa de la época de los romanos. Pero su actual personalidad se la debemos a quien era, a finales del siglo XIX, el propietario de esta finca, Ramon de Montaner i Vila, un rico empresario barcelonés y que era uno de los propietarios de la editorial Montaner i Simón. Fue él quien encargó a su joven sobrino, Lluís Domènech i Montaner, que se encargara de la restauración de un recinto llamado la Casa Forta. El arquitecto creó una impresionante residencia de veraneo donde se fundían elementos medievales, neogóticos y modernistas. La revista "Architectural Digest" definió el castillo en 1989 como "una de las casas más bellas del mundo". Hoy puede visitarse e, incluso, se puede alquilar para organizar celebraciones, especialmente bodas.

3. Castillo de Cardona. A veces, estos edificios no solo han sido testigos de acontecimientos históricos o políticos sino que también han traspasado su propio valor artístico. Es el caso del castillo de Cardona que fue uno de los principales escenarios de una de las mejores películas realizadas por Orson Welles como es "Campanadas a medianoche". Pero empecemos por el principio y este se remonta al siglo IX cuando el conde Guifré el Pilós ordenó su construcción. Convertido hoy en Parador Nacional llegó a tener una extensión de 62.000 metros cuadrados. Una de las partes más importantes de la fortificación es la llamada Torre de la Doncella, un edificio circular del siglo XI de estilo románico. Cuando Orson Welles buscaba el que debía de ser uno de los principales decorados de su película shakesperiana, vio en Cardona el castillo que necesitaba para algunas de las escenas de "Campanadas a medianoche".

4. Castillo de Sant Marçal. Declarado Bien de Interés Nacional, este castillo se encuentra en la localidad de Cerdanyola del Vallès. Se sabe que en el siglo XI había en este espacio una iglesia dedicada a San Marcial. Lo que era una construcción medieval de estilo gótico conoció una importantísima reforma en el siglo XIX cuando sus propietarios (que también lo son en la actualidad), la familia Trénor, encargó al arquitecto Gaietà Buïgas, que realizara el proyecto. Buïgas respetó la estructura original, pero incorporó una decoración que se basaba en las arquitecturas románica y gótica, logrando un efecto mágico que todavía hoy logra hechizar a quienes visitan Sant Marçal.

5. Castillo de Montesquiu. Situado en la localidad que da nombre al castillo, hoy es propiedad de la Diputación de Barcelona. Las primeras noticias documentales que se tienen del recinto se remontan al siglo XIII. Se cree que el punto de partida fue una pequeña atalaya que pudo haber sido construida unos 300 años antes que habría ordenado edificar el conde Guifré. A partir del siglo XIV dejó su cometido exclusivamente defensivo y militar para pasar a ser una residencia fortificada. Ya en el XVII, Lluís Descatllarr le dio la apariencia con la que hoy es conocido el castillo, completado con las reformas que en el siglo pasado ordenó realizar el empresario Emili Juncadella.