Europa, mon amour

Europa es un continente maravillosamente bonito, lleno de cultura y con paisajes fascinantes, conformado por gentes como los españoles que nos llevamos mal con los franceses, franceses que se llevan mal con los alemanes, alemanes que se llevan mal con los ingleses, ingleses que se llevan mal con los españoles, a los que añadir unos países en el centro que hasta hace cuatro días andaban a tiros entre ellos, otros que provienen de la antigua Unión Soviética, y junto a señoras y señores en general muy rubios por el frío, que tienen a su lado un vecino enorme del que no se fían y que se llama Rusia.

De Rusia, en general, no nos fiamos casi nadie. Hay quien dice que son muy europeos y nunca nos harán nada malo, pero no es para fiarse ni un pelo, sino que se lo pregunten a los ucranianos.

Por si esto fuera poco, andan por el mundo unos sujetos cuyas señoras llevan burka en el peor de los casos, que están convencidos que por lo menos nosotros, los españoles y alguno más, vivimos en tierra conquistada. Están empeñados en que somos infieles y quieren quitarnos la sana costumbre de tomarnos una tapa de jamón y una caña.

Más allá quedan otros con los ojos rasgados que no creo que tengan intención de invadirnos, pero sí de compararnos, además de imitar y abaratar todo lo que a los demás se nos ocurra.

Hasta ahora no vivíamos demasiado preocupados. Más allá del Atlántico teníamos una especie de hijo colectivo de todos nosotros, dispuesto a desembarcar en Normandía si a alguien se le ocurría que tuviéramos que desfilar al paso de la oca.

Mientras, nos hemos convertido en un continente «flower power» que no amplió un aeropuerto porque hay un sapo autóctono, que va a poner multas a los coches en los que un ciudadano viaje solo, etc., en el que se dedica mucho tiempo y subvenciones a las cosas más raras y absurdas que uno se puede imaginar.

Ahora resulta que los americanos han escogido a un señor muy estrafalario que dice cosas que nos alucinan, a mí el primero, pero que ha decidido que se nos acabó el momio de tener un guardián del mundo y que tenemos que aprender a defendernos solitos.

No soy experto en política internacional porque si ni ya entiendo la nacional, ni la catalana, imagínense ustedes, pero tengo claro que no quiero que mis hijas acaben con burka, o mis hijos bailando el Kasatchoc.

Así que más defensa, apoyo a nuestros militares y ¡Viva España! y ¡Viva Europa!

Por muy mal que nos caigamos entre nosotros.