Cisma interno

Junts, en plena guerra civil en el Parlament

El "caso Madaula", mano derecha de Borràs, reabre el cisma: el partido está en contra de sus acusaciones de "violencia silenciosa"

La presidenta de Junts, Laura Borràs y el secretario general, Jordi Turull, en el Consejo Nacional del partido
La presidenta de Junts, Laura Borràs y el secretario general, Jordi Turull, en el Consejo Nacional del partidoQuique GarcíaAgencia EFE

Mientras Junts acapara foco de la mano de Carles Puigdemont y sus exigencias al PSOE de Sánchez –con la amnistía y el verificador tras la investidura– el partido está inmerso en una auténtica guerra civil en el Parlament. El sector de Laura Borràs está contra las cuerdas después de la última polémica de una de sus dirigentes afines: Aurora Madaula, diputada, secretaria de la Mesa y una de las vicepresidentas de la formación, abrió la caja de Pandora la semana pasada al denunciar «violencia silenciosa» en el seno del partido, unas acusaciones rechazadas por el grueso de la formación hasta tal punto que la presidenta de la Cámara, Anna Erra (también de Junts) ya le ha enseñado la puerta de salida.

La polémica estalló a raíz de su intervención en la jornada del Parlament de les Dones. Allí y desde el atril, Madaula dijo lo siguiente: «A menudo, cuando hablamos de violencia machista, hablamos de violencia física, de violencia en

las agresiones sexuales y a las víctimas de feminicidio. Pero hay violencias silenciosas de compañeros, de compañeras». A continuación, añadió: «La violencia machista es llevar el lazo lila, manifestarte mientras imponen el machismo en tus organizaciones, instituciones, entornos laborales o familiares. Violencia machista es menospreciar a las mujeres que te desafían intelectualmente». Unas palabras que provocaron un enorme malestar en Junts, expresado en una reunión extraordinaria de la cúpula. Desde el partido aseguraron que Madaula se comprometió a apoyar una declaración del Parlament sobre el derecho al aborto en Andorra, en apoyo a la activista Vanessa Mendoza, sin consultarlo a la dirección ni a la cúpula del grupo parlamentario. El partido no aceptó su posición, lo que provocó el enfado de Madaula y posteriormente su intervención en el pleno.

El caso creció como una bola de nieve cuando el grueso de los diputados posconvergentes en la Cámara catalana –hasta 21 de 32– firmaron un texto de rechazo que mandaron a la Comisión de Garantías de Junts para quejarse del papel de Madaula. Un gesto al que se han ido añadiendo un alud de comentarios en redes sociales a lo largo de toda la semana en contra de la secretaria de la Mesa y persona de la máxima confianza de Laura Borràs.

Es más, la propia Anna Erra (Junts), presidenta del Parlament tras relevar a Borràs al frente de la institución, ha abierto la puerta a Madaula y le ha hecho saber que el partido no la respalda. Es decir, ha presionado a la dirigente para que abandone su cargo de secretaria de la mesa, toda una declaración de intenciones de Erra, la primera autoridad de Junts en la Cámara catalana.

De hecho, el caso ha sacudido al partido evidenciando de nuevo la mala convivencia entre sus dos familias, la corriente pragmática que representa Jordi Turull y el ala más radical de la propia Borràs, ahora organizada en defensa de Madaula.

Sobre este caso particular, lo cierto es que la dirigente despierta más de un recelo en el seno de la formación desde hace tiempo. La mano derecha de Borràs sufrió un revés en las votaciones para la dirección en el congreso que Junts celebró el año pasado, hasta el punto de que no alcanzó el 50% de los votos para ocupar el cargo de vicepresidenta, aunque finalmente asumió esa función apoyada a dedo por Borràs.

Una muestra más de la solución fallida que cerraron el año pasado la misma Borràs y Turull para lograr una ínfima tregua que ha saltado por los aires a un año de las elecciones catalanas de 2025.

Borràs y su círculo acumulan problemas

El círculo de Laura Borràs dentro de Junts acumula problemas y polémicas. La propia presidenta de Junts está condenada a cuatro años y medio de cárcel por corrupción –pendiente de un indulto del Gobierno– aunque ella y su entorno se empeñan con la amnistía. Francesc de Dalmases fue sancionado por agarrar del brazo e increpar con dureza a una periodista de TV3, mientras que Madaula ha visto cómo el grueso del partido le da la espalda tras sus acusaciones. Quim Torra está fuera de la primera línea política.