
Turismo
El otro turismo: un nuevo público llena los refugios de montaña
Los guardas constatan un perfil más familiar y urbano, que prefiere comer antes que pernoctar

Ante el éxito desbocado del turismo de sol y playa, tanto interno como externo, cada vez son más los catalanes que optan por modelos alternativos. Al fin y al cabo, hacer cola para plantar la toalla en la arena no es un plato de buen gusto para todo el mundo.
Así, las cosas, los diferentes refugios de montaña que están repartidos por Cataluña han experimentado este verano un aumento de los visitantes que prefieren comer y pasar el día en el enclave en lugar de quedarse a dormir, una dinámica que ha ido cogiendo forma tras la pandemia. Así han coincidido en declaraciones a Europa Press diferentes guardas de montaña, que han detallado que aunque este año los refugios que vigilan han mantenido o aumentado ligeramente las reservas para pasar la noche, ven que el perfil de excursionista ha cambiado. «Cada vez hay más gente que visita el medio natural y esto también repercute en los refugios», ha explicado el responsable técnico de refugios de montaña y senderismo de la Federació d’Entitats Excursionistes de Cataluña (Feec), Josep Llusà, que ha defendido que cada establecimiento tiene una casuística diferente.
Uno de los refugios que ha notado un cambio en sus clientes está ubicado en los pies de la cima del Pedraforca (Barcelona) y recibe el nombre del escalador fallecido Lluís Estasen: «Antes de la pandemia el público era más profesional, ahora vienen parejas y familias que habitualmente no van a la montaña», ha analizado el guarda Jordi Gallardo.
Y es que en tan solo unos pocos años, el refugio ha pasado de tener reservas todos los días a solo colgar el cartel de completo durante el fin de semana y tener un 90% del público procedente de Barcelona que sube a la montaña en un mismo día y solo se queda a comer.
Otro refugio que también ha notado un cambio en su rutina habitual y que se nutre de los vecinos del área de Barcelona es el de Coma de Vaca, que está a una altitud de 1.995 metros y próximo a cimas como la del Balandrau (Girona). «Viene gente de muchas nacionalidades y muchas edades, también niños», ha concretado la guarda del establecimiento, Yolanda Roman, que ha visto como en los últimos años el trabajo ha crecido mucho, con una ocupación de entre el 70% y el 100% durante el verano.
Factores
En este sentido, Llusà ha detallado que hay varios factores que condicionan que un refugio tenga más o menos afluencia, como la proximidad del albergue con el área metropolitana de Barcelona o con una ruta de montaña famosa, como puede ser ‘Carros de Foc’.
«Ahora hay más turistas que vienen a pasear y a pasar el día. El cliente no es tan montañero, es más comercial y va menos equipado», han coincidido Marc y Gina, los encargados del refugio de Mallfaré, cerca del lago de Sant Maurici (Lleida).
En su caso, este cambio en el perfil del turista no ha repercutido en menos pernoctaciones, ya que su refugio es punto de paso de la famosa travesía Carros de Foc, lo que ha provocado que la gran mayoría de días hayan tenido una gran ocupación.
Estanys de la Pera
Un caso un poco distinto es el del refugio de Estanys de la Pera, en la comarca de la Cerdanya (Lleida) y cerca de Andorra, que ha visto como la sobreexplotación de la zona llevó al consistorio del municipio más cercano a limitar el uso de las pistas forestales a un bus lanzadera durante el verano.
Según la guarda Genni Archetti, esto ha provocado que las familias sean el público más habitual que visita el refugio durante el verano, un tipo de excursionista que cambia completamente durante el resto del año y se vuelve más profesional.
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