Vida peligrosa
«Mi padre Pablo Escobar me hablaba de respetar a las personas, pese a dedicarse a matar»
Juan Pablo Escobar presenta el cómic en el que narra su infancia junto a su padre narcotraficante
Cuando se observa a Juan Pablo Escobar es inevitable buscar en su mirada algo que recuerde a su tristemente célebre padre, el hombre que un día fue enemigo público número uno y fue el principal narcotraficante de cocaína a nivel mundial. Es decir, Pablo Escobar. El hijo del tan temido personaje ha querido convertir en cómic lo que fue su atípica infancia llena de una tremenda violencia. Eso es lo que podrá encontrar el lector en «Escobar. Una educación sentimental», publicado por Norma Editorial, escrito por el propio Juan Pablo con la participación de Pablo Martín Farina y con dibujos de Alberto Madrigal.
El cómic nos habla, en palabras del propio Escobar durante la presentación de este trabajo en Barcelona, de un tiempo en el que «no había posibilidad de soñar, la vida estaba tan en riesgo al estar rodeado de bandidos. No había posibilidad de mirar adelante porque todos los días moría, caía alguien. Era difícil soñar en el futuro. Cada día vivido es un milagro más. No había esperanza de vida».
Esta novela gráfica no tiene como protagonista a Pablo Escobar quien no aparece dibujado hasta las últimas páginas. «Este cómic surge de una inquietud por parte de muchos lectores de mis libros previos que me decían que no salgo, que brilla mi ausencia. Sentí que el cómic podía hablar de un niño y esta era una manera de contar la historia. Siento saturación ante el nombre de mi padre que da más noticias ahora que cuando estaba vivo», concretó.
Pese a que son pocas las páginas en las que vemos dibujado al narcotraficante, su presencia sobrevuela todo el libro. Eso es algo que precisamente puede verse como una metáfora de la propia peligrosa infancia de Juan Pablo Escobar. En este sentido apuntó que «era un padre que en los últimos diez años vivió en la clandestinidad absoluta. Pese a no tener presencia física en casa, sí estaba presente. Mi padre me escribía semanalmente cartas donde me contaba sus cosas, además de enviarme casetes con su voz. Así que estaba muy presente pese a no estar en el hogar. Es paradójico porque mi padre Pablo Escobar me hablaba allí de respetar a las personas, pese a dedicarse a matar. Era el papá, pero también el mafioso».
También ha querido huir de la visión mitificada y hasta glorificante que se ha hecho de su padre. No hay más que pasearse por las Ramblas para ver en las tiendas de recuerdos para turistas camisetas y sudaderas con la imagen de quien fue responsable de no pocos asesinatos. Juan Pablo aseguró que el se dedica a concienciar sobre lo que fue ese pasado «mientras que Netflix glorifica», en referencia a la serie «Narcos». «Pienso en esos jóvenes con la imagen de mi padre tatuada. Yo me dedico a desactivar todo eso. Mi papá no disfrutó nada, tenía 44 años», añadió al recordar un tiempo en el que Escobar era un hombre rico, por no decir el más rico de todo este planeta. A este respecto se pregunto que «¿cómo no iba a escuchar al hombre que lleva el tráfico del 80 por ciento de la droga en el mundo y te avisaba del peligro? Nada de lo que obtienes por el narcotráfico dura. Todo ese imperio se fue a la ruina. Tuve el privilegio de ser millonario, pero no era feliz. Yo permanecía encerrado, con dinero efectivo para comprarlo todo a mi lado, pero estaba encerrado en casa sin poder salir. Fue también una marca para no dejar tantearme por la ilegalidad».
El hijo de quien fue el líder del negocio de la droga lleva con dignidad lo que es una innegable una herencia dolorosa, aunque no siempre es fácil porque «nadie quiere hacer nada conmigo por el prejuicio de que sea Pablo Escobar II. Los papás son los responsables de lo que viven los hijos. Mi padre cruzó muchas luces rojas y a mi me llegan las multas. He hablado cara a cara con más de 150 víctimas de la violencia de mi papá».