Opinión

El paro que viene

La particularidad de esta revolución radica en su velocidad y escala, no solo en la eliminación de empleos

OpenAI mejora la memoria de ChatGPT en su versión gratuita para que pueda consultar conversaciones recientes
OpenAI mejora la memoria de ChatGPT en su versión gratuita para que pueda consultar conversaciones recientesEuropa Press

Dario Amodei, CEO de Anthropic y ex vicepresidente de investigación en OpenAI, no es un alarmista común. Siendo uno de los principales arquitectos del avance de la Inteligencia Artificial, su pronóstico es contundente: la IA podría eliminar hasta la mitad de los trabajos de oficina de baja cualificación en los próximos cinco años, lo que elevaría el desempleo en Estados Unidos hasta un 20%.

Amodei no es el único preocupado, pero sí uno de los pocos que lo manifiesta abiertamente. Otros, como Barack Obama o Ursula Von der Leyen, también han expresado su inquietud ante la inminente ola de automatización. Esta ola amenaza con eliminar profesiones en todos los sectores, haciendo inviable la competencia para personas abogados, médicos, periodistas y la mayoría de las ocupaciones actuales.

La particularidad de esta revolución radica en su velocidad y escala, no solo en la eliminación de empleos, que ya es una realidad, sino en la rapidez con la que se producirán los cambios. Mientras que las redes sociales han tardado tres décadas en definir la forma como nos comunicamos y nos relacionamos, las repercusiones de esta nueva revolución tecnológica empezarán a manifestarse el próximo año.

El planteamiento de Amodei es de una lógica aplastante: si una IA puede realizar las tareas humanas con mayor rapidez, menor coste y, añadiría, sin la problemática sindical, la mayoría de las empresas optará por esta vía. Las que no lo hagan, simplemente perderán su competitividad.

Esto nos lleva a una pregunta incómoda: ¿qué ocurre en una sociedad donde millones de personas ya no pueden ganarse la vida? El equilibrio democrático se sustenta en la capacidad de la mayoría para contribuir. Si esto se rompe, el resultado no es solo desempleo, sino una crisis estructural.

Y lo más inquietante es que esta crisis puede llegar envuelta en cifras récord de crecimiento. Un futuro donde la IA cure el cáncer, haga crecer la economía a un 10% anual y equilibre las cuentas públicas... mientras el 20% de la población queda fuera del mercado laboral. Una bonanza económica sin precedentes, sí, pero profundamente desigual, dejando a millones sin función económica y rompiendo el contrato social sobre el que se apoya cualquier democracia estable.

En lugar de ignorar la IA, debemos ver las oportunidades que ofrece y a qué precio. ¿Queremos huir o avanzar hacia este cambio irreversible? Aunque conocemos las implicaciones de lo primero, es esencial concentrarnos en comprender cómo lograr lo segundo.