Documento recuperado

El pasaporte que guardaba el chófer de Josep Pla

La fundación del escritor recibe en depósito uno de los documentos planianos que guardó durante años el periodista Alfons Quintà

El pasaporte de Josep Pla
El pasaporte de Josep PlaFundació Josep Pla

El 19 de diciembre de 2016, Alfons Quintà se convertía en un asesino. De un disparo acababa con la vida de la doctora Victòria Bertran y, a continuación, se volaba la cabeza. Ese es el principal legado que dejó el periodista tras cometer el crimen y suicidarse, una saga/fuga que ha dado pie a muchos reportajes e, incluso, un libro: «El hijo del chófer», de Jordi Amat. El otro legado es la dispersión de todos los documentos que Quintà guardó durante años, demasiados años.

Como se ha explicado en alguna ocasión, buena parte de los libros y algunos escasos papeles propiedad del periodista que durante un tiempo acarició el poder para posteriormente caer en un abismo de dramáticas consecuencias. Cinco meses después de los hechos narrados, se ofrecía en un conocido portal de internet dedicado a la compra-venta un pasaporte acompañado de unas fotografías. El conjunto había pertenecido al escritor Josep Pla y fue propiedad de Josep Quintà para pasar después a manos de su hijo Alfons. Un librero anticuario ofrecía todo esto por 1.620 euros, aunque en un primer momento el comerciante pedía unos 2.700 euros. ¿Cómo sabemos que el conjunto era de Quintà? En el reverso de una de las imágenes podía leerse escrito a lápiz lo siguiente: «En Pla per el Cap de Creus. Quintà».

No sabemos si el vendedor volvió a bajar el precio. Lo que sí es seguro es que alguien adquirió todo el lote. Su actual propietario ha tenido la generosa idea de depositar estos materiales en la Fundació Josep Pla de Palafrugell donde se custodia buena parte de los documentos literarios y personales del autor de «El quadern gris». Ahora podemos saber con más detalle qué hay en las páginas del pasaporte custodiado por los Quintà.

Fue expedido en 1955, un tiempo en el que Pla es colaborador asiduo de la revista «Destino», gracias a la tribuna que le ha ofrecido Josep Vergés. el propietario de la publicación y futuro editor d la obra completa del narrador ampurdanés. Sin embargo, en ese momento Pla publica regularmente sus libros en catalán en la editorial Selecta mientras que en otro sello, en Destino, lo hace en castellano.

El pasaporte nos lleva a dos años, 1955 y 1956, y nos ayuda a saber por dónde iba en ese momento durante sus paseos por Europa, probablemente acompañado de Josep Quintà, su chófer particular.. Vemos que el escritor visitó Francia, Holanda, Suiza y Grecia, tal y como marcan los sellos de los consulados y del paso fronterizo de La Jonquera.

Muchos de estos viajes por el viejo continente fueron en coche, sí, con Josep Quintà como conductor. Que Pla se movía de esta manera lo avala, por ejemplo, una carta que escribe a su hermano Pere el 23 de junio de 1955. Redactada desde Bruselas, a donde había llegado acompañado, entre otros, de su querido amigo y entusiasta seguidor Manuel Ortínez, en ella apunta que «hem fet el viatge en cotxe i ho he trobat bastant pesat perquè hi ha masses quilòmetres. Tinc l’intenció d’anar a Holanda, si no hi ha res de nou». En la misma misiva, Josep Pla confía a su hermano que «aquestes sortides em donen molta vida. Són com una segona joventut».

Todo ello tiene como testigo privilegiado a Josep Quintà al que Pla define como su «colaborador» en al gunas de las dedicatorias que estampa en los libros que le regala. Quintà fue el chófer, pero también el compinche, aquel en quien confía para sus aventuras, algunas casi conspirativas, como cuando los dos hombres pasan la frontera para reunirse con Josep Tarradellas, custodio en el exilio francés de la Generalitat.

Pla lo guardaba todo: recibos, facturas, tarjetas, cartas, recortes... Todo. Sin embargo, resulta curioso que este pasaporte no estuviera entre sus papeles personales. ¿Fue un regalo del autor de de «Coses vistes» a Josep Quintà? ¿Se lo olvidó? ¿Se lo sustrajo? Imposible saber la respuesta hoy.

Lo único que es seguro es que Alfons Quintà lo custodió. Afortunadamente ahora se encuentra en la fundación que lleva el nombre de Josep Pla.