Sociedad

Preocupación por unas comidas escolares cada vez menos saludables en Cataluña

Apenas el 22% de las meriendas cumple con las recomendaciones de las autoridades sanitarias

Asociación de Consumidores pide a comedores escolares menús equilibrados nutricionalmente basados en dieta mediterránea
Asociación de Consumidores pide a comedores escolares menús equilibrados nutricionalmente basados en dieta mediterráneaEuropa Press

La Organización Mundial de la Salud (OMS) lleva tiempo advirtiendo sobre el preocupante incremento del sobrepeso y la obesidad infantil en todo el mundo. Los datos son alarmantes: en 2022, más de 390 millones de niños y adolescentes de entre 5 y 19 años, y 37 millones de menores de 5 años, sufrían de sobrepeso. Estas cifras evidencian una tendencia global que pone en peligro la salud de las futuras generaciones y desafía a los sistemas de salud pública. El sobrepeso en la infancia no solo incrementa el riesgo de padecer enfermedades crónicas, como la diabetes tipo 2 y problemas cardiovasculares, sino que también impacta negativamente en el bienestar emocional y en el rendimiento escolar de los menores. Este fenómeno multidimensional demanda una acción coordinada y urgente.

La obesidad infantil es reconocida como una enfermedad crónica que resulta de la interacción de múltiples factores, tanto genéticos como ambientales. Entre las principales causas se encuentran los malos hábitos alimenticios y la falta de actividad física, lo que genera un desequilibrio entre la ingesta de calorías y el gasto energético. Para combatir este problema, es fundamental promover estilos de vida más saludables, con una alimentación equilibrada y un mayor nivel de actividad física. No obstante, los estudios actuales revelan que la situación no está mejorando. Un reciente informe del grupo de investigación FoodLab de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), en colaboración con la Agencia de Salud Pública de Catalunya, expone la preocupante realidad sobre los hábitos alimentarios de los niños en Cataluña.

El estudio, publicado en la revista Nutrients, examinó los hábitos alimenticios de 734 familias con niños de entre 3 y 12 años. Tras analizar 2.163 meriendas, los resultados revelan que solo el 22 % de los alimentos ofrecidos cumplían con las recomendaciones nutricionales. Los datos mostraron que el 42 % de las meriendas consistían en bocadillos, un 24 % en bollería industrial, un 14 % en fruta y un 6 % en una mezcla de fruta y bollería. Este patrón de consumo refleja una realidad preocupante no solo en Cataluña, sino en otros países desarrollados, donde los alimentos ultraprocesados, ricos en azúcares y grasas, dominan la dieta infantil. Investigaciones similares en Europa, Estados Unidos y Asia también indican una creciente preferencia por alimentos altamente procesados, lo que está empeorando la calidad nutricional de las dietas infantiles.

Nadia San Onofre, investigadora de FoodLab y profesora en la UOC, advierte que la calidad nutricional de los alimentos consumidos durante la infancia tiene efectos duraderos en la salud: “Si bien este estudio no analizó directamente las consecuencias de estos hábitos alimentarios, la evidencia científica es clara: una dieta desequilibrada mantenida en el tiempo puede repercutir en la salud física y mental, tanto en el corto como en el largo plazo”. El estudio también destaca que la calidad nutricional de las meriendas tiende a empeorar a medida que los niños crecen. Las meriendas, aunque son una comida menos estudiada en comparación con el desayuno o la cena, han mostrado ser uno de los momentos del día en que los niños consumen una mayor cantidad de alimentos ultraprocesados, lo que aumenta el riesgo de obesidad y otros problemas de salud asociados.

El informe elaborado por el equipo de FoodLab también propone diversas estrategias para mejorar la dieta infantil, centrándose especialmente en el papel de la merienda como una oportunidad para corregir desequilibrios alimentarios. Entre las principales recomendaciones destacan fomentar el consumo de alimentos frescos y de origen vegetal, tales como frutas, verduras, legumbres y cereales integrales. Además, se sugiere priorizar productos de temporada y de proximidad. También es importante reducir el consumo de proteínas de origen animal, especialmente las carnes rojas, y optar por lácteos sin azúcares añadidos. Limitar los alimentos ultraprocesados, como bollería, galletas y bebidas azucaradas, que contienen altos niveles de azúcares y grasas saturadas, es otro de los puntos clave. Finalmente, se recomienda promover el consumo de agua como la bebida principal.