
Turismo
El pueblo de Cataluña que, más allá de su reconocido vino y de participar en el Grand Prix, tiene una réplica de la Giralda de Sevilla
Cataluña es uno de los destinos turísticos más concurridos de toda Europa

Entre los protagonistas de la nueva temporada de El Grand Prix del Verano en RTVE figura un municipio catalán que sorprenderá a muchos más allá de sus vinos y tradiciones. Se trata de L’Arboç, un pueblo tarraconense con identidad propia, situado en la comarca del Baix Penedès, a unos 41 kilómetros de Tarragona y poco más de 55 de Barcelona. Esta localidad, que cuenta con algo más de 5.700 habitantes, ha sido uno de los diez municipios seleccionados para participar en el popular programa que enfrenta a pueblos de toda España en divertidas pruebas veraniegas.
El regreso del mítico Grand Prix, estrenado en 1995 y recuperado por RTVE en 2023 con Ramón García al frente, ha vuelto a entusiasmar a grandes y pequeños con su propuesta de entretenimiento familiar, ahora reforzada por las copresentadoras Lalachus y Ángela Fernández. La presencia de L’Arboç en esta edición no ha pasado desapercibida. “Una noticia que nos llena de alegría, porque tendremos la oportunidad de mostrar nuestra historia, cultura, tradiciones, carácter y orgullo arbocenc”, señaló el Ayuntamiento cuando se conoció la elección. Su alcalde, Joan Sans (PSC), es un veterano del consistorio, donde ejerce como máximo responsable desde 2011.
L’Arboç se encuentra en la parte oriental de la comarca, rodeado casi por completo por Castellet i la Gornal (en el Alt Penedès), salvo por el oeste, donde limita con Banyeres del Penedès y, en un pequeño sector, con Sant Jaume dels Domenys. También cuenta con un pequeño enclave separado, Can Vies, de apenas 0,3 km². El término municipal está atravesado por importantes vías de comunicación como la AP-7, la N-340 y la C-32, además de contar con ferrocarril y servicios de autobús, lo que le otorga una excelente conexión tanto con la provincia de Barcelona como con el resto del Penedès.
El terreno es predominantemente llano, con ligeras elevaciones como la Colina (180 metros) o la Pedrera (205 metros), y se alza a 165 metros sobre el nivel del mar. La riera de Marmellar recorre la zona norte del término, coincidiendo parcialmente con el límite con Castellet, y en el pasado alimentó molinos como el de la Coloma. También destaca la riera de Estalella, que riega la zona de La Llacuneta.
Tradicionalmente agrícola, L’Arboç ha basado su economía en cultivos como la vid, la oliva y los cereales, aunque estos últimos han ido perdiendo protagonismo con el tiempo. Su ubicación en pleno corazón del Penedès le ha dado fama por su vino, pero también por el arte del encaje de bolillos, muy arraigado en el municipio.

No obstante, hay algo en L’Arboç que lo distingue de cualquier otro pueblo catalán: su versión particular de la Giralda de Sevilla. En pleno casco urbano se alza una torre de 52 metros que reproduce fielmente el famoso campanario andaluz, acompañada de un Patio de los Leones inspirado en el de la Alhambra. Esta insólita construcción se remonta a 1908 y fue impulsada por el empresario barcelonés Joan Roquer Marí, que, tras un viaje de luna de miel a Andalucía, quedó tan fascinado por la arquitectura árabe que decidió construir su propia residencia de verano con elementos del arte andalusí.
La Giralda de L’Arboç no es el único símbolo patrimonial del municipio, cuya huella modernista se remonta al esplendor económico del siglo XIX. Muchas de sus casas y fincas conservan ese aire elegante y señorial, lo que le ha valido la celebración anual de una feria modernista en primavera que atrae a visitantes de toda Cataluña.
Este verano, gracias a su participación en El Grand Prix, L’Arboç tendrá la oportunidad de mostrar su rica herencia cultural, su arraigo local y su peculiar patrimonio arquitectónico a todo el país. Un municipio pequeño, pero con un carácter grande y una identidad difícil de olvidar.
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