
Puigdemont, un año después de su fuga: "Si me quieren encerrado e inhabilitado, mi deber es hacer lo contrario"
El expresidente catalán defiende su huida y recuerda que jamás se planteó una "entrega voluntaria": "Aún estaría en la prisión y, probablemente, a punto de ser juzgado y condenado".

Un año después de su fuga televisada tras su regreso a España, el expresidente de la Generalitat y líder de Junts, Carles Puigdemont, ha afirmado que pronto se cumplirán ocho años desde que está "en el exilio, mal que les pese a algunos", y ha añadido: "Si ellos me quieren encerrado e inhabilitado, mi deber es intentar hacer exactamente lo contrario".
Así lo ha expuesto el expresidente de la Generalitat en un mensaje en la red social X, justo en el día en que se cumple un año de su fugaz retorno a Cataluña. El 8 de agosto de 2024, coincidiendo con el debate de investidura de Salvador Illa en el Parlament, Puigdemont regresó de incógnito, con una orden de detención contra él pese a estar ya la Ley de Amnistía en vigor, e irrumpió en un acto de bienvenida junto al Arco de Triunfo de Barcelona, pero tras un breve discurso volvió a huir, sin que los Mossos d'Esquadra lograran detenerlo.
Tal y como apunta, si ese día hubiese sido detenido "hoy aún estaría en la prisión y, probablemente, a punto de ser juzgado y condenado".
Ha explicado que su intención era acudir al Parlament como diputado para asistir a la votación de investidura, pero que, debido a la orden de detención en vigor, cualquier intento de acceder al recinto habría supuesto "una entrega voluntaria", algo que ha asegurado que nunca ha contemplado.
Ha justificado su regreso alegando "una razón democrática fundamental", ya que había sido elegido diputado y consideraba que tenía el derecho y el deber de participar en la sesión, y también ha defendido que la Ley de Amnistía ya estaba en vigor y que el Tribunal Supremo "no tiene base legal para ignorarla".
En su mensaje, Puigdemont explica las razones que le llevaron a ejecutar aquella operación y carga contra la "normalidad" que reivindica el Govern de Salvador Illa.
"Si la propaganda y los propagandistas no pierden ocasión para predicar el evangelio de la mentira más bonita de la "normalidad", nuestro deber es desenmascararlos siempre que tengamos ocasión. Mantener la posición no siempre es cómodo ni agradable. Pero es una actitud fundamental que no deberíamos abandonar nunca, por más enfadados, decepcionados o desanimados que estemos", añade.
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