Polémica
Puigdemont culpa a España del problema migratorio que sufre Cataluña
La formación lleva meses endureciendo su discurso migratorio
Los cuatro expresidentes de la Generalitat —José Montilla, Artur Mas, Carles Puigdemont y Pere Aragonès— coincidieron este jueves en reclamar más autogobierno para Cataluña y en reivindicar la unidad del catalanismo como eje vertebrador del país. Fue durante el acto del 45 aniversario de la Joventut Nacionalista de Catalunya (JNC), celebrado en el Born Centre de Cultura i Memòria de Barcelona, donde expusieron su visión sobre el catalanismo contemporáneo y los retos que enfrenta la comunidad.
Pero la intervención de Puigdemont, realizada de manera telemática, dejó una declaración especialmente significativa: el expresident responsabilizó directamente al Estado español de la incapacidad de Cataluña para afrontar su problema migratorio, al que definió bajo el eufemismo del “reto demográfico”.
“El Estado español no nos garantiza libertad”
Puigdemont defendió que el catalanismo ha sido “motor de transformaciones” incluso en etapas en las que no podía “jugar un papel importante en el ámbito público”, y que en el futuro debe seguir siendo ese motor. Reiteró que su objetivo es la soberanía: “Los costes de la dependencia los podemos cuantificar y afectan al bolsillo de la gente”.
“No podemos garantizar progreso social, cultural y económico si no hay libertad. Y esta libertad el Estado español no nos la puede garantizar. ¿Nos puede garantizar libertad en el ámbito lingüístico? En absoluto. ¿La justicia? ¿Garantiza una gestión equilibrada del reto demográfico?”
El “reto demográfico” al que se refirió no es nuevo en su discurso: combina la baja natalidad con la elevada presión migratoria que sufre Cataluña desde hace años. Para Puigdemont, sin competencias propias para controlar quién entra, quién sale o quién obtiene permisos de residencia, Cataluña está atada de manos. Su tesis es clara: si Cataluña no puede gestionar la inmigración ni sus fronteras, la responsabilidad del problema migratorio recae en España.
Junts despierta ante el auge de Aliança Catalana
El discurso de Puigdemont se enmarca en un giro reciente dentro de Junts. El partido, nacido en plena efervescencia del procés, optó durante sus primeros años por evitar un debate profundo sobre inmigración y sumarse, en gran medida, a la línea “woke” defendida por ERC y por la izquierda catalana. Durante ese tiempo, Junts mantuvo un discurso ambiguo sobre integración y diversidad, sin afrontar las críticas vecinales por los problemas derivados de la multirreincidencia o por el incremento de delitos cometidos por extranjeros en situación irregular.
Sin embargo, el crecimiento de Aliança Catalana —una formación con posiciones migratorias más duras incluso que Vox— ha cambiado el tablero. En algunos municipios pirenaicos y de la Cataluña interior, la formación de Sílvia Orriols ya disputa la hegemonía a Junts y le está arrebatando votantes de forma notable. El partido posconvergente ha reaccionado adoptando un discurso más firme, buscando recuperar terreno entre un electorado preocupado por la inseguridad y la falta de control migratorio.
Prueba de ello fue la negociación de Junts con el PSOE para el traspaso de competencias en migración, bajo el argumento de que Cataluña “gestionaría mejor” la llegada de nuevos residentes, los permisos y el seguimiento de personas en situación irregular.
El mensaje político de Puigdemont: sin independencia no hay control migratorio
En su intervención ante la JNC, Puigdemont insistió en que la dependencia del Estado impide a Cataluña controlar “el reto demográfico”. En otras palabras: si Cataluña no puede expulsar a multirreincidentes, si no puede actuar sobre personas detenidas repetidamente o si no puede regular flujos migratorios, es —según él— por una decisión política de España.
Cataluña registra desde hace años un número elevado de detenidos por multirreincidencia —muchos de ellos extranjeros en situación irregular— que vuelven a quedar en libertad sin órdenes de expulsión efectivas, algo que genera una frustración social creciente. Puigdemont utilizó este elemento para reforzar su argumentario: sin competencias plenas, afirma, el problema persistirá.
Así, el expresident coloca la inmigración en el centro de su discurso de soberanía: la independencia sería, según él, la única vía para gestionar adecuadamente la demografía, la cohesión social y la seguridad.