
Municipal
¿La resurrección del carril bici de la via Augusta?
El proyecto más cuestionado de la red ciclista de Barcelona empieza a consolidarse tras años de dudas

El carril bici de la via Augusta, una de las grandes apuestas del anterior mandato municipal en materia de movilidad, parecía condenado al olvido poco después de inaugurarse en 2022. Su uso, según denunciaron entidades como el RACC, era escaso en comparación con la superficie viaria que ocupaba, lo que alimentó las críticas de vecinos y automovilistas que veían en esta infraestructura un obstáculo más que una solución. Dos años después, sin embargo, los datos empiezan a mostrar un panorama distinto: el carril recupera usuarios y se consolida su crecimiento.
Según cifras publicadas por betevé a partir de los aforamientos municipales, el uso del carril bici de via Augusta ha experimentado un incremento notable en el último año. En el cruce con el carrer de Brusi, en sentido ascendente, los pasos de bicicletas han aumentado un 179%, mientras que en el tramo descendente junto a Doctor Roux el incremento ha sido del 73%.
En puntos estratégicos como Laforja se superan ya las 2.000 bicicletas diarias en sentido subida, y en Madrazo las bajadas rondan las 1.200. A nivel de ciudad, el consistorio estima que la red ciclista en su conjunto ha crecido un 17% entre junio de 2024 y junio de 2025.
Este repunte contrasta con la percepción inicial. El informe técnico municipal de diciembre de 2023, que evaluaba el funcionamiento de la via Augusta tras la implantación del carril, revelaba que las intensidades medias se movían entre los 300 y 900 desplazamientos diarios según el punto, cifras discretas en comparación con otros ejes consolidados como Aragó o Marina. El mismo estudio constataba, en paralelo, una caída del tráfico motorizado de entre el 23% y el 27% en los tramos afectados, lo que alimentó el debate sobre el equilibrio entre espacio ganado para la bicicleta y espacio perdido para el coche.
El RACC, en un análisis publicado en mayo de 2024, fue particularmente crítico. Consideraba que el carril de via Augusta tenía "un uso muy bajo" respecto a su impacto en la circulación y sugería revisar la idoneidad de la infraestructura. El tiempo, no obstante, parece haber jugado a favor del proyecto: el aumento progresivo de usuarios indica que el carril necesitaba un periodo de adaptación para consolidarse como alternativa de movilidad.
Más allá de los porcentajes, las cifras actuales tienen un valor simbólico. Superar las 2.000 bicicletas diarias en un cruce como el de Laforja coloca a via Augusta en la liga de los corredores ciclistas con relevancia metropolitana. Los expertos en movilidad apuntan a varios factores que explican este repunte: una mayor conexión con la red existente, la consolidación de hábitos ciclistas tras la pandemia y la incorporación de bicicletas eléctricas, que facilitan la subida por una avenida con pendiente acusada.
No todo son luces, sin embargo. El carril aún no se ha completado hasta la plaza de Borràs, como estaba previsto inicialmente, y su continuidad hacia la ronda de Dalt sigue pendiente de un estudio de viabilidad encargado en 2023 y que debía estar listo en el primer trimestre de 2025. De momento, el trazado llega hasta el carrer de Dolors Monserdà, lo que limita su potencial como eje de conexión con los barrios altos de la ciudad. También persisten las críticas de algunos conductores y asociaciones vecinales, que reclaman una mejor gestión de la coexistencia entre bici, peatón y vehículo privado en los cruces.
Lo cierto es que la evolución del carril bici de via Augusta refleja la dificultad de medir el éxito de este tipo de infraestructuras en el corto plazo. La experiencia de otras ciudades europeas demuestra que la consolidación de un eje ciclista requiere años y depende de factores tan diversos como la densidad de población, la intermodalidad con el transporte público.
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