Ciencia
Las rocas terrestres más antiguas están en la Luna: ¿cómo llegaron hasta allí?
Se han encontrado... Algunas rocas que se formaron en el pasado remoto de la Tierra consiguieron llegar hasta la Luna hace 4000 millones de años.
Si quieres entender cómo era el sistema solar en el pasado remoto, lo ideal es que eches un vistazo a los cuerpos celestes rocosos y sin atmósfera, como la Luna o Marte. Gracias a la ausencia de actividad tectónica y de agentes erosivos que modifiquen el terreno, la superficie de estos mundos inhóspitos ha conservado su aspecto a lo largo de miles de millones de años y nos ofrece muchas pistas sobre sus orígenes y su evolución. Por ejemplo, hoy en día sabemos con certeza que Marte albergó agua líquida en algún momento del pasado porque los lechos secos de los ríos que fluyeron sobre él hace miles de millones de años aún se conservan intactos.
En la Tierra, en cambio, este tipo de información es bastante más difícil de obtener.
Mundo cambiante
Desde el punto de vista geológico, nuestro planeta es un follón. Un follón muy lento que se desarrolla en escalas de millones de años, pero un follón, al fin y al cabo... Sobre todo para la gente que está intentando desentrañar los misterios de la Tierra primigenia ahora, 4600 millones de años después de que se formara.
El pasado remoto de la Tierra es muy difícil de estudiar porque resulta prácticamente imposible encontrar rocas que se formaran en el pasado remoto de nuestro entorno. La culpa de esta escasez de material antiguo la tiene la actividad tectónica, por supuesto, que lleva miles de millones de años sepultando masas de roca inmensas bajo la corteza terrestre, allí donde las placas colisionan y forman cantidades igual de grandes de rocas nuevas en las zonas en las que las placas se separan. Por tanto, cuanto más antiguas sean las rocas que buscas, mayor es la probabilidad de que hayan sido enterradas bajo la corteza terrestre por el movimiento de los continentes.
La edad del material «terrícola» más antiguo conocido se ha datado en 4375 millones de años, pero hay que decir que no se trata de una roca propiamente dicha. En su lugar, el material en cuestión son unos pequeños cristales de un mineral llamado circón que, gracias a su dureza y su resistencia a la corrosión, lograron sobrevivir a las fuerzas que redujeron a polvo las rocas en las que se formaron originalmente. Una vez liberados, estos cristales se incorporaron a otra capa de sedimentos que fue depositada hace 3000 millones de años y que hoy en día aflora en Jacks Hills, Australia.
Pero, por extraño que parezca, es posible encontrar rocas terrestres igual de antiguas en un lugar incluso más remoto que Australia: en la Luna.
Una roca inusual en la Luna
La Luna ha permanecido inalterada durante miles de millones de años porque no posee actividad geológica, así que su superficie actúa como un registro geológico que ofrece pistas sobre el pasado lejano del sistema solar. Es más, se sabe que los cuerpos del sistema solar interior fueron bombardeados por una gran cantidad de asteroides hace entre 4100 y 3800 millones de años (durante un periodo llamado «Bombardeo Intenso Tardío») precisamente porque la superficie de la Luna aún conserva el gran número de cráteres que se formaron en aquella época. Estos dos detalles son importantes de cara a los siguientes párrafos, así que guardadlos en vuestra memoria RAM.
El caso es que, en 2019, el análisis de unas rocas que los astronautas de la misión Apolo 14 trajeron de vuelta a la Tierra reveló algo sorprendente: una de las muestras, una roca lunar de 9 kilos apodada «Big Bertha», tenía incrustado un pequeño fragmento de granito de 2 gramos compuesto por cuarzo, feldespato y circón.
Hasta entonces se habían encontrado algunas masas de granito pequeñas en otras muestras lunares, pero el granito es un material muy inusual en la superficie de nuestro satélite porque se forma a partir de la lenta solidificación y cristalización de masas de magma subterráneo. En la superficie de la Tierra existen grandes cantidades de granito porque la actividad tectónica «desentierra» estas masas, pero, en la Luna, cualquier rastro de granito que se cristalice en sus profundidades sólo llegará a la superficie si lo libera el impacto de algún meteorito. Por tanto, las pocas muestras de granito lunar que se conocen son masas diminutas que están mezcladas entre otras rocas distintas y que se formaron de una manera anómala, durante el enfriamiento de alguna masa de magma más superficial o en el material fundido por el impacto del algún meteorito.
Pero, aun así, el origen del fragmento que estaba incrustado en «Big Bertha» tampoco encajaba con las escasas muestras conocidas de granito lunar.
Metralla terrestre
La clave para averiguar el origen de este trozo de granito estaba en los cristales de circón que tenía asociados. Para que estos minerales se hubieran formado en el interior de nuestro satélite, su cristalización se tendría que haber producido a una profundidad tan tremenda (unos 170 kilómetros) que sólo podría haber sido transportado hasta la superficie por una colisión igual de monstruosa. Y, a su vez, las altas presiones y temperaturas generadas por un impacto de estas características habría provocado cambios en la estructura de estos minerales que no estaban presentes.
Ahora bien, las características de este granito sí que encajaban con las que cabría esperar de una masa que se cristalizó en la Tierra a unos 20 kilómetros de profundidad, sometida a temperaturas bajas y en presencia de oxígeno.
Además, la datación por isótopos radiactivos de los cristales de circón reveló que su edad ronda entre los 4100 y los 4000 millones de años. Teniendo todo esto en cuenta, todo parece indicar que ese fragmento de granito lunar se formó en realidad en la Tierra... Pero, ¿cómo diablos llegó a la Luna?
El escenario más probable parece el siguiente.
Hace unos 4000 millones de años, nuestro planeta estaba siendo bombardeado por asteroides que no dejaban de producir cráteres de decenas, cientos o incluso miles de kilómetros de diámetro. Una de esas incontables colisiones cavó un agujero tan profundo que un trozo de granito que se encontraban sepultados bajo 20 kilómetros de roca salió despedido al espacio a una velocidad tan alta que alcanzó la superficie de la Luna, que en aquella época estaba muchísimo más cerca de la Tierra.
Pero ahí no termina la historia, porque parece que este pequeño fragmento de granito se fundió parcialmente hace unos 3.900 millones de años. Esto indica que, después de aterrizar sobre nuestro satélite, es probable que la colisión de otro asteroide lo enterrara bajo la superficie lunar. Tuvieron que pasar casi 4000 millones de años hasta que esta roca terrestre perdida volvió a ver la luz del sol: hace 26 millones de años, otro asteroide chocó con la superficie lunar y excavó el Cone Crater, de 300 metros de diámetro. Entre el material que salió despedido de la zona de impacto estaba nuestro trozo de granito, que acabó cayendo cerca del borde del cráter... Donde permanecería otros 26 millones de años hasta que, finalmente, fue recogido por los astronautas de la misión Apolo 14 en 1971.
Es posible que la idea de que se encuentre un trozo de granito terrestre en la Luna os parezca descabellada. Y lo puedo entender, porque, a primera vista, parece una carambola imposible. Pero, en realidad, la transferencia de material entre la Tierra y la Luna está bien documentada porque se han encontrado muchos meteoritos que están hechos de material lunar y que llegaron a nuestro planeta después de ser arrancados de la Luna y lanzados al espacio por la colisión de algún asteroide. Por tanto, la posibilidad de que esa transferencia ocurriera en sentido contrario en el pasado, cuando las colisiones de grandes cuerpos celestes eran el pan de cada día y la Luna estaba mucho más cerca de nuestro planeta, no tiene nada de improbable.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Hay gente en Internet que intenta vender rocas normales y corrientes como si fueran meteoritos lunares. Si tenéis pensado comprar algún meteorito, intentad consultar a un experto o aseguraos de que el vendedor tenga buena reputación.
REFERENCIAS:
- J. J. Hagerty et al. “Refined thorium abundances for lunar red spots: Implications for evolved, nonmare volcanism on the Moon”, Journal of Geophysical Reserach, volumen 111 (2006).
- NASA. “Earth’s Oldest Rock Found on the Moon”, Universities Space Research Association (USRA).
- Kimberly M. S. Cartier. “Apollo May Have Found an Earth Meteorite on the Moon”, Eos, 100 (enero de 2019).
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