Misterios
14/11/2019 (17:00 CET) Actualizado: 14/11/2019 (17:08 CET)

Las misteriosas piedras del Valle de la Muerte

El Valle de la Muerte es llamado así es porque no es apto para la vida. Rodeado de montañas, el calor aprieta cada día haciendo del lugar uno de los entornos desérticos más duros del mundo. Aquí varios científicos llevan años intentando resolver un misterio sin igual: el de las piedras que se mueven solas…

14/11/2019 (17:00 CET) Actualizado: 14/11/2019 (17:08 CET)
Las misteriosas piedras del Valle de la Muerte
Las misteriosas piedras del Valle de la Muerte

Hay lugares que dan miedo, no por los aparecidos que se puedan manifestar o por las terribles historias que se han producido y que se agarran a las paredes con la fuerza de una maldición. No, hay lugares que dan miedo por el mero hecho de pensar que si nuestro vehículo se avería mientras atravesamos estas solitarias carreteras, es posible que entonces seamos conscientes de lo que realmente es el miedo; el miedo a morir. Esta sensación, cuando atravesamos Dead Valley, o el Valle de la Muerte, no te abandona en ningún momento. Da igual que vayas con víveres, agua, medicamentos… Lo que se abre a nuestros ojos es tan desolador que invita a atravesar el lugar cuanto antes. Y aún así, pese a que parece que surcamos otro planeta, la vida, escondida, fluye de manera incontrolada.

Es el hogar de animales tan extremos como el paisaje; por eso las misiones de la NASA acuden a este lugar para llevar a cabo experimentos de supervivencia, emulando la llegada a Marte.

Y es precisamente aquí donde surge uno de esos enigmas que trae de cabeza a la ciencia, al punto de que hay quien incluso habla de la presencia de extraterrestres para explicarlo. Desde hace años, las llanuras agrietadas de este desierto son atravesadas por pedruscos que se desplazan dejando un rastro, en ocasiones de kilómetros, sobre la árida superficie.

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Los científicos de la NASA Jib Ray y Brian Jackson realizaron un profundo estudio en la zona de Racetrack Playa del Valle de la Muerte. «Para describir las condiciones meteorológicas, las velocidades y el momento del movimiento de la roca, instalamos una estación meteorológica, varios sistemas timelapse de cámara y 15 rocas instrumentadas con GPS. Visitamos el lugar de 5 a 8 veces al año para intercambiar paquetes de baterías y descargar datos meteorológicos», aseguraron. Los doctores eran conscientes de que, si bien es cierto que generalmente las piedras no superan los diez kilos de peso, tiempo atrás se halló una pieza de dolomita que superaba los 280. Y eso es mucho peso. Por tanto, ¿qué «mano invisible» es la que facilita el desplazamiento de éstas, dando pie a uno de los enigmas más singulares del planeta? Para Jackson y sus ayudantes las piedras se desplazan gracias al hielo que se forma durante los meses de invierno y al fuerte viento de la zona. Según afirman, «los eventos de movimiento de rocas que observamos incluyen la presencia de hielo flotante, temperaturas y luz solar suficientes para crear piscinas de fusión en el hielo, y brisas ligeras que son lo suficientemente estables como para conducir hielo flotante. Todos los movimientos de rocas observados ocurrieron cerca del medio día cuando se había producido suficiente derretimiento para permitir la rotura del hielo. La creación de senderos de roca es difícil de observar porque éstos se forman debajo de la superficie cubierta de hielo, donde a menudo no son evidentes hasta que el hielo se derrite y se elimina el agua líquida». En conclusión, las rocas se moverían porque un flotador de hielo las sostendría en la superficie de un fino estanque de agua, tanto como para que aún así entrasen en contacto con el suelo dejando rastro mientras son impulsadas por el viento. Pero, ¿lo mismo ocurrió con la piedra de 280 kilos? ¿Y las que se han encontrado en las laderas de las montañas de valle? ¿También sufren el mismo fenómeno? 

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